Capítulo 11.

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— ¿Estás seguro de que esa es la respuesta? —pregunto el chico mirando a su estudiante que se encontraba en el tablero. Aunque no le agradaba mucho la idea de usar el tablero, le gustaba pasar a los chicos al mismo. Era más un tema para que se retaran ellos mismos a perder el miedo.

—No lo sé, digo, según mis cálculos esa es la respuesta—. El pequeño se puso tembloroso y Simón no pudo evitar sentir pena en ese momento por el chico.

—No te pongas nervioso. Esa es la respuesta—le dijo y el pequeño dio un suspiro que claramente tenía guardado hace mucho tiempo—. Gracias por realizar el ejercicio, Federico, puedes sentarte—. Camino hasta la mitad del lugar mientras veía como el pequeño iba a su lugar—. El ejercicio está perfecto, la respuesta y el procedimiento está bien. Hice la pregunta porque las matemáticas son de esto, siempre hay una sola respuesta correcta y por ello quiero que este seguros de lo que obtienen y de lo que hacen.

>> Pasar al tablero no debería ser un miedo, al contrario debe ser genial. Pueden tener la posibilidad de ser corregidos y ayudarlos a entender mejor los problemas. Hoy los que se atrevieron a pasar lo hicieron muy bien y eso me alegra bastante. Nadie dijo que sería fácil, pero me alegra que lo intentaran. Eso fue todo por hoy, estamos a nada que suene la campana así que pueden cerrar sus cuadernos y guardarlo todo—en cuanto el chico dijo las palabras todos los estudiantes colocaron una sonrisa gigante en sus caras y guardaron todo como si de irse a sus casas se tratara. Para el momento en que la campana sino, todos ellos salieron del aula como si afuera les esperara algo mucho mejor que los números.

En ese momento Simon los comprendió. No era fácil al principio, pero tenía esa certeza ciega de que al final les iba a gustar. El chico rio mientras los veía partir rápidamente y por alguna razón en su mente reposo rápidamente Milena Romanueve, Aunque había luchado gran parte de la mañana tratando de no pensar en ella y en el beso, bueno, los besos que habían compartido, era imposible. Cada vez que su mente le daba la oportunidad, era lo primero que aparecía.

Se sentía como un chico de quince años viviendo su primera aventura amorosa. Le era un tanto difícil aun creer que había besado a la única chica que realmente deseaba besar desde hace mucho tiempo. Recordar el hecho de tenerla en brazos toda la noche lo ponía un tanto loco de la cabeza y de solo pensar hacerla llorar de nuevo, se sentía como el tonto más grande de la faz de la tierra.

El chico seguía culpando a Tony Marshall de las lágrimas de Milena, pero también se sentía un tanto culpable por no haberse quedado aun cuando ella le pidió que se fuera la noche anterior. Aunque se arrepintiese minutos después y entrara como un loco.

Lo único que en ese momento quería era calmarla y que esta parara de llorar. Sin embargo se encontró rápidamente lanzándose a la cama para abrazarla. Había pocas cosas que dañaban todo el autocontrol de Simon Fitzpatrick y había dado con otra la noche anterior; ver a Milena llorar.

ARRIÉSGATE CONMIGO | LIBRO #3 |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora