Capítulo 42

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Hundió los dedos en la mousse y se la untó en los labios. Jungkook sacó la lengua y probó tanto el postre como a él. Él se inclinó un poco más.

-Te dije que iba a comerte todo. Entonces lo besó. El chocolate derretido sabía a gloria sobre sus labios. Jimin le puso más chocolate en el cuello y empezó a lamerlo en la base de la garganta. Le apartó el pelo y empezó a besarle con ardor.

-Lo siento. No quería hacerlo.

-¿El qué? Él lo miró a los ojos.

-El cardenal del cuello. El se tocó la marca.

-Oh. -Ya se está quitando. El se echó a reír.

-¿Se notaba mucho? Él sacudió la cabeza.

-No cuando te soltaste el pelo.

-Qué pena. ¿No se veía ni un poquito? Jimin se sorprendió.

-A lo mejor si mueves el pelo...

-Si lo hubiera sabido, les habría dado algo para cotillear. La luz que brillaba en los ojos de Jimin se apagó. Apartó la vista. El lo agarró de la barbilla y lo obligó a mirarlo.

-Jimin, voy a tener que vengarme por ello -le dijo, tomando un poco de mousse con los dedos.

-¿Y lo vas a hacer ahora?

-Mmm. Él volvió a sonreír. Estaban tumbados en el suelo. El bol de mousse descansaba a un lado y la ropa estaba esparcida por todo el suelo. Jimin le quitó una mancha de chocolate del vientre con un beso.

-¿Por qué nos gustan las cosas que son malas para nosotros? «¿Como el chocolate? ¿Como tú?».

-Todo es bueno si se consume con moderación - Jungkook hundió un dedo en la mousse y chupó el chocolate.

-A mí no me gusta la moderación -dijo él, soplando sobre uno de los pezones de Jungkook, que estaba manchado de chocolate-. Y tú tampoco. El arqueó la espalda al tiempo que él le mordisqueaba el pecho. Jimin tenía razón. Trabajaba duro y jugaba en serio. ¿Y el? El sólo trabajaba duro, y comía chocolate, mucho chocolate. Y lo que sentía en ese momento no tenía nada de moderado. La primera cosa que vio cuando abrió los ojos fue su maletín junto al armario. Eso le recordó que no había nada serio en aquella relación. Él nunca iba en serio y se lo había dejado muy claro desde el principio. No podía darle más que un tórrido romance de unas semanas y después seguiría adelante. Pero se sentía tan... No sabía si sería capaz de hacer lo mismo.




















Era el Cup Day. La ciudad se llenó de gente para las carreras y Jungkook tuvo ganas de regañar a Max. ¿Cómo se le había ocurrido remodelar el hotel en mitad de un carnaval, cuando estaban al completo? No obstante, el jolgorio general era contagioso y Jungkook se sentía lleno de energía. Todo lo que le hacía falta para vivir era la adrenalina, Jimin y el chocolate. El hotel estaba lleno y todo el mundo tenía que arrimar el hombro.

-¿Quieres participar en la porra del despacho, Jungkook? Jungkook se detuvo.

Nunca antes se lo habían pedido. Becca le estaba sonriendo, cosa que jamás había hecho.

-Bueno, sí.

-Tengo una lista de asistentes aquí. A Becca le resultaba extremadamente difícil cumplir con las tareas que el le pedía, pero cuando se trataba de hacer una quiniela para las carreras la tenía lista en un abrir y cerrar de ojos. Jungkook tuvo que reprimir las ganas de hacer algún comentario al respecto. De pronto oyó entrar a Jimin.

-¿Puedo jugar yo también?

-Tú siempre estás jugando -dijo Jungkook antes de mirarlo de reojo y sonreír. Él hizo lo mismo.

Una tentadora propuesta | JikookDonde viven las historias. Descúbrelo ahora