Comenzó un día agitado, Walter dándome indicaciones de que hacer cuando esté solo con las nenas, si bien ya me sabía todo al pie de la letra pero quise quedarme escuchando si había alguna que otra cosa nueva en su reglamento pésimamente estructurado, aunque seguramente haga lo contrario.
Romina recibiría su celular hoy, Walter me pasó el número para que pueda comunicarme por el tema de llevarle a las nenas al hotel, no sabía como empezar una conversación, me daba mucha vergüenza y el no saber si se acordaba de mi me hacía sentir peor.
Espere unos minutos y comencé a escribir— Hola, Romina!
— ¿Hola?
— Soy Jazmin, la nieta de Marita.
— Jaz! Sii. Ya me avisaron que vas a estar conmigo y con las nenas.
— Así es! Quería decirte que esta tarde noche iremos para allá.
— Buenísimo, gracias!!
Creí que sería peor, me imaginaba un visto o un ¿quién sos? Pero si se acordaba de mi.
Prepare los bolsos de Feli y Nina, con su ropita para hoy a la noche. Comencé a pensar en el "vas a estar conmigo y con las nenas" ¿me quedaré en el hotel con ella o que?
De pronto escuché que abrían la puerta de la habitación.— Jaz, te quería comentar que hoy te quedas con Romi y las nenas en el hotel. Ella mañana temprano tiene que estar en los programas y bueno...
— Perfecto, yo me encargo.— dije cortante para no darle pie a otra conversación y continúe doblando la ropa.
Escuché como la puerta se volvía a cerrar y me alivie por completo, me sentía incómoda con este hombre sola en la casa.
La noche cayó, y estábamos a un paso de entrar a la habitación de Romina.— ¿Cómo están?.— pregunte algo ansiosa a las nenas, sabiendo que Mía sería la que me respondería.
— Ya quiero verla!.— dijo tocando la puerta otra vez.
En eso Romina abre la puerta, tenía una toalla que le envolvía el cuerpo, efectivamente no nos abría porque se estaba bañando. Pasamos, abrazo a las nenas, les dio un beso cada una y las hizo pasar, estaba tan contenta. Cuando me vio a mi, me miró de arriba abajo, parecía no creerlo.
— Hace muchísimo que no te veo, Jaz!.— me abrazo dulcemente, como ella solía hacerlo, sentía como su piel aún húmeda me mojaba la ropa.— uy... Te estoy mojando, discúlpame.
— Tranqui...— me reí, me parecía tan dulce su forma de ser.
Me hizo pasar, tenía su habitación ordenada, deje los bolsos de las nenas sobre una se las camas y me senté, alzando a upa a Nina.
— Me cambio y vengo, amores.— dijo Romina mientras entraba al baño haciendo pequeños saltitos, parecía estar muy contenta.
Al rato, salió Romina con su pijama ya puesto, y se sentó junto a mi.
— ¿Cómo estan, chiquitas?.— pregunto mientras miraba a Mia.
— Re bien, ma. Encima ahora vamos a tener a Jaz, ella es re buena con nosotras!.— eso me hizo sacar una sonrisa y verla a Romina sonreír me puso aún más contenta.
— Que lindo tenerte.— me dijo mientras me hizo una leve caricia en la espalda, no quería aceptar el hecho de que Romina no solo me parecía dulce, también hermosa, entre otras cosas más, sentía que me iba a llevar muy bien con ella.
Estuvimos toda esa noche en la habitación, comimos ahí porque ir al buffet del hotel sería una locura y más para ella.
Le quise hacer un par de preguntas de como la paso, como fue su experiencia y se la veía tan suelta conmigo, como si hubiera compartido tantas cosas con ella.
Veía como me sonreía al final de cada palabra que decía, hasta que sus preguntas empezaron a invadir.— ¿Y el papá de las nenas? ¿Se porto bien?.— reía e hice lo mismo pero con cierta incomodidad, mire a Mia quien estaba igual que yo.
— Bien, bien.— no quise agregar nada más, no quería que el ambiente que generamos se rompa por hablar de el.
Enseguida nos levantamos, y armamos las camas, las nenas ya se habían acostado, sus horarios se habían acomodado por el comienzo de clases asi que a las 23:30 ya estaban en la cama. Las 3 se durmieron súper rápido, yo solo saba vueltas y vueltas, me costaba muchísimo retomar el sueño... Pasaron dos o tres horas, pero aún seguía conciente de que no podía pegar un ojo.
Silenciosamente, empecé a escuchar un llanto que venía del mini balcón de la habitación, sabía que era Romina, al ver que las nenas estaban dormidas, me levanté y fui con cuidado al balcón, abrí muy despacio y ahí estaba ella, secándose las lágrimas, apoye una de mis manos en su hombro.— Tranquila, te va hacer bien descargar...
Se sintió segura y comenzó a llorar aún más, no sabía exactamente que le pasaba, la vi llorar muchas veces en la casa pero está vez no sabía el por qué.
— Perdon, Jaz por despertarte.
— No... No me despertaste, estaba sin poder dormir.
— Uh... Tampoco podes pegar un ojo como yo.— rio mientras me tomo la mano como un gesto pero fue solos dos segundos.
— ¿Vos como estás?.— le pregunté mientras me apoyaba en la baranda del balcón.
— Bien... Es que, me moviliza todo, estoy sensible.— se secaba las lágrimas aunque no podían parar de salir.
— Entiendo, a la larga vas a estar mucho más tranquila, es todo un cambio esto pero vas a ver qué va a estar todo bien.— no sabía si abrazarla, no quería invadirla pero ella misma se acercó para ello.
La abrace muy despacio pero ella se aferró tan fuerte que me hizo hacer lo mismo, de verdad necesitaba a alguien que la escuche y la contenga.
— De verdad me pone muy contenta que estes acá, se nota que las nenas te quieren un montón, es justo lo que necesito...— sonreía mientras lo decia.
— Si! Son unos amores... Es fácil cuando son buenas chicas.
Me sonrió por milésima vez, yo estaba en mi propia salsa, me hacía sentir muy valorada, quizás no es absolutamente nada lo que hago por ella pero Romina me lo agradecia.
Volvimos a entrar, me recoste y justo del lado que estaba ella también me podía ver, estábamos a un metro o dos de distancia, antes de apagar el velador me lanzó un beso, un gesto común que ella hacia con las chicas de la casa también pero me pareció muy... Es inexplicable a veces, pero era una mujer muy cálida, con sus cosas, pero el amor que emanaba era hermoso. Yo le sonreí y la luz se apagó por completo.