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JiMin era un omega con cáncer terminal, estaba enamorado de YoonGi, un alfa, desde los doce años, el cual sólo lo ignoraba. En el hospital donde estaba internado JiMin, le cumplen su "último deseo" a sus pacientes, JiMin...
⚠️AVISO⚠️: Este capítulo contiene escenas +18, si no es de tu agrado o eres menor de edad, te recomiendo saltar capítulo. Leer bajo tu propia responsabilidad.
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Ya quedando solo 17 días restantes para que el trabajo- ya no tan trabajo- de YoonGi terminara, ambos se habían vuelto demasiados cercanos, teniendo en cuenta que ambos habían aceptado que se gustaban, aunque en el caso de JiMin sobrepasaba ese límite.
Algo estaba asegurado, para YoonGi, en 20 días pensaba entablar algo serio con JiMin, cuando saliera del hospital de su supuesto resfriado. Pero para JiMin, en 20 días sabía que iba a fallecer. Ambos estaban tratando de pasar el mayor tiempo posible con el otro, solo que con diferentes perspectivas.
-JiMin, ¿Aún no te dejan salir del hospital?- preguntó en un puchero, ya que el único lugar al que habían salido era al parque central, donde estaba ahora el árbol de cerezos de ambos, aunque YoonGi quería salir a otros lugares.
-Me deharrán shalids edta shhemaña y aldunños díash más- trató de hablar con la boca llena de ositos de goma, tratando de tragar todo para poder hablar bien, y no salivar tanto.
Adorable-Pensó YoonGi
-¿Hoy quieres salir conmigo cachorrito?- preguntó sentándose detrás de él y poniendo a JiMin entre sus piernas, mientras lo abrazaba como un tierno koala, mientras que "disimuladamente" pasaba su nariz por el cuello del rubio olfateando el mango.
-S-i...- tartamudeó tratando de concentrarse en sus palabras y no si accionar.
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Ambos salieron a su primera cita, a un restaurante demasiado glamuroso llamado McDonald's, donde después de cenar unas hamburguesas con patatas, aprovechándose de que no había literalmente ningún otro cliente fueron a jugar al laberinto para infantes, mientras YoonGi corría de los brazos de JiMin escalando las minis escaleras, pasando por los coloridos toboganes, y creando "murallas" con los balones esparcidos.
-¡Te atrape!- gritó entusiasmado JiMin cuando logró atrapar a YoonGi entre sus piernas en la cima del juego, que representaba una casita. A JiMin se le fue borrando la sonrisa triunfadora, la cual fue cambiándose por una de incógnita al ver como YoonGi lo miraba profundamente- ¿Que?- preguntó curioso, tratando de adivinar que pensaba el peliazul.
