[Capítulo único]

56 3 0
                                    

"- ¡Arya! -grito la madre de la susodicha. Esta se detuvo en su afán de peinar su cabello y miro la puerta de su habitación ceñuda.

- ¡Ya voy, mamá! -grito de vuelta, enfadada. Dejo su cabello suelto, cayendo en ondas por su espalda. Se miro en el espejo y le gusto lo que vio, como siempre.

Sus ojos azul cielo cautivarían a cualquiera que los viera. Sus labios rojizos y suaves al tacto eran el deseo de todos los chicos del pueblo. Su piel pálida y sin ninguna imperfección era suave y lisa. Su cabello rubio perfectamente peinado enmarcaba su rostro de forma delicada. Llevaba un vestido blanco de mangas largas que le llegaba hasta las rodillas y debajo unas calcetas bucaneras, igualmente blancas, y unos zapatos negros, aptos para andar por tierra y barro.

Salió de su habitación lentamente, sin ganas de ir a la casa de su "enferma" abuela. Al salir vio a su madre mirándola ceñuda. Una mujer común, de ojos azules y pelo castaño oscuro, liso y corto. Nunca llego a conocer a su padre, murió antes de que ella tuviera algo de conciencia, sin embargo, según su madre, ella era la viva imagen de su padre.

-Se te hace tarde -le reclamo la mujer de cabellos oscuros, con mirada penetrante.

-Lo siento, mamá -se disculpó de mala gana Arya-. Aunque estoy segura de que ella solo está fingiendo -murmuro con pesar, sin que su madre la escuchara. Tomo la canasta que se encontraba encima de la mesa y estaba apunto de salir cuando su madre llamo su atención.

-Olvidas tu caperuza, linda -le dijo colocándosela. La chica miro atentamente como su madre anudaba su caperuza de terciopelo de color rojo pasión, la cual había sido un regalo de su abuela. Ella odiaba usarla, pero era invierno y hacia un frio horrible afuera. Cada que salía durante el invierno ella usaba esa caperuza roja, razón por la que algunos de los mayores la empezaron a llamar Caperucita Roja-. Ah, y ten esto, en caso de que la necesites -agrego, entregándole un pequeño objeto rojo y alargado. Arya lo examino un momento hasta que encontró un pequeño botón en un extremo, el cual presiono. En ese instante algo salto desde dentro del objeto, revelando una pequeña navaja, bastante afilada.

-Gracias -dijo Arya simplemente, cuando hubo guardado la navaja en uno de los bolsillos interiores de su caperuza, para después salir de su casa, enfrentándose al frio de la mañana. Suspiro frustrada y empezó a caminar en dirección al bosque.

Desde su casa hasta la casa de su abuela eran dos días por la carretera, sin embargo, por el bosque que se encontraba al lado del pueblo era tan solo medio día si seguías el camino.

- ¡Arya! -un grito interrumpió sus pensamientos. Arya se detuvo y volteo a un lado al ver a un chico corriendo hacia ella, que después de unos segundos logro reconocer como Garret, uno de los chicos que la pretendían.

Garret era uno de los chicos mas guapos de todo el pueblo. Tenia el cabello castaño y algo largo. Su piel ligeramente bronceada no daba indicios de trabajar de sol a sol como lo hacía usualmente, en el campo de cultivo del pueblo. Tenía unos ojos negros como el carbón. Tenía 17 años, 2 más que Arya. No venia de una familia con dinero o poder, pero tenia encantada a la mitad de las niñas del pueblo, sin incluir a Arya, para su mala suerte.

-Hola Garret -saludo Arya con una sonrisa dulce, tal como lo hacia con todas las personas.

-Hola -devolvió el saludo Garret-. Te vi ir hacia el bosque, ¿Qué harás ahí? -pregunto, frunciendo el ceño preocupado.

-Iré a dejar unas cosas a la casa de mi abuela. Por la carretera son dos días, así que iré por el bosque, donde tardare medio día en ir hacia allá -contesto mirando hacia el bosque.

-Es peligroso ir sola, te acompañare, ¿sí? -propuso Garret, mirando a Arya a los ojos.

-No te preocupes tanto, Garret, estaré bien -trato de tranquilizarlo Arya, con una sonrisa amable. Este frunció aún más el ceño.

Caperucita RojaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora