"En aquel día..."

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En aquel día, una mano desconocida tocó a mi puerta.

Desperté extrañada al descubrir que no se trataba de alguien familiar. Estaba sorprendida de ver a alguien tocando a mi puerta, ya que nadie viene a este mundo para saludarme. Sin embargo, aquella persona se quedó mirándome como si no hubiese esperado encontrarme allí. Aunque me miraba sorprendido, sus ojos tenían un brillo particular, algo que no había visto antes en los ojos de todos los que venían a verme.

Me acerqué a paso lento, extendiendo mi mano para poder tocar la suya, a lo que él dibujó una sonrisa. Cuando su mano y la mía se encontraron por primera vez, una nota nació en mi corazón. Y fue la primera vez en la que me sentí diferente. Pude sentir, aunque hubiese una pared de cristal de por medio, una calidez que hizo que mi corazón cantara de felicidad.

Aquella persona me miró entonces de forma diferente a los demás, con una expresión suave. Su mirada estuvo desde entonces conmigo y me dio una sensación cálida dentro del pecho.

—Imposible —fueron sus primeras palabras.

Escucharlas me hizo alejarme rápidamente, sentándome sobre la pequeña silla blanca en el fondo, para darle la espalda. Yo no... yo no podía hablar con extraños. En realidad, no podía hablar con nadie. El globo de cristal en el que me encontraba era precisamente eso, un mundo alejado del de los humanos.

—Ah, lo siento, ¿Te he asustado? —no respondí, sólo decidí seguir viendo al suelo—. De verdad lo lamento, seguramente te desperté y eso fue una descortesía de mi parte —no hubo respuesta de mi parte. No podía dársela aunque deseaba decirle que no había sido su descortesía lo que me había asustado—. Soy Kaito —dijo riendo—. Mi nombre es Yuna D. Kaito. Mucho gusto.

Por alguna razón, encontré su nombre divertido.

—Este mundo a tú alrededor es realmente hermoso. Pero, debe ser solitario estar lejos de todos.

No, no era solitario. Era mucho mejor que estar con todos. Me sentía mucho más en calma al estar por mi cuenta. Me daba mucha más serenidad.

Vete por favor —susurré en voz baja. Él tal parece no se percató.

—¿Tú tienes un nombre?

—No —respondí después de unos segundos, abrazando mis piernas entre mis brazos. Una muñeca mecánica es sólo un objeto al que no se le da un nombre, pensé, aun cuando quise decirlo en voz alta. Un ser que carece de corazón propio, ¿Cómo podría tener algo tan humano?

—¿Por qué? —preguntó él como si hubiese escuchado mis pensamientos. Me volví hacia él, sorprendida. Tenía dibujada una sonrisa en los labios—. Un nombre es importante, tiene poder. Es por ello que no deberías de subestimarlo. Yo buscaré un nombre para ti.

—¿Por qué? —pregunté.

—Será un regalo para ti.

—No quiero.

—¿Eh? ¿Por qué no?

Fui capaz de volverme a verlo, enfrentándole con la mirada.

—Yo no soy como tú. Además, si estás aquí, es porque vienes a cuestionarme, no para conversar conmigo.

—Ah, pero te equivocas en eso, ningyo-chan.

—¿Cómo me has llamado?

—Ningyo. Del lugar que provengo, significa muñeca. Aunque sería más adecuado llamarte karakuri, dado a que te ves a ti misma como una muñeca mecánica.

Red Moon~ (Resubido)Where stories live. Discover now