Siento algo duro contra mi cuello, me congelo al instante. Mis ojos se abren al notar el brillo de una navaja.
Ni siquiera recuerdo cuando me quitó la venda.
¿Por cuánto tiempo me he ido ahora?
–Shh, tranquilo, no pasará nada–. Sigo sin mover un músculo, mis ojos van de arriba abajo, de él y de vuelta al cuchillo–. Es hora del castigo.
Muerdo mis labios mientras abre mi camisa con la navaja, es demasiado afilada como para simplemente pasarla y conseguir hacer harapos mi ropa. Llevándose mi piel.
Noto que mi sangre mancha la prenda; no quiero ver más, me siento pegajoso y adolorido, una extraña combinación. Tiemblo, siento frío por cada parte que pasa el metal y por las que mi sangre caliente recorre mi cuerpo.
–Sabes que te tengo aquí para cuidarte, ¿verdad? –me besa con cuidado. Dejo de morderme los labios.
–S–sí –logro contestar.
–Me alegra que nuestro amor sea tan profundo... que lo entiendas –rasguña mi piel ya desnuda con el arma–. Tan profundo –hunde la hoja sin pensar, justo en mi pecho. Sin clavarla del todo–. ¿Puedo tocar tu corazón?
– ¿Qué?
No me oye.
– ¿Podría apuñalarte ahora? –mi rostro de pánico lo enfurece, me controlo. Permitiéndome un único estremecimiento. Sé que lo haría, pero no lloro, porque se lo consentiría sin dudar.
No contesto en voz alta, y eso le molesta.
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Te amo |•COMPLETA
HorrorNo quiero dar mi nombre, dejemos esto en el anonimato. Fui secuestrado, torturado y abusado, por la persona que jamás creí capaz de lastimarme. No puedo respirar con tranquilidad desde que él me ha arrastrado aquí. Las ventanas permanecen cubiertas...