Las noches sin Luz

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Las Noches Sin Luz

Recuerdo cuando tenía 15 años, mas o menos, aquellas épocas de las primeras "noviecitas", las fiestas de XV, los primeros sorbos del amor y alguno que otro de alcohol. Es un época de muchas historias cortas para contar, todo era nuevo, todo parecía mágico, esas primeras sensaciones del cuerpo explorando la existencia de otro ser humano, poco a poco fueron formando grandes historias e inspiraciones que aún me siguen.

Pero esta historia en particular, creo que se quedará conmigo por mucho más tiempo aún. Este recorrido por las memorias comenzó en una conversación que mantenía con un amigo, el empezó contándome sobre una terrible cita de la que iba saliendo. Luego de charlar un rato, recorde una historia, una de las tantas sin vergüenzuras que hice a esa edad. Pero después de un rato, ya terminada la conversación, recordé una de las épocas mas emocionantes de mi pubertad.

Para esa época, vivía en un edificio de 26 departamentos, con un patio que era la zona común del edificio, donde había jugado y corrido desde que nací. Pasaron varios vecinos, algunos todavía viven ahí, tuve muchos amigos y varias amigas también. Pero hay dos que son las que más recuerdo tienen entre ellas, dos jóvenes que hoy en día han crecido para ser aún mas hermosas de lo que eran a esa edad, pues en mi inocencia desconocía lo hermosa que es una mujer al ir creciendo.

Pero entre tantas memorias, ambas según me decían los demás y ambas confirmaron por la otra sin saberlo, es que ambas gustaban de mí, aunque yo no podía (mejor dicho no sabía) que ellas esperaban que yo decidiera por alguna. Cosa que nunca hice, pues la verdad no fue hasta que la vida me dijo que era muy tarde, que supe lo que quería y podía hacer.

Pero ese no es el punto de esta historia. Habían pasado varios meses desde que Paula y su familia se habían mudado a otro edificio, marcando con su partida, lo que probablemente haya sido el último capítulo de mi infancia bajando a jugar a las esconcidas, policías y ladrones y tantos juegos más, en el patio del edificio. Con su partida, solo quedabamos 3 personas contemporáneas, una de ellas era Micaela. La otra niña que había mostrado interes en mí.

Recuerdo que siempre pensé y todo el edificio creo que lo pensaba, ella era una niña hermosa, delgada, alta, un pelo lacio marrón claro, ojos color canela y un piel trigueña espectacular. Su sonrisa era la inocencia transformándose día en día en la sonrisa pícara de una mujer enamorada, que va descubriendo su sexualidad paso a paso. No he visto como sonríe hoy, probablemente ahora haya conquistado el arte de seducir desde una mirada o una sonrisa, porque ya en aquella época, a más de uno dejaba desarmado.

en esos años y como se volvió costumbre en muchos años después de esos eventos, los problemas electricos en mi país eran serios, por lo que todos los días vivíamos con regulación en el servicio eléctrico, así que todos los días habían dos horas donde se suspendía el servicio. El horario era rotativo por lo que algunas semanas, nos tocaba pasar de 6 a 8 pm y la siguiente de 8pm a 10 pm, sin luz.

No recuerdo exactamente como comenzó, pero eventualmente se hizo costumbre reunirnos abajo nostros dos en el parque. Muchas veces bajaba con el hermano menor, el era un niño de unos 2 o 3 años nada más, a veces con la niñera bajaba ella con el hermano, pero eventualmente comenzó a bajar ella sola.

Conversamos durante muchas semanas, varías horas al día, riéndonos de cualquier cosa, recordando como nos conocimos, recuerdo su rostro de 11 años, con una blusa blanca de algodon y una falda de jean, el día que su familia comenzo a mudarse unos 4 años antes de lo que les cuento... Recordando cosas que habían pasado, ella contandome de como Paula estaba enamorada de mí, de sus clases, de lo que esperaba ser algún día, ella también jurándome que nunca leería los libros que escribiría y yo escuchandola hablar de lo mucho que le gustaba la saga de crepusculo...

Pero entre tantas cosas que nos contabamos, cada día era un centímetro mas cerca, cada día era mas despacio que nos hablabamos, como reconociendo nuestros propios límites, borrándolos lentamernte a consecuencia de la inexperiencia de no saber que ambos estabamos listos el uno para el otro,

Eventualmente, nos tocó pasar la primera noche sin luz entre las 6 y 8 pm, sin pensar mucho al respecto, solo nos quedamos hablando como siempre hacíamos. Pero la luz se fue, y al cabo de unos minutos la luz del sol comenzó a desaparecer también. Sin aparatos eléctricos, sin distracciones, sin ruido, el silencio que se escuchaba era seductor, solo podía sentir el viento que atrevesaba nuestros cuerpos inseguros, todo parecía desaparecer, hasta la luz, engañando con soledad a nuestros ojos, pero reconociendo la presencia, como si nuestras existencias reaccionaran mutuamente en el silencio, como encontrando nuestras almas en el infinito

Este silencio nos lleva a hablar extremadamente bajo, para no ser escuchados y escapar a los oídos chismosos, capaces de arruinar nuestro nido de amistad, que era de verdad un amor que nunca terminó de florecer.

Hablabamos tan despacio, que nos tuvimos que encontrar mutuamente en la oscuridad, para poder hablarnos de frente, a pesar de que ya para esta altura no se veía absolutamente nada. Pero las noches se repitieron y poco a poco, entendimos lo que esperabamos del otro. Recuerdo tomar sus manos por primera vez, sentir la calidez de unas suaves manos frías, que temblaban ligeramerne por los nervios de los primeros contactos, ella no sabía que hacer con mi mano, yo solo la sujetaba...

Yo me apoyo en el pilar donde siempre conversabamos y como una respuesta únicamente posible de dos cuerpos comunicados por algo mas allá de las palabras y las señales visibles, ella se puso de espalda y se acosto encima de mí. Yo recuerdo tener su mano y por una razón que solo me nació en ese momento, darle una beso en la mano, apoyada en su hombro, mientras me guiaba a abrazarla para así no sentir tanto frío.

Recuerdo (no) ver como se levantaba ligeramente, separándose de mí, mirandome de reojo, sacándose el pelo de la espalda, poniendo de lado mirando hacia el frente, ella llevaba una blusa con la espalda casi descubierta, recuerdo acariciar su espalda y lo que significaba ese contacto, ella tenía un miedo seguro, yo un pánico controlado. No me acuerdo que me impulso a hacerlo, pero recuerdo llegar y besar su espalda, sentir el aroma de su shampoo y la crema de vanilla que usaba como humectante. El perfume que desconzco el nombre de la fragancia que aún recuerdo, sumado a su cuerpo juvenil y recién bañado, en una evidente preparación a nuestro encuentro, era toda una mezcla invisible de primera experiencias que me guiaron a besar su espalda.

No es díficil explicar como latía mi corazón, como todo mi cuerpo desconocía los siguientes pasos, pero que aún así se atrevía a darlos. Acariciaba su espalda y sus brazos y solo puedo suponer sus reacciones, porque aun en esta cercanía, ni siquiera su cara podía ver, pues la oscuridad nos protegía de los ojos externos, dejandonos en nuestro propio mundo, para explorarlo como quisieramos...

Y a pesar de lo mucho que supongan, lo cierto, es que esta historia termino ahí. La luz volvió sin que nos dieramos cuenta y su madre vino a buscarla solo instantes después...Lo cierto es que ella y yo sabíamos, que un beso en los labios hubiese sellado, hubiese liberado todo aquello que en la oscuridad nos contabamos en caricias, era que ese amor era poderoso y esperaba a explotar en nosotros. Pero eso nunca habría ocurrido, porque la semana siguiente ella se mudó a otro país...

Recuerdo la última vez que la ví, eran las siete de la mañana y ella estaba con el uniforme de su escuela, yo la ví y cuando ibamos saliendo a clases, le dije a mi padre que parara el auto, para bajarme y despedirme, recuerdo abrazarla y sentir su llanto en mi oído, ya no olía a perfume o vainilla, era el olor de la tristeza y la despedida, era el sabor amargo de un adiós...

Ya han pasado muchos años y no he sabido nada de ella, no nos volvimos a comunicar aún en esta época de redes sociales, supongo que yo me arrepiento de no haberla besado y ella me reprochará mi falta de atrevimiento. Quizás solo existimos en la vida del otro para aprender los sentimientos de los primeros pasos, quizás aún falte un capítulo mas entre nosotros... Lo cierto es que hoy la pensé , sin ningún motivo en especial, tratando de recordar el olor a vainilla, pensando en como se sentirán sus labios...

EscritosWhere stories live. Discover now