Prólogo

20 1 0
                                    

24 de enero

Veo los vestidos que están sobre la cama, todos son hermosos y de alta costura. Van variando en largura, formas, diseños y distintos todos de negros. Nunca pensé que un color pudiera causarme dolor, y se que de alguna forma solo estoy usando el color para ponerle otro causante de mi estado.

—¿Mey? ¿Ya estas lista? —la voz de Sonia es suave, como si su voz me pudiera lastimar más aún.

—Solo dame cinco minutos más— suspiro y agarro el vestido que parece más adecuado, por lo menos algo adecuado debe haber en esta situación.

Me pongo el vestido y al observarme al espejo noto que perdí algo de peso por la forma en que se ve mi cuello, mis labios están blancos y mi cara de un color amarillento que es algo preocupante. Me muevo con rapidez para maquillarme de una forma suave, pero que logra tapar mis ojeras y me da un buen color al rostro.

La puerta de mi habitación se abre cuando estoy terminando de aplicar un poco de brillo a mis labios. Mis ojos y los de Sonia se cruzan en el espejo, ella me da una sonrisa que no llega a sus ojos. Se acerca hacia donde estoy y solo me abraza, se que además de sostenerme ella se esta apoyando en mi para poder soportar su perdida.

—Me alegra que tengas algo de color en tu rostro, parecías un zombie— murmura y la observo.

A diferencia de mí Sonia no se preocupó mucho por tapar sus notables ojeras, su maquillaje está levemente corrido por las lágrimas que recientemente derramó y su cabello esta con esas ondas que casi nunca veo.

-Ven que te corrijo ese maquillaje, nena- mi voz suena algo ronca, algo más que cambio.

Me encargo de arreglar el maquillaje de Sonia y de tapar sus ojeras, después me encargo de observar su vestimenta y ella se ve tan hermosa que un nudo se forma en mi garganta al saber de que nunca más ella va a escuchar sus elogios.

Me pongo unas zapatillas negras que son altas y tienen tachas, van perfectas con mi vestido que es por mis rodillas de largo. En la parte de arriba es ajustado y las mangas tres cuarto son de encaje, a partir de la cintura cae de una forma delicada y femenina. Es hermoso y sencillo.

Vamos a la sala donde agarramos nuestros celulares y algo de dinero que Sonia guarda es su cartera junto con mi celular. Agarramos nuestros lentes de sol, aunque en realidad no hay mucho sol, y nos disponemos a salir de la casa. Apenas salimos vemos a los reporteros hablando entre ellos, uno nos nota y con rapidez están sobre nosotras.

Después de luchar un poco llegamos a mi auto donde Sonia sube del lado del piloto y prende el auto, antes de que yo pueda subir al lado del copiloto uno de los reporteros hace una pregunta que me hace detener.

—¿Que se siente saber que ya nunca mas todo va a ser como antes?— miro al reportero y es un hombre pisando los 30, es alto y musculoso.

—Se siente desgarrador, es una sensación que no le deseó a nadie. La verdad es que no se que va a pasar después de esta semana, no se cuánto tiempo de duelo voy a tener y no se como ustedes no son capaces de respetarlo.

>>Entiendo que es su trabajo y que por esto les pagan, pero quiero creer que son personas que tienen a sus seres queridos en algún lugar y son capaces de ponerse en nuestro lugar y entender que esto es difícil, y ustedes solo lo complican más. Voy a ir a despedir a una persona que amo incondicionalmente, voy a llorar y estoy haciendo un esfuerzo por no hacerlo ahora. Por favor, abran paso y dejen que nos vayamos. Muchas gracias.

La sorpresa esta en sus rostros, es la primera vez que hablo después de lo ocurrido y se que soy la primera en hacerlo. Entro en el auto y me alegro un poco cuando todos ellos se corren del paso y nos dejan ir sin mas preguntas.

—Eso fue increíble, Mey. De verdad que tu cerraste sus bocas y los dejaste maravillados— después de mucho tiempo ella esta sonriendo levemente, pero es una sonrisa real y me alegra.

Tardamos una hora y media en llegar al lugar destinado por la simple razón que tuvimos que parar varias veces por los vómitos de Sonia, ella de verdad vómito bastante lo que causo que yo también vomitara. Entre cada parada perdimos unos cuarenta minutos del trayecto.

Me gustaría poder describir como me siento cuando llegamos al cementerio y empieza la ceremonia, pero la verdad es que yo no escucho nada de lo que el cura dice ya que solo puedo observar el cajón mientras lágrimas  silenciosas corren por mis mejillas y en mi mente se reproducen cada uno de los recuerdos que vivimos.

La vida, a veces, hace cosas que no tienen sentido y nunca lo van a tener.

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: Jan 24, 2019 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

Inmarcesible -PRÓXIMAMENTE-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora