Prólogo

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Con el peso de las patas de aquel dragón sobre sus hombros y dolor en su corazón, Hipo le dio a Chimuelo el que le parecía ser su último adiós. Lo abrazó contada la fuerza de sus brazos; talvez la suficiente como para haberlo levantado él mismo.

Habían pasado tantas cosas juntos que nunca pensó en la llegada de este día... Y no quería que llegara, pero se estaba volviendo muy dependiente de su dragón y, como consecuencia, lo estaba encadenando a su vida.

Tenía la esperanza de que podría formar un refugio para los dragones, una manera de unir a dragones y humanos, pero no era posible. No todavía. Los humanos allá afuera no estaban listos.

Hipo sabía que Chimuelo debía ser libre por más que lo quisiera junto a él. La última opción era el mundo oculto. El único lugar donde los dragones vivirían en paz. Inevitablemente, cayeron lágrimas de sus ojos. Terminaron el abrazo y se miraron a los ojos una última vez.

Los vikingos abrazaban a sus dragones dándoles sus despedidas y deseos de buena suerte. Chimuelo se acercó al risco y rugió. Los demás dragones obedecieron el llamado y alzaron vuelo siguiendo a la Furia luminosa a un nuevo mundo.

Chimuelo se quedó un momento y miró atrás. Como si contemplara por última vez el que pudo ser su hogar. Miro a sus amigos humanos y por último a Hipo...

Después de un suspiro abrió las alas y salió volando.

Ese altísimo acantilado, al borde de la isla, fue donde los habitantes de Berk vieron a los dragones dispersarse entre las nubes pintadas de rosa y naranja debido al atardecer.

Una brisa abrasante y una vista hermosa...

Una escena imposible de olvidar





(Editado 30/04/2021)

HTTYD/CEATD: Dragones y HumanosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora