14. CONFESIONES

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Empieza a pensar si sería buena idea crear una fiel reproducción de Peter, a tamaño real, que pudiera satisfacer sus deseos de tenerle consigo.
Se da un pequeño golpe en la frente, olvidando que lleva en la mano la llave inglesa, por lo que el impacto se hace más doloroso de lo que esperaba.

Mejor, piensa. A ver si así se le dejan de ocurrir ideas de aquel calibre.
Si ya le parece una locura amar y desear a un chico de veinte años, ¿cómo se podría calificar a sí mismo si creara una copia sintética de él?

Además, tendría que extraer su ADN, y Tony no quiere caer tan bajo como para ir recogiendo pelos del chico, restos de piel muerta y despellejada que el sol comienza a crearle en los hombros (sí. Se ha fijado en ello) o pidiéndole muestras de orina inventándose cualquier excusa absurda.

Tony no puede caer tan bajo.

Oye abrirse la puerta, arriba, y el sonido de los zapatos de Peter bajando las escaleras.

Deja de dolerse del golpe contra la frente y se queda al pie de la misma, esperando a verle bajar.
Lo que no esperaba, de ninguna de las maneras, es que la aparición de Peter pudiera llevar a dejarle sin habla.

Luce unos zapatos negros relucientes, seguramente recién engrasados, pantalón negro de vestir y una camisa celeste de botones y cuello.
Desprende ese familiar olor a champú que siempre usa, por lo que ha debido de volver a lavarse el cabello antes de salir, a pesar de que se duchó al volver de la playa.

Maldito niño tikis mikis...

—¡Pero bueno!—exclama Tony cuando consigue calmar sus nervios—. ¿Dónde vive ese chico para que te pongas tu mejor traje?

Peter sonríe, ruborizándose levemente y mirando su propio atuendo.

—Es que... Sólo traje ropa muy veraniega, ya sabe... Camisetas playeras y pantalones cortos, y no sé si es el mejor código de vestimenta que pueda usar en casa de otra persona, así que me he puesto este traje que he traído para ocasiones así.
—A ese tal Bryan se le van a caer los calzoncillos cuando te vea.

Lo suelta. Prácticamente se le escapa la frase de la boca. Parker no se esperaba aquella contestación, por lo que enmudece mientras le mira.

Tony no puede soportar aquella mirada, y menos aún cuando la persona que la porta se presenta ante él de aquella guisa.

¿Cuánto tiempo más va a soportar reprimirse con Peter? En algún momento todo va a explotar. Y cuando dice todo, es todo. Todo se irá al garete porque aquello va a dar qué hablar.

—Pásalo bien—le suelta, y vuelve a su mesa de trabajo.

Maldición. Su frase ha sonado muy despechada, como si estuviera reprochándole que vaya a ir a cenar a casa del otro.
Es tan evidente su molestia que Peter se ha dado cuenta.

Él también lleva días evitando hacer algo. En su caso, no es tanto el abstenerse de lanzarse contra él, sino de volver a sacar la conversación del cumpleaños.
Lleva pensándolo varios días, porque le azota la duda de si Tony realmente quiere algo con él o se dejó llevar por la bebida y la sorpresa del momento.
A ratos, la sensación es distinta. Hay momentos en los que piensa que Stark realmente repudia aquella felación a traición que le hizo, pero en otros siente que el mayor le observa y habla con demasiada devoción.

Su duda se mantiene en si dicho cariño sólo es paternalista o esconde algo más.
Y ahora, viendo a Tony con el ceño fruncido y dándole la espalda para regresar a su trabajo, un trabajo en el que se enfrasca más veces de las que el propio Peter consideraría normal, Peter sabe que no podrá irse tranquilo a cenar sin antes haber zanjado ese tema pendiente.

Peter ya no es un niño (Starker)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora