6 | Amadis

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—Conecten neuronas. Piensen por una vez—me dije a mí misma en un intento de averiguar que estaba ocurriendo.

Amadis era amable y genial, pero había algo en ella que no lograba cerrarme del todo.

Y los cupcakes ¡Eran rojos! Estoy segura de ello. Pero luego fueron azules y...

Esto era una locura.

Miré mi teléfono y volví a llamar a Wendy. Luego de un tiempo se digno a contestar.

—Wendy, sé que no quieres hablar ahora, pero necesito que me respondas algo rápido ¿Cuál era el nombre de la organizadora de tu boda?

&No lo recuerdo bien. Espera un momento.—Se oyeron pasos y cajas— Era un hombre. Paul.

—¿Estas segura? ¿No hay alguien llamada Amadis, por casualidad? Una asistente.. Algo.

—Creo que no. Pero, ¿Amadis? Es un raro nombre ¿Estas jugandome una broma?

—No, pero yo... Tengo que colgar.

Corté la llamada sin esperar una respuesta, porque yo misma tenía mis propias preguntas.

¿Quién era Amadis?

—Serena, cariño ¿Podrias ayudarme con algo?

Gloria me llamó desde el comedor quitándome del estado hipnótico en el que me habían dejado mis pensamientos.

—¡Ya voy!

Trabajé la media hora que aún me quedaba sin dejar de pensar en esa mujer rubia y simpática que había conocido.

¿Me habría drogado? Ese cupcakes tenían algo ilegal. ¿De qué otra forma noté el cambio de color luego de comerlo?

Pero una droga no puede durar tantos días para mantenerme engañada ¿O si?

Tenía que dejar de imaginar cosas. «Despierta Serena. Estas en la realidad.»

Los cupcakes no cambian de color.

Las personas detestables son detestables.

Los cerdos no vuelan.

El dinero no llueve.

No recibí mi carta de Hogwarts.

Si. La horrible y miserable realidad en la que estaba atrapada.

Me acerqué a la puerta de la pastelería y cambie el cartel de abierto a cerrado, mientras suspiraba confundida.

—¿Qué está pasando? Todo esto es muy extraño.

—A veces es difícil controlar lo que deseas ¿Verdad?—Otra voz.

Pegué un salto asustada.

—¿Pero qué...?

Amadis estaba en una mesa de la cafetería.

Tan perfecta como siempre, tenía un vestido floreado y el cabello recogido con una coleta. Sonreía perfectamente mientras tomaba un café que no recuerdo haber servido.

Esto de asustarme se estaba volviendo una costumbre.

—¿Qué haces aquí?

—¿Qué crees que hago aquí? Es una cafetería, Serena. Estoy tomando un café.

Me apresuré a acercarme y me senté rápidamente frente a ella, intentando bloquear la salida.

—¿Qué está pasando?

Quiero Que Me Quieran [CL #1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora