Maestro Yi parte 2

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Los rumores acerca del todopoderoso soldado se extendieron a lo largo y ancho, como la bruma en las montañas. Inspirados por su coraje, incluso sus discípulos se unieron al combate y viajaron juntos a Navori, donde se estaba lidiando la mayor de las batallas.

Los comandantes noxianos vieron en Wuju una amenaza que no podían pasar por alto. Exploraron el origen de aquellos incomparables guerreros y decidieron atacar su hogar sin piedad. Arrasaron toda la aldea en una sola noche; su gente y su cultura quedaron destruidas por un fuego químico que ningún acero podía contener.

Cuando por fin terminó la guerra, Yi, el único discípulo superviviente, regresó pero no encontró más que ruinas. Hasta la magia de la tierra había sido víctima de la profanación, y todo lo que él había conocido y amado había desaparecido. Con el espíritu destrozado, aunque no así el cuerpo, Yi se convirtió en la última víctima que dejaba el ataque. Al no haber otros practicantes de Wuju vivos, se dio cuenta de que él era el único que podía poseer el título de maestro.

Abatido por el dolor, decidió recluirse y se dedicó a entrenar obsesivamente para soportar la culpa que sentía por haber sobrevivido. Pero la sabiduría de los maestros fallecidos parecía desvanecerse con el paso del tiempo. Comenzó a dudar de si un solo hombre podría preservar toda una tradición... hasta que se topó con la persona más inesperada.

Un peculiar vastaya de apariencia simiesca lo desafió a un duelo. Reticente, el Maestro Yi respondió a la petición de la criatura y la derrotó con facilidad. Pero el vastaya se negaba a rendirse, y volvía día tras día con trucos cada vez más astutos que obligaban a Yi a reaccionar e improvisar. Por primera vez en años, Yi sintió de nuevo el espíritu de Wuju.

Se enfrentaron durante semanas hasta que el magullado desconocido por fin se arrodilló ante él y se presentó como Kong, de la tribu Shimon. Suplicó a Yi que le instruyera y este vio en aquel temerario pero decidido guerrero todo lo necesario para ser su discípulo. A través de la enseñanza, Yi halló de nuevo un propósito: transmitir las artes de Wuju. Como señal de este compromiso, obsequió a su pupilo con un bastón encantado y con un título honorífico: a partir de ese día, Kong sería conocido como Wukong.

Ahora viajan juntos por las Tierras Primigenias mientras Yi busca honrar el legado de su hogar perdido para poder sentir que merece que le llamen "maestro".

**********Para seguir leyendo las historias tenéis que ir a segunda parte.**********

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