One-shot

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Suspiré exasperado mientras observaba una luz tenue aproximarse. Ese rojizo resplandor duró apenas décimas de segundos, que se hicieron eternos mientras recordaba los años pasados. Luke me miró y asentí con mi cabeza. Me pregunto, ¿cómo estarán los niños? ¿Cómo... cómo estará Ray?

El momento en el que entraron en mi vida causaron un desborde emocional de grandes extensiones. La niña peli-naranja que me apuntó con una pistola en la cabeza, los niños que me ataron a una silla, la niña de gafas suicida, todos ellos llegaron a ser muy importantes para mí. Pero había uno en especial que hacía mi corazón dar un vuelco. Era el niño con cabello azabache, con un toque emo. Este era un estratega capaz de superar a tres hombres adultos juntos, pero no todo era lo que parecía. En realidad su mayor enemigo era él mismo, eso me hizo reconocerme en aquel chaval. He de reconocer que nada más conocerle solo quise matarle, cosa que no me enorgullece, ya que más tarde se habría convertido en alguien muy importante para mí; un hijo.

Cuando estuvimos en el bosque este se mostraba reacio a mi comportamiento, era como si te leyese la mente. Me hacía desesperar, pero también era un juego divertido, hacía años que no competía con otro ser humano. Al final no pude superar al destino, y sí, me encariñé del joven. Le enseñé a usar las armas que llevaba del búnquer, y este respondía orgulloso como si acabase de recibir una enhorabuena de su profesor. Ojalá hubiésemos nacido en otro mundo, uno libre, dónde le hubiese criado como un hijo mío. Desgraciadamente no todo es posible en este mundo demoníaco.

Y se supone que este es el punto donde debo despedirme. Despedirme de Ray, despedirme de mis sentimientos, despedirme de mi cuerpo y alma. Quién sabe lo que me espera más allá, me pregunté, me mostré indefenso ante tal situación. ¿Estarán bien sin mí?, ¿Podrán sobrevivir?, ¿Alberga un atisbo de esperanza para mí?, ¡Maldita sea, joder! ¡No quiero morir! Quiero ver el mundo nuevo, ser padre, aprender cada día, tener recuerdos. Los ojos se llenaron de lágrimas que brotaban cada cual más intensa a la anterior. Mi cuerpo se sobrecalentó y por un momento pensé que todo el dolor sufrido, no se podía comparar con el que sufrí ese entonces. Mi cuerpo se desvaneció. Mi alma, mis recuerdos, mi todo. Buena suerte hijo mío.

-Yuugo.

Mi hijo // one-shotDonde viven las historias. Descúbrelo ahora