¿Sabes esos momentos en los que crees que se te va a salir el corazón del pecho? Este es el momento.
Papá está inquieto, mirando a todas partes menos a mi. Ahora que, por fin, me ha dicho quien era la mejor amiga de mamá, aquella que tenía la joyería, me siento más vacío que nunca. No me lo esperaba. Hace mucho tiempo que no veo a aquella mujer y lo último que se pasaría por la cabeza es lo que me acaba de decir mi padre.
Amy Crowell.
Era una buena mujer, cada viernes por la tarde, mi madre y ella, se sentaban en la mesa de la cocina y se contaban de todo y más con una taza de café entres sus manos. Extraño la mirada de alegría que surcaba su cara al verme volver del instituto. Miro la cocina y me las puedo imaginar riendo histéricamente mientras el café se iba enfriando. Luego pasa un segundo y vuelvo a la realidad. Esa mujer a la que le correspondía el titulo de ser mi madre no se lo merecía. No se merecía nuestro amor. No se lo merece ahora. Nos dejó, toda la gente cree que ella se largó y solo por su imagen mantuvo en secreto todo. En estos tres años no ha salido nada de la boca de mi padre. ¿Cómo pudo estar en silencio tanto tiempo? Y entonces me viene a la cabeza su trato conmigo todo este tiempo. Siempre serio, parecía que no quisiese saber nada de mi. Su actitud conmigo decía que no quería para nada mantenerme bajo este techo. Y, casualmente, empiezo a buscar a mi madre y todo en él cambia. Su actitud se vuelve amable, no parece que le moleste cuando estoy cerca de él y mucho menos me dice cosas desagradables.
Como antes.
No, casualmente no.
Ahora entiendo que él era arisco conmigo por proteger el secreto. Por no ablandarse conmigo y decírmelo. Se mantenía al margen.
-Amy es la tía de Jocelyn.
Mis pensamientos se rompen como un cristal. ¿Sabéis cuando antes he hablado de mi corazón saliéndoseme del pecho? Ya, pues ahora estoy seguro de que quiere ir de viaje. El nombre de Joy me hace olvidar de lo que estábamos hablando mi padre y yo. Hace tres semanas desde ese beso. Desde ese suave, magnifico y único beso. La manera en la que encajábamos, en la que se cogía de mi camiseta como si la vida le fuera en ello.
La manera en la que no podía despegarme de ella.
Sabia que era nuestro primer y último beso. Solo necesitaba saciar mis sentimientos.
Pero me equivoqué al besarla.
Mis sentimientos incrementaron con su toque, con su manera de besar, suave pero a la vez salvaje.
Acabo de caer en la cuenta de que estoy perdiendo la cabeza por esa chica.
Sujeto el móvil entre mis manos, inquieto. Noto el sudor apegándoseme en la piel. Miro la caja de pastillas que descansa en el escritorio. Me he tragado la última hace veinte minutos. Papá ha ido a comprar más, no sin antes darme un papel en el que había escrito un numero de teléfono.
La esperanza me ha invadido cuando he pensado que era el de mamá, que podría decirle todas las cosas que quedan por decirle, por reprocharle lo que hizo, por culparla de no ser buena madre.
Sin embargo, cuando Nick me ha mirado y su sonrisa tensa ha persistido en su cara he descubierto que ese numero escrito con cifras tersas no pertenecía a mi progenitora. Sino a mi hermano.
-Llámalo, ¿quieres?- con un movimiento de cabeza se disponía a dejar la habitación, no sin antes decir:- Bruce pregunta por ti a menudo.
Y se ha ido.
Papá no sabe porque estoy enfadado con él. No se lo dije. No quiero que lo sepa.
Sé que parecerá una tontería esté pique entre nosotros, pero para mi no lo es. No lo era. Bruce sabe que si me llama, apenas oiga su voz lo colgaría. Por eso dejo el papel al lado de la caja de las pastillas y finalmente, decido no llamarle. Revivo el momento en el que sonrió cuando encontraron la maría en mi cajón. Cuando ni siquiera se disculpó hasta pasado medio año.
No pienso llamarlo.
Estoy seguro de que ya ha madurado, pero lo que me hizo...solo necesito pensar. Pensar si es de fiar o no. Hace cuatro años que no sé nada de él y él no sabe nada de mi, así que ¿por qué he de confiar en que ha cambiado? Además, está en su último año de universidad, no lo molestaré solo porque papá me ha dicho que a veces pregunta por mi.
La puerta de abajo se abre y un tintineo de llaves suena. Nick, al cabo de un rato sube y entra en mi habitación con la chaqueta colgando de su brazo. Sacude las pastillas en su mano y las deja al lado de la caja vacía y del papel. Él lo mira y suspira. Parece cansado.
-No lo has llamado- asegura.
Niego y me encojo de hombros.
-No veo la necesidad de hacerlo.
-Sin embargo aquí estás, pensándotelo.
Le miro y en aquel mismo instante veo que sabe más de mi de lo que creía. Deja el abrigo en la silla del escritorio y se sienta en el colchón, a mi lado. Me da una palmada de modo amigable en la espalda, cosa que me hace mirarlo extrañamente.
-Le he dicho a Bruce de tu enfermedad.
-No me sorprende.
Papá se encara hacia mi y empieza a perder la paciencia.
-¿Y que querías que hiciera?- su rostro se vuelve rojo.- sigue siendo tu familia y merece saberlo. Me da igual que estés enfadado con él. Ya va siendo hora de dejar atrás todos estos cuatro años y vivir el presente. Haz el favor de madurar, Wyatt.
Su respiración agitada es lo único que se oye en la habitación. El color intenso de su cara va bajando mientras pasan los segundos.
-Hizo una cosa, papá. Cuando yo tenía quince años -lo miro a los ojos.- Me hizo desconfiar de él y tu y mamá ni visteis el daño que me hizo con una cosa insignificante para algunos.
-Entiendo eso, chico. Solo te pido que, te hiciera el daño que te hiciera, mires adelante. Nunca atrás.
No digo nada y dejo que el significado de mi silencio se entienda.
-Hablando las cosas se entienden y, a veces, se arreglan.
Sale de la habitación cogiendo su chaqueta y cerrando la puerta. Mis manos, inconscientemente se pasean por mi pelo una y otra vez, dejándolas descansar allí. Un suspiro de frustración sale suavemente de mi boca. Esa misma que besó los labios de Joy.
Conscientemente de lo que acabo de pensar me retracto y obligo a mi cabeza a volver a mis anteriores pensamientos.
Papá tiene razón y no puedo discutírselo. Necesito saber porque sonrió. Porque hizo lo que hizo. Porque esperó tanto a hacer la primera llamada de disculpa.
Como ha dicho Nick, él sigue siendo mi hermano. Misma sangre, mismos progenitores, mismo todo. Familia. Y aunque eso no me haga mucha gracia ahora, necesito arreglar el caos en el que me he sumido estos pasados años.
Desde que me reencontré con Joy he vuelto a ser yo. Un nuevo yo para algunos, el viejo yo para otros. Así que haré lo que me parezca correcto, no lo que mi cabeza o corazón piensen.
Cojo el papel sin pensármelo dos veces y saco el móvil preparado para marcar. Preparado para oír su voz.
Preparado para arreglarlo.
Paso mis dedos por la pantalla lentamente mientras escribo los números. Los reviso tres veces antes de pulsar el botón verde.
Suena una vez.
Suena una segunda vez
No suena una tercera.
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Buscando En Las Estrellas.
Novela JuvenilWyatt no siempre fue un chico complicado, ni negativo, ni cerrado en si mismo. Su madre desapareció, los abandonó a su suerte, a su padre y a él. A partir de entonces todo cambió; las sonrisas desaparecieron, la alegría se apagó, la relación padre-h...