La fuente de su diversión caminaba justo a su lado.
—Tengo hambre. ¿Y tú? Él quería algo más que algo de comer, pero no le importaba esperar. Le gustaba pensar que tenía el control sobre los sentimientos que el despertaba.
—¿Picamos algo? Jungkook abrió el frigorífico y sacó unos huevos y un poco de beicon. Jimin sacó las patatas y las cebollas del congelador, y se echó a reír. Por lo menos había diez barritas de chocolate con caramelo en la balda del medio.
—¿Por qué tienes el chocolate en el congelador?
—Me gusta así. Jimin cortó un pedacito del paquete abierto y se lo comió antes de cerrar la puerta. Entonces le robó un beso a Jungkook, que estaba preparando la sartén.
—Y ahora eres tú el que sabe a caramelo.
—He comido un poco de las provisiones que guardas en el congelador. ¿Te importa?
—En absoluto. La temperatura del aceite hirviendo no era nada en comparación con la temperatura del ambiente. Entre ellos estallaban fuegos artificiales como agua en aceite caliente. Comieron de pie frente a la encimera. Aquella comida no era más que una parada obligatoria para reponer fuerzas. Pero Jimin quería algo más esa noche y aprovechó la oportunidad cuando Jungkook fue a ducharse. Se ofreció a lavar los platos mientras el se duchaba y fue a inspeccionar la habitación secreta. Había cargado el teléfono para hacer algunas fotos, o incluso algún vídeo. Podría enviarlo por la mañana. El podía decir que no quería que nadie lo supiera, pero él no se lo creía. ¿Por qué estaba haciendo piezas para una publicación si no quería que nadie viera su obra? Él podía ayudarle. Tenía contactos y, como siempre, tenía un plan maestro. Las cortinas estaban cerradas, así que encendió la luz. Tenía unos quince minutos, así que hojeó el manuscrito y memorizó algunos nombres de flores y definiciones antes de tomar fotos. De pronto oyó los pasos de Jungkook y se guardó el teléfono en el bolsillo.
—Pensaba que te había dicho que no entraras —el llevaba una bata. Tenía el pelo mojado y una mirada desafiante—. ¿No conoces la historia de Bluebeard? ¿La curiosidad? ¿Los gatos? Temeterás en problemas.
—¿Y qué vas a hacer? ¿Castigarme? —sonrió con malicia.
—Por supuesto —se volvió y cerró la puerta tras de sí. Jimin oyó el sonido de una llave y entonces Jungkook dio media vuelta.—Ahora estás encerrado. Ésta es mi habitación secreta, mi fantasía. ¿Quieres ser parte de ello? Si es así, tienes que hacer lo que yo diga.
—Claro —dijo Jimin, fascinado. El vaciló un instante. Cruzó la habitación y se detuvo delante de él.
—Ve y siéntate junto a la ventana. Jimin hizo lo que le había ordenado y lo observó mientras ordenaba algunas cosas a su gusto. Tomó las telas de fondo y las extendió una encima de la otra para crear un área acolchonada. Tomó las flores del jarrón una a una y, tras agitarlas en el aire para propagar su aroma, las puso cuidadosamente sobre las telas. Jimin lo observaba extasiado, y sin darse cuenta, se hundía más y más en aquel mar de pasión, pero el deseo no le dejaba tener miedo.
Jungkook se puso de pie y se volvió hacia Jimin. Se había quedado tan absorto mientras creaba su retablo que se había olvidado de que él estaba allí en carne y hueso. La realidad se impuso y con el llegó la vergüenza. Desde luego, Jimin debía de pensar que era un tonto. Lo observaba en silencio; sus ojos eran dos enormes lagos azules.
—Tu fantasía —le dijo de repente. El se quedó sin palabras y se limitó a asentir. Lentamente, sin dejar de mirarlo, él se incorporó y fue hacia el.—¿Qué quieres que haga? Jungkook perdió la confianza en sí mismo un momento.
—Tú has empezado, así que tienes que decirme qué quieres. Dime —Jimin se inclinó hacia el y le susurró algo al oído—. Si no pides nada, no conseguirás nada.
—Quítate la ropa —le dijo el, con los ojos entreabiertos. Él se quitó la camiseta y la arrojó a un lado.—Toda. Se quitó las zapatillas de deporte, los calcetines, se desabrochó el cinturón y se bajó los vaqueros con dificultad. Jungkook contempló la tensión creciente bajo sus calzoncillos. Entonces él se los quitó y su potente miembro se reveló en todo su esplendor viril. Jungkook lo miró con perplejidad. Jimin era realmente magnífico. Caminó alrededor y se maravilló al ver la perfección de su cuerpo. Trazó el contorno de los músculos de su espalda con la punta del dedo; su piel era suave y cálida. Se detuvo frente a él y lo miró a la cara. Jimin sonrió.
—¿Cómo voy a saber qué quieres de mí si no me lo dices?
—Ya lo sabes. Ya lo has hecho otras veces.
—Tú no tienes que ser tímido conmigo, Jungkook. No hay parte de tu cuerpo que no conozca. Déjame entrar en tu mente también. Quiero conocer tus fantasías. Quiero ser tu fantasía... ¿Te ayudará saber qué es lo que quiero? —le dijo en un susurro—. Quiero tocarte aquí —le señaló el vientre—. Quiero probar tu sabor — añadió, señalando más abajo—. Quiero jugar con tus pezones y ver cómo se endurecen. Y quiero oírte gemir mientras te hago el amor. El fuego de la vergüenza tiñó de rojo las mejillas de Jungkook. Se quitó la bata y la arrojó al suelo. Los ojos de Jimin brillaron al ver la reacción de el.
Por fin había conseguido atreverse a tomar la iniciativa.
—Diversión, Jungkook. Dímelo. Dime que es pura diversión. Él tenía razón. Después de todo, aquello no era más que un juego, y por tanto podía hacer y pedir lo que quisiera.
—Quiero que estés debajo de mí —le dijo. Por una vez quería tener el control, el poder. Él se acostó en la improvisada cama y el apoyó las rodillas a ambos lados de su cintura. Entonces tomó una de las violetas y la agitó sobre su pecho. Gotas de aromático rocío cayeron sobre el pecho de Jimin, y Jungkook trazó una línea donde había caído el agua.
—¿Quieres que me mueva, o quieres marcar el ritmo? —le preguntó él, lleno de expectación.
—Déjame a mí — Jungkook se elevó un poco y se acomodó sobre la unión de los muslos de él. Jimin sonrió mientras lo veía jugar rozándose contra su potencia masculina. Jeon quería experimentar, comprobar hasta dónde podían llegar antes de perder la razón. Lo besó con los labios y, después frotándose suavemente y apartándose después. Jimin le puso las manos sobre el trasero y empezó a empujarlo hacia él levemente, sólo para recordarle que estaba allí y que le estaba dejando toma la iniciativa. Por un momento... Entonces las manos de Jimin empezaron a apretarlo más y más, pero el se apartó y sacudió la cabeza. Él suspiró.
—Jungkook, ya no puedo aguantar más —le dijo, con un gesto de dolor. El sonrió y siguió adelante sin piedad alguna.
—Estás jugando conmigo —le dijo Jimin, jadeando.
—Sí —dijo Jungkook, riendo.
—De acuerdo, me alegro de que juegues conmigo. El siguió frotándose, meneando las caderas y jugueteando con los pezones de Jimin y con los suyos propios.
—Jungkook... —Jimin luchaba por no perder el control. El echó atrás la cabeza con una carcajada.
—Oh, juro que vas a pagar por esto —le dijo él.
—Eso espero. Él le sonrió suavemente y Jungkook le devolvió la sonrisa; una sonrisa divertida y plácida. Y entonces Jimin se incorporó de pronto y el movimiento lo hizo entrar más profundamente. Jungkook exhaló una bocanada de aliento. Jimin lo rodeó con los brazos, pecho contra pecho. Sus cuerpos cálidos se fundieron creando un calor ardiente y en unos segundos Jimin volvió a hacerlo estremecer en una nube orgásmica. Él lo besó en el cuello y murmuró algo que Jungkook apenas oyó.
Un rato después lo acostó a su lado y deslizó los fríos pétalos de una violeta sobre su piel caliente. La fantasía de Jungkook se había hecho realidad...
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Una tentadora propuesta | Jikook
Roman d'amourSinopsis: De la noche a la mañana, perdió la cabeza por el hombre de sus sueños... Park JiMin era un millonario que trabajaba mucho y arriesgaba mucho, a diferencia de Jeon Jungkook, su antiguo vecino, un joven correcto y estirado. Asfixiado por un...