Oneshoot

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Mo Guan Shan agarraba su sándwich como si quisiera arrancarle el alma. Sentía bullirle la ira y apenas podía controlar el temblor de sus manos y piernas, en ese momento era una bomba a punto de explotar y aunque quería, no era capaz de calmarse.

-Montañita, que haces tan solo?, me echabas de menos?.

- Vete a la puta mierda, He Tian, me molesta enormemente tenerte cerca de mí, largo si no quieres que te reviente!

- Vamos Mo, no querrás continuar siendo tan grosero....

- Que te largues! – Mo Shan Guan se levantó encarando a su personal demonio.

He Tian ensombreció la mirada y acercó él también a su cara. Tenía una mirada fría y peligrosa, Mo no entendía cómo había conseguido en menos de dos semanas hacerle sentir tan poca cosa, He Tian enfadado podía ser el peor de los enemigos. Instintivamente dio un paso atrás y en ese momento He Tian supo que ya lo tenía dominado y es que si algo le gustaba de esta extraña relación era la sensación de poder subyugar a ese delincuente, le generaba un extraño hormigueo que le recorría todo el cuerpo. Que placer podía obtener con tan poco, él, siendo deseado y envidiado por todos, nunca había disfrutado tanto con el contacto de otra persona, con él podía dejar ver su lado más sádico y dominante, aquel que escondía al resto de sus compañeros.

Aprovechó la ocasión para acercarse más a su compañero y pasarle su brazo alrededor de su cuello en un agarre fuerte e imposible de romper. Sabía que Mo ya no rechazaba ese tipo de contacto, bien, poco a poco iba conquistando pequeñas parcelas de contacto con la piel del otro. Había sido un trabajo arduo difícil pero no por ello menos gratificante, cada pequeña conquista, era una batalla perdida de Guan Shan y un triunfo de Tian hasta conseguirlo todo.

Y qué era todo?, ni el mismo lo sabía, entendía que le resultaba placentero molestar al pelirrojo, que ambos eran seres oscuros con muchos problemas ocultos que les atormentaban, y quizás fuera eso, el saber que había encontrado a alguien con un alma tan negra como la suya lo que le había fascinado tanto. Guan Shan estaba herido por dentro tanto como él y como un igual lo reconocía, y quizás por eso mismo, en cuanto lo veía con la mirada fija y el ceño fruncido dejándose arrastrar por su propia oscuridad, no podía evitar ir y sacarlo de ese pozo negro.

-    ¿Qué te parece si hacemos unas canastas? Quien llegue a 21 gana.

-    De acuerdo, pero si gano no vuelvo a verte el pelo en todo el fin de semana.

-    Esos será si ganas, si no, vendrás a mi casa a cocinar y limpiar- dijo con su sonrisa fingida.

Mierda, pensó Guan Shan, no puedo fallar, este desgraciado me fastidia más de lo que me ha fastidiado nada en este mundo, ¿en qué momento tuve que implicarme con él? ¿Por qué no soy capaz de alejarlo de mi lado? ¿Qué busca de mí? ¿Qué pretende? Me siento como un juguete en sus manos, estoy harto, de verdad, necesito que pare, que se aleje, mi vida ya es una mierda, porqué he de complicarla más con este tipo siempre cerca de mí.

Empezaron a jugar, ambos eran diestros en el juego y mientras Mo atacaba, Tian lo bloqueaba con su cuerpo sudado y un poco más grande que el suyo propio, respirando fuertemente y dejando pequeñas perlas de sudor que impactaban con su piel. Mo dribló a la derecha y lanzó al aro pensando que se había deshecho del contrario, pero el otro era rápido y consiguió meter la mano en el último momento haciendole un tapón que alejó la pelota de la canasta rebotando en el tablero y creando la oportunidad perfecta para que He Tian marcara y ganara el juego mientras Mo daba con sus posaderas en el duro suelo de la pista.

La sonrisa de Tian se ensancho y miró hacia Mo que aún en el suelo se frotaba su trasero.

-    Vaya, parece que alguien me cocinará esta noche, pero primero tendremos que pasarnos por el super a comprar lo que necesites para hacerme tu famoso estofado.

-    Y una mierda! Te cocinaré pero tu vas a comprar!

-    Vamos, yo no sabría escoger los ingrediente, además – dijo ayudándolo a levantar y agarrándolo fuertemente para que no pudiera alejarse de su lado – creo que seremos la envidia de todos si nos ven tan cerquita mientras compramos los ingredientes.

-    No quiero que me vean contigo! – Mo ya estaba otra vez colorado como un tomate.

Y es que quien podría decirlo, toda su ira se había transformado en miedo y preocupación por no acabar de entender a qué jugaba He Tian con él.

Podríamos decir que ninguno de los dos era capaz de hacerse la pregunta por no querer ser conscientes de la respuesta que muy en su interior ya sabían pero se negaban a verbalizar.
He Tian pensaba que tenía a Mo en sus garras y que lo iba dominando a su voluntad por el simple placer de poder hacerlo, cuando la verdad es que se estaba convirtiendo en una droga que ya no podía dejar, lo necesitaba cerca, so voz, su piel y su alma, todo lo necesitaba y todo lo quería. Y Mo a su vez se dejaba arrastrar por el moreno, que como un tronco grande y fuerte lo mantenía a flote de si mismo evitando que cayera hacia el abismo en que se había convertido su vida.

De esta manera, se fueron alejando de la cancha y adentrándose en sus propios pensamientos sin apenas hablar de ese ellos que estaban construyendo, de si eran amigo o enemigos, compañeros o simplemente algo que en sus 16 años de vida aún no eran capaces de definir.

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