1. Primer día de clases.

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Viernes, mis ganas de despertarme no superan a las de quedarme en cama así que cierro los ojos cinco minutos más. Un dichoso pajarito se asoma por la ventana y se apoya en el alféizar para empezar a cantar en un tono excesivamente agudo, mis pobres oídos no lo soportan así que me tapo la cabeza con la almohada. A pesar de mis intentos en dormir, el jodido pajarito no se callaba. Cogí el despertador, miro la hora: 8:25. Una vez que me aseguro que todavía tengo tiempo, le lanzo el despertador al pájaro, rompiendo la ventana y aullentándolo pero dejando un cristal roto. Tengo que comprarme un nuevo despertador...y arreglar la ventana.

"Bueno, ya no soy capaz de pegar ojo y dentro de poco tengo escuela." pienso "Debería ir levantándome"me pongo de pie y dejo caer mi pelo sobre mis ombros. Es castaño, casi negro. No muy largo, lo suficiente para hacerme un moño grande pero no tan largo como para que moleste ¿sabéis? Bueno, ya me estoy liando con mis cosas y esta empezando a entrar el frío aire de la mañana por el cristal roto, y eso no me gusta.
Vivo Utah, Estados Unidos. Estos meses de invierno calan los huesos de cualquiera, no hay muchos turistas por esta época, sin ser por las ferias y concursos típicos de aquí que se celebran dentro de dos semanas, creo.

Me voy al baño de mi habitación y me doy una larga ducha de 4 canciones
-si, mido el tiempo en canciones- y 2 canciones para vestirme con una camiseta negra simple, con las mangas cortadas, y una sudadera militar en la parte de arriba, mis pantalones pitillo son azul marino y mis pies se ven vestidos con unas Converse All Star blancas. Ato mi pelo en una cola de caballo alta y pongo un pañuelo enrollado al rededor de la cabeza para que los mechones más cortos no me molesten.
Bajo las escaleras de mi casa y me dirijo a mi cocina, Mimau está tomando un café en la esquina de la pequeña isla que abarca el lado derecho de la habitación, tiene un libro en sus manos, el cual no alcanzo a leer su título.

- Hola Mimau, ¿hoy tienes que ocuparte de algún pequeño desastre?

- Te he dicho mil y una vez que no llames "pequeño desastre" a los niños a los que cuido- añade cansada de repetírmelo, una pequeña sonrisa de boca cerrada asoma por mi boca.

- Lo siento...bueno, no has respondido a mi pregunta- cojo una tostada y la unto con Nutella- ¿y bien?

- Hoy tengo que cuidar a Marco, acabaré a las 5, después vendrá su mayordomo a recogerlo para llevarlo a su casa.

- Aaajjjj, tendré que cerrar con llave mi habitación- Marco, este pequeño gran desastre es un niño rico, mimado, consentido e imbécil. Debe tener unos 10 años, y es un diablo, no, mejor aún: Satán. Se dedica a cojer mi ropa íntima y, o bien quedársela para presumir de ella con sus amigos pijos en su colegio pijo, o bien ponérsela y sacarse fotos con su Iphone última generación Plus. Ojo al "Plus", ese Iphone cuesta más que nuestra casa entera. Bueno si, sus padres son millonarios, y con mansión, Mimau se refería a mansión enorme de cuatro pisos con piscina, zoológico, cine, y cualquier cosa que se os ocurra. Mimau le mima mucho, a pesar de saber que ya está más que mimado; pero bueno, sin el dinero que nos dan sus padres por cuidar de él, no viviríamos ni una semana. Es cierto que Mimau cuida prácticamente a todos los niños y niñas de este pequeño pueblo, por eso somos tan conocidas. Pero ni aún así podríamos vivir sin el sueldo de Mimau por cuidar a Marco.

- Ahggg, odio a ese niño con toda mi alma- añado molesta.

- Lo sé, pero seríamos indigentes sin ese dinero extra- me toma por lo ombros y me mira, soy una cabeza más alta que ella, mi padre era bastante alto según lo que ella dice- mírate, ya estás echa toda una muchacha. Tu padre estaría muy orgulloso de la mujer en la que te has convertido.

- Mimau, ya- me alejé de ella un paso.

- Él era un buen hombre, heredaste sus ojos, su cabello y su altura, además de su sarcasmo, su capacidad de reír por cualquier cosa y sobre todo su carácter. No dejes que se te olvide.

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