Hay que mandar todo al carajo
Esas fueros sus ultimas palabras antes de irse de su lado y dejarla sola y sin compañía alguna, entre toda esa gente en aquella estación del metro.
Esas eran las palabras que se repetían una y otra ves en su mente sin parar y sin detenerse, sin descanso; en su casa, en su sueño y en su estudio, no podía dejar de pensar en esas palabras que aquel chico le había dicho, aquel chico que la había enamorado e ilusionado y, que de un día para otro la dejo sin decir mas.
7:18 p.m.
Se detuvo en su lugar favorito, no se iba a arrepentir por nada, no tenia nada ya en este mundo, ni familia, ni amigos, ni nada ni nadie por lo que luchar y sacrificarse.
La luz del atardecer iluminaba en mar y la fresca brisa volaba el blanco vestido junto con algunos de sus castaños y cortos cabellos volaban cerca de su cara, dio la vuelta y diviso el atardecer. suspiro. esta seria la ultima vez que lo vería así de hermoso, pero pronto estaría tan cerca. volvió a girar. se hizo hacia la orilla del barranco.
"hay que mandarlo todo al carajo" murmuró para si misma y se dio caer en las rocas mientras el sol desaparecía detrás del mar y dejaba a su paso estrellas, y la tenue luz de luna se dejaba ver.