-a little secret-

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Ya era de día, llevábamos unas 9 horas dentro del vehículo y 5 con Harry acompañándonos. El trayecto se basó en Elton cabreado, Harry haciendo la broma y yo en medio de todo, cómo siempre que pasaba por una situación similar.

—¿Me explicas?, ¿De donde diablos has sacado todo esto?, ¿Qué banco has robado? —habíamos pausado nuestro trayecto a quién sabe donde para ir a comprar algo en la gasolinera 24h más cercana. Mientras Elton recargaba con gasolina su propio auto, yo le enseñaba a Harry cómo el maletero del Mercedes Benz estaba repleto del dinero que anteriormente el rubio me había mostrado a mi, aquella vez en el baño de mi ahora ex hogar.

—No robé ningún banco idiota, tampoco te diré como lo conseguí. Estás aquí con nosotros gracias a ella, por mi te puedes perder. —seguía enojado, aunque intentara ocultarlo y negarlo diciendo que estando molesto no iba a ganar más que conflictos, se le notaba hasta en los poros como fingía. —confórmate con saber solo eso. —asintió mientras daba un par de palmadas al más bajo con un poco de rudeza en su hombro.

—¿A alguno de los dos se le ocurrió por casualidad la grandiosa idea de comprar cigarrillos? —pregunté por fin. Ambos negaron. Habían comprado snacks de todo tipo, Coca-Cola, zumo de naranja y alguna chuchería, todo eso menos cigarrillos. Esa escena era digna de un cigarrillo, es una lástima que los haya olvidado. Era el tiempo perfecto para relajarse destrozándose los pulmones. No era muy frecuente en mi puesto que no podía gastarme el dinero en tonterías, pero la situación me lo pedía, y a gritos.

—Yo iré por ellos. —se ofreció Elton, levanté el pulgar mientras sonreía en agradecimiento y este se dirigió de nuevo a la gasolinera que estaba disponible la veinticuatro horas. Me senté en el capó del auto y enseguida Harry me imitó, sentándose a mi lado.

—¿Sabes lo que es el lachesism? —rompió el silencio que habíamos mantenido desde que el rubio fue en busca de los cigarrillos.

—¿Lache qué? —pregunté confundida y curiosa.

Lachesism. Según la Wikipedia, es el extraño deseo de ser víctima de una catástrofe... tipo un accidente aéreo, un tsunami... cosas de esas. Yo tengo eso. —aclaró orgulloso levantando su mano levemente mientras asentia con la cabeza y sonreía. Lo observé como si me hubiese confesado que era fan incondicional de my little pony. Él, lejos de ser alguien peligroso, era especial y espontáneo, te encariñabas rápido con él pero a veces decía cosas que te dejaban sin habla. No sabía como reaccionar, no sabia si era broma y esa palabra se la acababa de inventar o si iba realmente en serio, me ponía nerviosa. —¿Tú que hiciste?

—¿A qué te refieres?

—Granada es un ladrón, eso está claro, robó algo o alguien, eso es algo que descubriré más adelante, aunque estaría bien que me lo aclararas... a veces da miedo. Solo para saber a lo que me enfrento. También tiene una mala conducta y puedo decir que tiene serios problemas con controlar su ira, estalla enseguida. Yo soy un enfermo mental, un suicida, una persona con una mente desordenada e inestable, aparte de eso, vendo sustancias ilícitas. —soltó una fría y gélida risa. —¿Y tú...? Vamos, no puedes ser alguien normal y estar con nosotros.

—¿Que te hace pensar que no?

—¿Qué persona en su sano juicio se pinta el pelo de rosa?

—¿Tan mal me queda? Elton comentó sobre mi pelo también.

—De hecho es original, aunque pareces una barbie con esa piel tan blanca. —rió. —Pienso que has hecho algo porque una pelirosa normal no estaría con dos inadaptados sociales en un Mercedes Benz sin rumbo alguno. —ahora la que reía de manera fría y gélida era yo.

—Pues, ¿a quién quiero engañar? De normal no tengo ni una hebra de cabello.

—Deja de evadir mi pregunta. —dijo dándome con el codo.

—Eh... yo... —estaba muy indecisa. ¿Podía confiar en él?

—Aquí tienes. —fui interrumpida por el rubio, quién arrojó a mi regazo un paquete de Malboro junto con un encendedor de color metálico y un mini micrófono rosa. —Supuse que no tenias encendedor así que te compré uno y me regalaron el micrófono rosa. — dijo.

Cogí el paquete junto con el encendedor azul cielo y los metí en mi bolsillo. Después cogí el micrófono y me lo puse cerca de los labios.

—Y dinos Elton, ¿Cómo sienta el estar conduciendo prácticamente todo el día con una pelirrosa y un pelirrojo sin rumbo fijo? —comprobé que el micrófono funcionaba, y así era.

Acto seguido, Elton me cogió el objeto.

—Como la mierda, realmente. Principalmente porque a este le entra hambre a cada segundo, y tú no dejas de decir que necesitas mear...

—Menos mal que no me quejo de mis ganas de potar...

—¿Que hacían?, ¿coqueteaban? —cambió de tema mientras los tres volvíamos de nuevo al interior del vehículo. Harrison y yo estallamos en risas, lo que hacíamos estaba muy lejos de coquetear.

—En realidad... —dijo Harry mientras cerraba la puerta trasera del auto. — No coquetearía con ella.

—Vaya, que manera de decirme que soy horrible. —esta vez fue Elton quien sonrió.

—No es porque no seas guapa, digo, lo eres. Es que, en realidad, soy gay. —eso fue inesperado. —¿Qué decirles? Me gustan los hombres y no puedo evitarlo. —alzó los hombros. —Para no crear malos entendidos. Granada, no eres mi tipo, demasiado agresivo.

—Oye...tú no te quieres la vida, ¿no? —dijo Elton quien giró su cuello para centrarse en el chico bajito que estaba detrás nuestro. Los tres reímos al unísono mientras Elton encendía el motor del automóvil y las ruedas empezaban a girar, haciéndonos avanzar hacia un destino incierto. Enseguida bajé la ventanilla y me dispuse a encender uno de los detalles de Elton con otro de los detalles del mismo. Sin muchos rodeos llevé el arma letal a mi boca y dejé que mis pulmones se llenaran de mierda en unos segundos. Era una sensación jodidamente relajante.

—Es de cobardes matarse de esa manera. —añadió el pelirubio. —Si quieres morir, hazlo con los cojones bien puestos. ¿Porqué acabar consigo mismo de manera tan lenta? Si tanto odio sientes por tu propio ser pienso que es mejor acabar con el sufrimiento de forma rápida.

—No se trata de eso, ¿sabes? —dije mirándole. —No lo hago para matarme, si así fuera lo que pondría en mi boca seria una glock y no un cigarrillo, estúpido.

—¿No fumas granada? —preguntó Harrison inclinándose hacia delante para obtener una mejor vista. El chico negó con la cabeza.

—Me produce asco. —qué manera más indirecta de decirme que le repugno, gilipollas.

***

If this walls could talk

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⏰ Última actualización: Nov 11, 2019 ⏰

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