Sábado, 26 de enero. Una chica de cabellos azabaches caminaba por el centro comercial junto a su madre. La niña de nombre Rocío, paró sus pasos justo en la parte del cine. Hoy iba a ver una película con su actual mejor amiga, y la prima de esta. Por cierto motivo, la madre de Rocío decidió ir a dejarla ella.
— Ok, mamá. Déjeme acá, yo esperaré a Helena. — la pelinegra sonrió amorosamente, intentando convencer a su madre.
— Mhm, ¿Y en cuanto tiempo va a llegar? — la madre de la pequeña la miraba con desaprobación.
— Unos quince minutos, por ahí.
— Bueno, hija. Adiós, llámame. — dijo su madre antes de marcharse.
Rocío giró su cabeza a todos lados al notar que su madre ya se había ido. Buscaba a alguien con la mirada. Rápidamente, pilló a quién buscaba. Una gran sonrisa apareció en su cara, y fue corriendo a los brazos de esa persona.
— ¡Honey! — gritó la pequeña, tirándose a los brazos de la chica de cabello liso. — Te había extrañado mucho.
Danette, la actual persona que le gustaba a Rocío, se encontraba sonriendo como una boba.
— Y yo a ti, panqueque. Luces tan apuesta, más alta de lo habitual. — la chica de cabello castaño besó la frente de la menor. La menor se acerco más a su chica. En ese instante, unieron sus labios en un tierno y cálido beso.
En ese momento, las dos sentían que estaban en un diferente mundo. No, ya no le importaban las miradas malas a ninguna, solo se mantenían en el beso, cómo si fuera lo único que necesitaban. En ese momento, una voz reconocida para Rocío se escuchó de fondo.
— ¡Hija, se te quedaba tu...! — la madre de Rocío detuvo sus pasos al ver a su hija, besándose con su antigua "amiga". Una rabia le invadió el cuerpo, tomó a Rocío de la muñeca y la tiró al suelo. —¿¡Qué mierda le estabas haciendo a mi hija, asquerosa?! ¡Ella no es lesbiana! ¡Maricona asquerosa! ¡No te vuelvas a acercas a mi hija, lesbiana asquerosa!
— S-señora... — la chica de pelo castaño miraba con pánico a la madre de la menor.
— Vámonos, Rocío. ¡Nos vamos ahora! ¿¡Escuchaste?! — la madre de la chica agarró el cabello de su hija y empezó a tirarlo, haciendo qué ésta se levantará quejándose. Su madre agarró su muñeca y la tiró con fuerza lejos de Danette.
Luego de un rato, llegaron a su casa. La madre de Rocío corrió al patio y tomo un palo. Lo levantó y empezó a golpearla. La tiró al suelo y la miró.
— ¡Yo lo sabía! ¡Eres una maricona! ¡Esa niña te convirtió en lesbiana! — gritaba con histeria la madre de la pequeña. La levantó y la agarró del cuello, ahorcándola. Los gritos desesperados de la niña no servían. Nadie la ayudaría. — ¡Asquerosa! ¡Ándate de mí vista! — la soltó, Rocío se atragantó con el aire, que entró de golpe en sus pulmones. Rápidamente, la pequeña se escapó a su pieza.
La niña tomó su celular, busco el contacto de su Honey y le mando un mensaje.
"Hola, perdón por el escandalo que hizo mi mamá. Estoy bien, perdón por molestarte. Extraño el sabor de tus labios, quiero sentirlo. Perdón por ser una idiota. Tu deberías estar agarrada de la mano otra persona, no de la mía. Mis lagrimas solo te estorban. Mi cuerpo está cansado. Sólo quiero llorar. Dejare plantada a Helena y a Sophie (su prima), jeje. ¿Podrías acercarte a ellas para decirles que no iré? Oh, mi hermosa honey. Perdón por todo. Te amo, amo tus labios. Amo tu cara. Amo tus ojos. Eres preciosa. Perdón por lo que voy a hacer. En este lugar no hay sitio para esta vagabunda. Escupe en mi tumba, recordando todo lo malo que hice. Olvida que yo existí, solo soy una maricona sin vida. Ahora sí, ¡adiós! ¡espero algún día nos veamos! ¡Te amo! <3"
Rocío tomó un frasco de pastillas y llenó un vaso con agua. Tomó agua y tragó todo el frasco de pastillas. Se acercó al espejo que tenía y arrancó el dibujo que su mejor amiga, Helena, le había hecho. Se acostó en la cama y toco sus brazos, dolían.
— Perdón, chicas. Las amo y las recordaré hasta la muerte. — abrazó el dibujo de su amiga mientras las lágrimas escurrían.
Lentamente, empezó a cerrar sus ojos. Luego de un minuto, su madre subió las escaleras. Entró a la pieza de la menor.
— Rocío... realmente, estuve pensando y... es tu decisión sí... ¿Rocío? ¡Rocío! — poco le costó a su madre notar que su hija había tragado el frasco de pastillas. — Oh, no. No, no, no, no, ¡no! ¡Ayuda!
(...)
Danette al leer eso, entró en pánico. Las lagrimas empezaron a caer. Guardó su teléfono y corrió hasta la casa de la menor, ya que quedaba cerca. Al llegar, una ambulancia se encontraba llevando el cuerpo moribundo de Rocío. Danette quedó en shock, el mundo le estaba arrebatando lo más importante que tenía en su vida hasta el momento.
— No... mi panqueque... — corrió a la ambulancia para ver, aunque sea el cuerpo de su chica. — ¡Panqueque! ¡No! ¡No me abandones! — lagrimas empezaron a caer con mucha más fuerza, la impresión hizo que su cuerpo empezara a desvanecerse.
Cerró sus ojos, al abrirlos estaba en el hospital. En una camilla cualquiera para ser más específicos. Un doctor la estaba viendo.
— Roci... ¡Rocío! ¿¡Dónde está mi Rocío?! — Danette se descontroló al recordar como vio a su chica la última vez.
— ¡Calmada, señorita! Miré, tenemos malas y buenas noticias. La buena noticia es que lo que usted tuvo un simple desmayo, por lo que puede irse hoy. Y la mala y peor noticia, su amiga Rocío Morales falleció por sobredosis. Tenía ciertos moretones alrededor de su cuerpo, los más notable eran en el cuello, los cuales eras por asfixia. Su madre será interrogada, ya que se cree que ella maltrataba a su amiga. Lamentamos su perdida.
— No... no lloraré, no lloraré. Pues decírtelo yo debí... No me abandones...