Advertencia: El siguiente, más que un relato, es un experimento literario que me propuse mientras estaba aburrido. ESTO «NO» ES UN POEMA NI PRETENDE SERLO.
Esta es la historia de una doncella, que desde hacía un tiempo luchaba contra la pobreza. Hija de un leñador, una cabaña, cerca de un bosque, fue lo único que heredó. Su madre murió cuando era muy pequeña, y su padre enfermó cuando apenas tenía cuarenta. La joven muchacha no llegaba a la veintena, cuando supo lo que era la pobreza.
Y no se dejó, pues la moza era fuerte y decidida, y se dedicó a vender todo aquello que podía. Flores de colores y piedras decoradas, muñecos de tela o canciones en la plaza. Trabajos varios, como ayudante en una posada o recadera de un sastre, era lo que la ayudaban a seguir resistiendo.
Con alma tacaña, su objetivo era claro, comprar un par de ovejas, y de ellas sacar un rebaño. Y lo consiguió, pasando hambre casi un año. Limpió una zona y armó un corral, todo cerca de su casa ¿qué podría salir mal?
Fue una noche, de luna grande y plateada, cuando un ruido despertó a la joven muchacha. Cogió el hacha de su padre, no dudó ni un segundo, y al salir se topó con un lobo muy flacucho. Intentaba cazar, a una de las durmientes ovejas, y mostró los dientes, cuando vio a su dueña. La chica no se amilanó, ante semejante bestia, pues era más amenazador, una lagartija tuerta.
El lobo huyó, y la joven pensó: «Ese animal estaba solo, ya no tiene manada.»
Y tenía razón, su manada lo había exiliado, y se le había dado fatal cazar por las heridas que le habían provocado.
Al día siguiente, sintiendo algo de pena, la joven al lobo salió a buscar. No lo encontró pero algo de comida le dejó. Volvió a casa, para asegurar el corral, no podía permitir que lobo le fuese a robar.
Lo de aquella mañana, se fue repitiendo y a lo largo de una semana, alimentó al lobo sin saberlo. Pasó más tiempo y al final, en agradecimiento, el lobo se apareció un día, miro a los ojos a la chica y desde entonces juntos se quedaron.
Al principio, la duda dominaba, entre ellos no había menos de cinco pasos de distancia. Luego se fueron acercando, y la joven, las heridas del lobo fue curando. Pasaron cuatro meses y un fuerte vínculo se había formado. Miraban el cielo de noche, trabajaban juntos de día. El lobo dormía fuera, bajo la ventada de su nueva amiga.
Cada tanto, al pueblo se acercaban. La doncella vendía lana, mientras el lobo, escondido, la esperaba. Salían cuando el sol despuntaba y volvían cuando el cielo naranja se mostraba.
Ella sabía que pronto daría el siguiente paso en su camino para derrotar a la miseria. Compraría más animales, construiría una granja. Sería un ejemplo de emprendimiento, y su lado estaría el mejor de los compañeros.
Sin embargo, la vida no es justa, no siempre está de acuerdo con nuestros anhelos. A veces solo falta una chispa, para crear un verdadero infierno.
Un joven aldeano, se declaró a la doncella, pero ella lo rechazó. Cuando ella se marchó del pueblo, el otro la siguió, estaba por alcanzarla, no aceptaría un «no».
Pero grande fue su sorpresa cuando, junto a la doncella, a un enorme lobo vio. No estaban juntos pero el lobo parecía acechar, pensó que la atacaría y pensó que podría ser su oportunidad. Con el bastón que llevaba, y unas cuantas piedras, se armó de valor. Corrió en su dirección, a lo lejos se veía la casa, escuchó a las ovejas, y héroe ya se sentía.
Lanzó una piedra, con tino casi perfecto. El lobo gimió, una herida se abrió en su cabeza, cerca al ojo izquierdo. La doncella giró, al oír a su amigo llorar y lo vio con el pelaje manchado, las patas estiradas y mostrando los colmillos.
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El desván de las ideas
RandomColección de cuentos y relatos cortos sin un género específico. Las historias que leerás aquí son las que escribí para practicar por lo que no necesariamente serán grandes relatos. Advertencias: *Debido a la variedad de temas y géneros que se recoge...