Capítulo 41

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A Jungkook le bastó con mirar su pecho desnudo para recordar lo ocurrido el día anterior.

—Jimin —la razón sucumbía a la locura.

—Jimin, sí —repitió él, al llegar junto a Jeon.

—Sí —le dijo Jungkook, rodeándolo con los brazos. Se besaron y entonces él lo miró con ojos acusadores.

—Sabes a caramelo. El se echó a reír.

—Me alegro de que te guste.

—Sabe mejor mezclado contigo —se inclinó y lo besó de nuevo. Jungkook se apretó contra él. Las horas que habían pasado separados parecían una eternidad y estaba deseando volver a sentirlo otra vez. Él había regresado a su apartamento después de pasar la noche del sábado con el; una noche de pasión irrefrenable. Al día siguiente había desayunado con el y después se había marchado. Los dos tenían que trabajar y Jungkook se había levantado con esa intención, pero su voluntad no había tardado en disolverse.Había terminado en el sofá del porche, intentando creerse que en realidad había ocurrido. De no haber sido por el dolor que sentía por todo el cuerpo, jamás se lo habría creído. Apenas habían pasado veinticuatro horas y ya volvían a estar juntos.

Jimin intentaba quitarle la camiseta mientras Jungkook forcejeaba con su cinturón.

—Quitate la tú porque soy muy torpe y te la voy a arrancar de un tirón si no se abre pronto —le dijo él,impaciente. Jeon se la quitó rápidamente.

—Yo me ocupo del pantalón. Jungkook se echó a reír al ver que sólo iba a bajarselo para ver el culo de Jeon. Él se tomó su tiempo y la risa de Jungkook se convirtió en jadeos.

—Jimin, busca un preservativo —le dijo con dificultad. Él se incorporó y se sacó uno del bolsillo.

—Ahora llevo uno en cada bolsillo. Se lo puso en un abrir y cerrar de ojos y, tras tumbarlo en el escritorio, lo hizo suyo una vez más. Jungkook levantó la vista y supo que ambos sentían lo mismo.

—No puedo creer que esto siente tan bien —susurró él mientras le alborotada el pelo.

—Lo sé —susurró el, enroscando las piernas alrededor de su cintura. A Jeon nunca le parecía suficiente. En las horas que había pasado solo su deseo había aumentado hasta límites insospechados y no le llevó mucho tiempo llegar al punto de ebullición. Mordiendo la manga de la camiseta de Jimin, apretó los dientes para ahogar los gritos. Y entonces sintió un ligero mordisco en el cuello y supo que él también había llegado.

Lo que acababan de hacer era una auténtica locura. Se dio cuenta de que tenía la grapadora clavada en la espalda. Jimin se apartó de el y le ayudó a levantarse. Avergonzado, Jungkook recogió sus boxers del suelo.

—¿Sueles practicar el sexo en el trabajo? —le preguntó el. La locura que se había apoderado de ellos era más que aterradora. Él se abrochó el cinturón.

—En realidad, no. También es la primera vez para mí —contestó Jimin. Él apenas se atrevía a mirarlo a los ojos y Jungkook  empezó a pensar que también se sentía incómodo. El teléfono sonó. Era Becca, para recordarle que tenía una reunión. Jungkook colgó y se puso la ropa a toda prisa.

—Llego tarde a una reunión. Yo nunca llego tarde —se alisó el pantalón—. ¿Me veo bien? Jimin lo miró y reprimió una mueca. No quería hacerlo, pero había tenido que mordisquearlo en el cuello para no gritar de placer. En realidad había hecho algo más que mordisquear. Había intentado succionarlo como un hambriento vampiro.

«Un chupetón. La prueba del delito...».

Si hubiera sido otra persona se habría reído, pero se trataba de Jungkook y no quería enfadarlo.

Una tentadora propuesta | JikookDonde viven las historias. Descúbrelo ahora