Capítulo 116 : Maldición

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La presentadora no sabe como reaccionar ante lo que ocurre, gracias a sus años de experiencia es que logra aprovechar esta tensión que se ha creado entre Zirel y yo.

- ¡Que increíble pasión es la que demuestran ambos Presidentes Magnos, son dignos de pertenecer a dos de las mejores Universidades Mágicas, no debemos interrumpir este desplante de poder, sin más preámbulos, el combate inicia. Ahora!

La presentadora hace un chasquido con sus dedos y somos transportados a la seguridad del suelo.

Aparecemos en la zona norte, estas dunas de arena son aunadas con el aire caluroso y sofocante. Alejada de mi posición se encuentra Zirel observándome fijamente.

- Iniciaré, con la eliminación, del ser malvado. Hmm.

- Por como actúas es imposible que...

Me quedo en silencio dado que pese a su aun inexpresivo rostro, su mana explota en cuanto a poder, levanta su dedo índice de manera desanimada y deja escapar aire por su nariz, entonces todo su mana se expande por la zona. La arena comienza a vibrar de manera brusca, decido enviar un pulso de mana bajo mis pies, gracias a mi acción es que puedo esquivarlo, desde las profundidades se erigen un sinfín de armas, lanzas, espadas, dagas, entre otras. Esa legión de armas se eleva por los aires hasta cubrir el Sol, es entonces que vuelven a caer en picada hacia mi cuerpo, debo retroceder dado que ella ya ha preparado una trampa a su alrededor. Su rostro no representa su actuar, es un ataque constante, apenas tengo tiempo para posar mis pies sobre la arena cuando debo volver a saltar para evadir esta lluvia de armas que no cesan su acometida. Apoyo mis manos en la arena mientras me impulso para seguir dando aeróbicos saltos. Luego de 10 volteretas en total, ya está listo, doy un ultimo gran salto y comienzo a recitar en el aire.

- "Magnetismo, Activar, Nivel 7"

Al momento de terminar, toco la arena con mi mano derecha y activo esa serie de runas, aquellas incontables armas quedan estáticas en el aire y son arrastradas hacia las 10 runas que he creado, entonces modifico sus polos para que todos sean positivos, son repelidos de regreso hacia Zirel. Mi plan es alejarla de ese lugar donde se que ha colocado una serie de peligrosas trampas, ese sinfín de armas están a nada de tocar su cuerpo. Con un movimiento leve de su mano, aquellas armas se deshacen en un segundo como si fueran cenizas y son arrastradas por la briza.

- Eso, fue peligroso. Hmm.

Dice con una falta total de emoción en su voz. Zirel vuelve a levantar su dedo.

- No funcionará el mismo truco.

Pese a mi advertencia invoca nuevamente aquella legión de armas. Suspiro al ver que no es realmente lista, activo las runas para anular su ataque, sin embargo, ha creado esas armas no son convencionales, son armas elementales. Agua, fuego, trueno, hielo, viento, varios elementos entremezclados para evitar ser arrastrados por el magnetismo. Debo hacer que abandone aquella zona segura. Esquivo esa serie de ataques, al momento de ver a Zirel, ella no se encuentra.

- Derrotaré a los Malvados.

De alguna manera ahora se halla sobre mí, con su rostro inexpresivo, porta una espada de hielo en su mano izquierda y una de fuego en su mano derecha. Con una fuerza abrumadora realiza un corte vertical con ambas espadas, desde la palma de mi mano libero una onda de mana para de esta manera girar mi cuerpo dado que estoy en el aire, logro evitar su ataque quien golpea la arena, por varios kilómetros se forma una estela de fuego y hielo la cual se extiende por el desierto, aquellas dunas que se encuentran en el medio son destruidas sin complicación alguna. Creo otra onda de mana para estabilizarme, con mis piernas sujeto la cintura de Zirel, elevo mi torso y estiro mi mano izquierda con la palma abierta, contraigo mis músculos y respiro profundamente, aprieto mi puño derecho con fuerza, entonces la golpeo violentamente en su rostro, al momento de golpearla también dejo de aprisionarla con mis piernas. Su cuerpo vuela inerte impactando bruscamente con la arena cada cientos de metros. Al instante en que me poso sobre la arena debo inclinar mi cuerpo 45 grados hacia atrás, mis rodillas flectadas y mi torso en una perfecta posición horizontal, fue casi imperceptible, sin embargo el mana imbuido fue el detonante para que pudiera percibirlo.

El Gran Reinicio Parte I : DespertarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora