Ni la ciencia ni la religión nos han podido brindar una explicación concreta acerca de cómo se genera este fenómeno. Estos mensajes, sonidos, voces que tengo en mi cabeza, prácticamente se han quedado plasmados en ella. Tranquilo, no es un caso de esquizofrenia ni nada parecido. He llorado lo suficiente a lo largo de cuatro meses debido a esta situación extraordinaria, por lo que hoy he decidido renunciar a ellos.
No solo a las palabras, si no a los recuerdos; a las imágenes, a los olores y colores. Principalmente a los sentimientos que me vuelven a abrazar cada que pasan arrastrando los pies por mi mente. Estos sonidos eléctricos, energía psíquica o cualquiera que sea su naturaleza me han atormentado a lo largo de muchas noches, de muchos días. Han arruinado mi salud mental, mi paz interior. Entraron a la fuerza causando mucho dolor, como una turba de inmigrantes sin papeles, ilegales, sin domicilio que habían llegado para poblar mí interior por tiempo indefinido.
Su timbre, tanto el tono de su voz como la velocidad de esta. He tenido tiempo de sobra para reconocer todas las caras de esta molestia constante en mi vida. Pero se ha acabado, porque así lo he decidido.
La muerte y la ausencia van tomadas de las manos en algunas ocasiones. La visión artística y dramática choca con la realidad, donde ambas poseen matices semejantes sí se observa con cuidado. Hoy he decidido venir a enterrar mis miedos, la inseguridad que me dejaste, las promesas que rompiste y un beso de despedida. Hoy, Tobías, voy a despedirme de ti.
Si cierro mis ojos, puedo escucharte. "Dame otra oportunidad" "Esta vez voy a ser diferente" "Estaba pasado de copas". Los girasoles, las cartas de disculpas, el sexo reconciliador y las tardes noches en el sofá escuchando a José Madero, mientras tu cuerpo recibía al mío entre sus brazos. Aun puedo ver tu rostro limpio, tus cabellos sin peinar y el tamaño de tu espalda. ¿Quién diría que detrás de un rostro tan amable escondías tantas mentiras? Hipocresía, falsedad, ironía.
Lloré a mas no poder la segunda vez que descubrí que me engañabas. Pase semanas realizando mi rutina diaria como si fuese un autómata. No tenia voz, mi conciencia estaba mareada, mi cabeza pensaba y armaba teorías del por qué lo había hecho. Juro por Dios que me hiciste sentir horrenda, aburrida, mínimamente querida y totalmente desgraciada. ¿Cómo iba a entenderlo?
Tuvieron que pasar algunos meses para que lo entendiera. Mamá me enseño a cuidar y proteger lo que más amas. No es muy difícil deducir lo que pasaba. Tú no lo hacías; tú no me amabas. Por eso diste un paso franco hacia un lado y continuaste con tu vida. Te llevaste todas tus cosas, tus chamarras que te había robado cuando los días fríos que romantizaba nos alcanzaban, tu regalo de cumpleaños y el de Navidad. Te llevaste un par de camisas que olvidaste aquí, te despediste bajo el umbral de mi puerta, y te llevaste todas tus pertenencias materiales.
Sin embargo, olvidaste mucha de tu basura. No hablo de las envolturas de tus dulces o de las drogas que consumías en secreto. Tampoco hablo de tu playera de los Pumas o tu llavero de los Broncos. Hablo de todas tus palabras, tus actos y tus promesas. Todas ellas se convirtieron en eslabones de cadenas que he tenido que cargar como un alma en pena. Jamás me dijiste que lo sentías, nunca me pediste perdón por todo el daño que me hiciste. Solo querías mantenerme a tu lado, tomando decisiones egoístas.
Quisiera que estas líneas entraran por tus ojos como las rayas de cocaína que aspirabas en las fiestas donde no te controlabas. Quisiera que estuvieras viéndome a esta hora de la madrugada armando esto para ti. Lo lamento, y tu también. No estás aquí para verlo, no estas a mi lado, ni siquiera te encuentras en la ciudad. Probablemente a esta hora estés despertando con una cruda infernal, poniéndote viejo, acumulando moho y peleando con el espejo.
Quizás en algún momento de tu vida, el arrepentimiento no te deje dormir. El resentimiento, por no haber hecho bien las cosas. Por no haber conocido el valor del respeto ni lo afortunado que fuiste al poseer un corazón que te amó sin restricciones y sin escuchar a la razón. Ojalá que, en los años venideros, este recuerdo no se haya convertido en la peor de tus acciones. Ojalá que nunca sientas lo que es sentirse abandonada, ni la desesperación que una mujer puede encontrar en la soledad que queda cuando su corazón se desgaja y termina por estrellarse, como si de un cristal se tratara.
Tengo mis manos heladas, siempre tengo que dormir con calcetines en ellas para calentarlas. Pero no siento mas frio en mi interior. Te has ido, y estoy mas que feliz por ello. No tengo idea de donde estés, a lo que te dediques, si estas con alguien o si intentaras mandarme mas señales. Tus psicofonías se han desvanecido, como una fotografía vieja que va perdiendo el color o una vela a la cual se le ha acabado la mecha y se le ha derretido toda la cera. Me he liberado de mis grilletes, pero no busco una venganza ni te deseo desdicha; he cargado con sentimientos inútiles y eso no se lo deseo a nadie, ni siquiera a alguien como tú.
No pienses en volver, pues la muerte y la ausencia van tomadas de la mano en algunas ocasiones, y esta es una de ellas.