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Durmió con el estómago en la boca, se sentía muy nerviosa, pero sí fue muy efectivo recurrir a Sarada ahora solo debía hablar con ella, sobre su dilema amoroso, de su novio, y pedirle toda su cooperación al respecto, luego también se sincerara con Sakura-san. Se durmió esperando la conversación con su hermano, pero este no salio mas de la habitación que compartía con Sarada.

Despertó con la boca seca y se levantó perezosamente hasta el baño, había olor a café, su hermano ya se había levantado, al salir del baño quiso volver a la habitación enseguida, pero sintió sus ojos de serpiente acechándola al final del pasillo por la cocina, así que dio media vuelta y lo saludo con una sonrisa. Se sentó a su lado, recordando que tenía una receta que darle, justo en ese momento este saco unos papeles de debajo de su manga y se los arrojó al lado de sus manos sobre la mesa.

El pánico se apoderó de ella, la había descubierto.

Los miro y abrió los ojos de sobre manera, eran ellos pero niños, una enorme sonrisa se dibujó en sus labios -¡hermano estás sonriendo!

Este le sonrió, y por unos segundos pudo recordarlo, su voz de niño, siempre fue grave, sus ojos brillaban mucho cuando sonreía sinceramente, y por muy pocos segundos lo hizo de la misma manera justo en ese momento, volvió a mirar las fotografías eran un total de tres -yo no lamento vivir en este mundo. -Susurro.

Mitsuki se quedó de piedra, eso fue lo último que ella le dijo justo antes que se separan y él la creyeran muerta por casi un mes. "Yo no lamento vivir en este mundo, porque te tengo a ti hermano, así que deja de sentirte culpable que no llevo una vida miserable".

-Ryoko recuerdas... ¿acaso recuerdas?

Ella sonrió -No, solo que por un momento escuche tu voz en mi cabeza. -No quería arruinar la bonita hermandad que construyeron este año.

Este se relajo, le dio una taza de té a su hermana, ella había ido a guardar las fotografías, las volteo antes de guardarlas en su mesa de noche, contenían un código y unas longitudes, seguramente algún lugar, ya iría después para asegurarse bien de qué trataba.

-Hermano ¿puedes hacer esto algún día de estos? -le entregó un papel con una receta escrita.

La leyó y luego aceptó -Claro - lo guardó con cuidado -¿puedes llevar a Ikuto dónde los Hyuga? con Sarada iremos a inscribirlo al jardín, nos decidimos que ya es tiempo que esté con niños de su edad.

-Si, si puedo. Volví a entrenar con Hima -le informo emocionada y esto le alegró el día a Mitsuki. Nunca le gustó el hecho que entrenara con los InoShikaChou.

Sarada se levantó y le pareció extraño que su padre no lo estuviera, vio que Mitsuki estaba peinando a Ryoko, esta reía, mientras le preguntaba cosas de cuando eran niños. El albino había traído unas fotos que encontraron en la guarida cuando se quedaron allí.

-Con que siempre fuiste un chico maduro- dijo está integrándose -no está bien que tú mismo lo digas.

-Lo dice Karin, no yo - rodó los ojos.

-Chicos voy a preparar un almuerzo -anuncio Ryoko, Sarada retrocedió y Mitsuki la miro confundido. -Alguien no cree qué mi comida es indigesta y me reto a hacerle un almuerzo -mintió mitad, la otra mitad era cierta.

-¿En tu trabajo? -preguntó su hermano y ella asintió. - No deberías molestarte, pero si el tipo te cae mal prepara le uno con todas tus ganas.

Que terrible hermano eres, pensó Ryoko. Rió por esto -lo haré.

Fue a ver a Tora, al depto que le había cedido voluntariamente a su mamá, pero no lo encontró en el interior, tomó el resto de ropa que le había quedado, se ducho y fue a buscarlo por el edificio. Un niño se le quedó viendo.

No es obsesión, se llama amor.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora