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Estuve toda la mañana organizando y ordenando la casa, mientras veía las últimas horas de Romina en la casa, no quería ser negativa y tirar todo abajo pero se sabía que era difícil, se que Romina tiene un gran futuro y el que ella siempre quiso. Romina me contaba lo ansiosa que estaba por entrar a la casa, semanas antes de que el programa empiece. Sentía que esto iba a ser una gran oportunidad para desligarse de sus ex, darles todo a sus hijas sin depender de ellos y sobre todo cumplir su sueño de trabajar en la tele, la verdad que si la veía en ese rubro, su rostro es perfecto y me encantaría estar cenando y verla a ella en algún programa por la noche u no se... Novela, quizás.

Por la tarde le prometí a mi abuela que iría a ayudarla con las nenas, era de sabido que hoy es un día movidos, ya todos estábamos seguros que Romina saldría de la casa.
En una hora, llegué y como siempre, entraba como si fuera mi propia casa.
Al entrar, estaba Mia cocinando sus panqueques para merendar, mientras Feli y Nina jugaban y a la vez miraban a Romina por pluto.

— Mira Jaz, estoy haciendo panqueques! ¿Me imagino que te vas a quedar a merendar?.— me preguntó Mia dando vuelta uno de sus panqueques.

— Que rico! Y obvio, seguramente me quedé hasta la noche otra vez.

Mientras merendabamos, mi abuela me llamo desde una de las habitaciones, me levanté rápidamente para ver si necesitaba ayuda pero recordé que la casa aún no la conocida del todo. Estaba a punto de entrar a una habitación pero justo se escuchó desde la otra esquina...

— Acá, Jaz, acá!

Me acerque hasta esa habitación que aparentemente era donde mi abuela dormía cuando tenía que quedarse más tiempo, aunque si, clara mente vivía más tiempo ahí.

— Quizas sea una buena noticia para vos, pero hoy mismo dejo de trabajar.

— ¿Por qué sería buena noticia? Te gusta mucho estar acá con las nenas...

— Si pero ya estoy grande y siento que bueno... Walter me dijo que quizás vos podrías quedarte y tener el trabajo.

— Me imagine algo, tendría que ver mis horarios... Pero, mmm.-— pensaba si sería buena o mala idea, sabía que tenía que quedarme prácticamente a vivir acá, acostumbrada a estar en mí zona de confort, con mis cosas, me daba un poco de ansiedad.

— Deberias de aceptar, te va a ayudar mucho si necesitas la plata.

Tenía razón, pensaba en que si Romina no salía hoy de la casa, tenía que convivir con las nenas, Walter y sus hijos. No podría, si no hay alguien más con la que pueda contar, pero prefiero arriesgar antes de que pongan a cualquiera que no conozcan.
En ese momento, Walter volvió y nosotras ya habíamos bajado al living.

— Ya le comentaste, Marita... ¿Sobre el trabajo?.— pregunta Walter.

— Si, es cuestión de que ella decida.

— Te doy el okay.— dije segura, probablemente me arrepienta pero debía ser objetiva con las cosas.

— Buenisimo! Sabes que te tenés que quedar con nosotros, en caso de que Romina salga esta noche, nos vas a acompañar a todos lados en lo posible.

Sabía que me diría eso, mi abuela hasta cuándo salían a cenar en familia la llevaban.
Corridas las 23:30 de la noche, estábamos juntos a las nenas mirando con terror y al mismo tiempo con un poco de esperanza de que Romina quizás saliera de la casa... Pasaron los minutos hasta que llegó el momento, definitivamente, Romina fue eliminada. Ella salió con una sonrisa de oreja a oreja, saludo a sus familiares, aunque faltaba lo mas importante que eran sus hijas.

— ¿Por qué no llevaste a las nenas?.— le pregunté a Walter mientras el miraba su celular.

— Ya es tarde, ni en pedo las llevo a esta hora.

— Pero esto la hubiera alegra un poco más, además estan despiertas todavía.

— Las va a ver mañana seguramente, ya esta...

— La van a tener aislada.— dijo Mia, poniéndose de pie mientras me tomaba de la mano y me llevaba a su habitación.— Vamos, Jaz, te quiero mostrar algo que le hice a mamá para cuando la vea...

Dejando a Walter en la nada misma, subimos a su habitación.

— En realidad el no nos quiso llevar, es mentira de eso que es tarde. El a veces deja a las nenas hasta la madrugada con los dibujitos y no dice y hace nada...

— Me pareció feo que no las allá querido llevar, hubiera sido lindo verlas ahí con romina.— le respondí mientras le secaba las lágrimas que alcanzaron a salir de sus ojos.

— La extraño y quiero verla.

— Lo sé, pero bueno, habrá que esperar hasta el martes seguramente. Yo voy a acompañarte por ahora e incluso me quedaré a dormir.

— ¿De verdad?!

— Si! Hasta creo que voy a ser su nueva marita.— reí.

— Ay! Vamos a poder salir con mi mamá a merendar juntas, te va a amar.

— Probablemente...— dije riendo.

Mientras acostaba a las nenas, pensaba en lo cruel que fue en no llevarle a sus hijas. Se que se verán dentro de un día o dos, pero se que Romina seguirá ocupada que no tendrá el tiempo del mundo para estar solamente con sus hijas.
Termine de acomodar mis cosas y me acosté, estuve a punto de poner pluto, pero recordé que Romina ya no estaba, mal no me ponía porque sabía que la iba a poder ver aún más cerca, iba a poder entablar una conversación, entre tantas cosas, sentía que íbamos a poder tener una muy buena relación o amistad con la cual podamos hablar y compartir mucho momentos junto con las nenas... Me acoste y solo pude pensar en la manera que le voy a hacer este trabajo quiero ser útil y de gran ayuda para Romina...

EllaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora