El que con lobos anda

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Era de los pocos que podía presumir una familia unida. Su padre era un hombre cálido sin las limitaciones del machismo abrasivo que dicta " los hombres no demuestran amor" ni ninguna otra cosa propia de mentes cerradas. Su mamá era una mujer independiente, moderna y trabajadora pero con una tendencia a la mesura que procuraba heredar en su hermana. Una chiquilla dulce y cariñosa, sumamente tímida. Siempre le enseñaron a ser acertivo y empático y quizá era por los ideales tan altos que habían fijado en él que era un poco más nervioso que los demás sin que su capacidad de empatía fuera aplastada. Era respetuoso, los amigos de sus padres lo catalogaban como un pequeño caballero. Mantenía sus calificaciones y no se metía nunca en problemas. Era el orgullo de papá, era el amor de mamá. Todos sus profesores tenían algo bueno por decir de él y las niñas siempre querían invitarlo a sus cumpleaños porque era de los pocos niños que nunca era grosero ni violento. Red siempre contaba a todas sus amigas de la vez que lo vio cuidar de un pajarillo herido hasta que mejoró y cómo gasto toda su mesada en comprarle un bebedero para que volviera a visitarlo.

Craig era algo así como el hijo modelo porque tenía una familia modelo, de esas perfectas que escogen para los comerciales donde todos están riendo mientras cenan y después pasan la sobremesa jugando monopolio. Ser tan tímido era su único pero. Tímido y nervioso como un conejito y por eso algunas veces los otros niños no se juntaban con él y se burlaban sobre todo cuando las niñas lo defendían. Era feliz con sus tres amigos ; Clyde, Token y Jimmy. Los recesos eran divertidísimos con ellos. Jimmy era serio, quizá demasiado pero se equilibraba con la extrema locura de Token. Parecía que nunca pensaba lo que hacía. Clyde era calmado, igual de tímido que él y por eso lo consideraba su mejor amigo aunque no lo decía en voz alta para no herir a los demás, su papá le había hablado muchas veces de los sentimientos ajenos. Craig era entonces el niño que todos los demás padres anhelaban.

Un día llegó un estudiante de otra clase. Entró al salón, escribió su nombre en el pizarrón y evaluó a cada uno de los niños con una expresión tan fría que no pensaba que pudiera ser un niño. Se sentó sin esperar que el profesor le indicara dónde , le pareció lógico que si había un lugar vacío fuera para él. Junto al grupo de Stan. No quería mirarlo de más, pero en realidad era un niño... Bonito. Con sus cabellos rubios todos revueltos, su cara redonda y sus facciones pequeñas. Sus ojos, quería mirar sus ojos por siempre. El rubio lo descubrió mirándolo y una sonrisa perversa se formó en sus labios al deletrear una palabra sin pronunciarla.

"Marica"

Se sonrojó sin saber si fue por ser descubierto o el insulto, pero decidió que mejor sería no volver a mirarlo. Pero sus ojos instintivamente eran atraídos por ese niño, sentado como un soldado sin mover de más un músculo, atento a la clase, con una voz decidida respondiendo lo que le preguntaban. Ese día propuso, cosa poco frecuente en él, que jugaran un poco más cerca a la mitad del patio. Solo era una coincidencia que fuera el lugar donde se reunían Stan y sus amigos, incluyendo el más reciente agregado. Era tan bonito que no podía dejar de verlo, aunque volviera a llamarlo marica. Sus ojos azules verdosos con líneas doradas estaba cubiertos por unas gruesas pestañas también doradas. Sus labios parecían una línea por lo poco expresivo que era. Pero le gustaba que fueran un poco más delgados en las orillas, como un macarrón. Rió viéndolo comenzar a dar órdenes y más al ver que ni siquiera Kyle protestó. Sin duda un líder innato. Tuvo que voltear avergonzado cuando Token le llamó la atención. Descubrió que vivían cerca cuando los padres de ambos fueron a recogerlo y enseguida supo que los suyos eran esa clase de padres que asfixian a sus hijos con tantas atenciones. No le sorprendió ver que incluso a ellos los ignoraba, como si la tierra que se había quedado en sus uñas al jugar con los otros fuera lo más interesante del universo. Su padre lo tomó de la mano, notando las insistentes miradas al otro niño y le preguntó si era su nuevo amigo. Craig no se sonrojó esta vez, podía confiar en su padre al decirle que no era su amigo y era demasiado callado pero que era niño muy bello. Esa fue la palabra que usó y que formó una mueca sorprendida en Thomas, pero que fue rápidamente suplantada por una sonrisa , pasando sus manos por sus cabellos diciéndole que podía invitarlo a jugar a casa si quería. Craig no sabía cómo explicarle a su padre que Tweek, su nombre debía ser tan exótico como su dueño, estaba en el bando de Stan y aunque no eran enemigos, simplemente no le gustaban. Kyle iba muy mal en la escuela y Kenny era muy violento. Stan parecía demasiado eufórico, le daban miedo. Pero quizá juntaría el valor de llevarlo a jugar con él, le mostraría sus libros favoritos y le dejaría acariciar a Stripes. Esa noche en casa, el tema de sobremesa fue que no a todos los niños les gustan las niñas y eso está bien.

Soda atómicaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora