Habían pasado cuatro años desde la última vez que había visto a Dobuita. Nunca nos llevamos del todo bien, pero siempre la considere una amiga. Tal vez no del tipo de amigas con las que me llevaba, sino del tipo de amigas a las que sólo se les habla cuando se les pide un favor. Era una relación incomoda, pero siempre me sentí cómoda cerca de ella. Eramos competitivas, pero nuestras competencias solían ser amigables y hasta cierto punto sabíamos que necesitábamos la una de la otra, por eso no me sorprendió mucho cuando me llegó la invitación de Dobuita por el correo electrónico. Quería reunir al equipo exactamente cuatro años después de nuestra victoria. Eso me agradaba. Había escuchado que Dobuita era ahora una especie de periodista principiante, y me gustaba que siguiera recordando sus raíces y a sus viejas amigas.
Recuerdo haber aceptado el e-mail de Dobuita y haberle respondido con un mensaje algo largo. Ella era una chica especial. Siempre me había parecido linda, y honestamente me gustaba bastante cuando eramos adolescentes. Estar en el closet y cerca de ella, no era algo muy fácil, así que procuraba estar lejos de ella... tal vez por eso nunca fui realmente cercana a Dobuita. Su belleza y personalidad me torturaban. Era como si un ángel hubiera caído del cielo y buscará mi ayuda, pero yo debía de ignorarle para poder vivir. No se si ella sentía lo mismo... al menos yo, si lo sentía.
Cuando el día llegó para ver a Dobuita, me lleve mi mejor vestido y me maquille para verme mejor. Creí que ella luciría igual de hermosa, por lo que quería tan siquiera captar un poco de su atención. También sabía que la probabilidad de un paparazzi cerca del lugar era muy grande, y no quería ser vista en mi manera más lesbica y masculina. Reze a Dios que a Dobuita le gustarán las chicas femeninas... porque si resultaba ser lesbiana, pero sólo tener algo con chicas masculinas, eso sería una tragedia. Pero me sostuve a la esperanza. Sabía que ella sería algo diferente. Lo note cuando vi que el lugar en donde nos citó era un restaurante de postres y rosquillas.
Recuerdo que la hermana de Dobuita -Pukú- igual me parecía linda. Era una chica asiatica algo gorda, y honestamente mi debilidad por las gordas es... inmensa. Si bien me encantan las chicas deportistas y delgadas, las chicas gordas siempre son una novedad personal. Sus formas. Su personalidad. Todo en ellas me resultaba extrañamente erótico. Sabía que tenía una fijación sexual con las chicas con sobre-peso, pero nunca entendí el porque. Sólo pasaba, y era algo que yo amaba. Ese día Pukú se veía espectacular. Tenía una camisa roja y un pants algo flojo. Parecía que esa era la única ropa que le parecía cómoda... y el simple hecho de ser una chica gorda cuya ropa no le queda muy bien, bastaba para llamar mi atención.
- ¿Rebe? - dijo una voz mientras observaba a Pukú - ¡¿Rebe?! - gire mi mirada y me encontré con una version extremadamente delgada de Nancy - ¿Me puedes dar un autografo? - me resulto raro que una amiga me preguntara por ello, pero aún así lo firme. Sabía que algunas de ellas reaccionaron de este modo acerca de mi presencia. Al final y al cabo, yo era probablemente la más exitosa de ellos. Era una modelo bastante famosa, y para ellas eso era lo más cercano a estar cerca de algo con ropa verdaderamente cara. Aún así rogué a Dios por no quitarle el protagonismo a Dobuita... aunque creó que no era realmente necesario hacerlo.
A lo lejos vi la silueta de una mujer super obesa acercándose. Creí que era la mesera, hasta que esta abrió la boca;
- Hola amigas, ya llegó su atleta favorita - dijo una obesa Dobuita. Mis ojos se derritieron. Esta chica era Dobuita Mori. Esta gorda mujer con respiración agitada, era la chica que pretendía conquistar. Mis nervios se tensaron. Era como un sueño hecho realidad. Dobuita Morí era una mujer gorda, y eso me excitaba de una manera que nunca realmente había llegado a experimentar.
Todas las chicas saludaron a Dobuita con algo de impresión. Era mucho más grande de lo que alguna vez había imaginado. Era posiblemente una de las personas más gordas que había visto en toda mi vida. Su rostro era redondo, y tenía unas mejillas regordetas hermosas, así como una papada que simplemente era imposible de ocultar. Sus gordas piernas se habían llenado de celulitis y grasa. Sus brazos eran dos bloques de carne. Y su panza... era posiblemente una de las cosas más maravillosas que había presenciado desde mi niñez. Dobuita era como un reflejo inverso de mi. Era maravilloso.
Me le acerque a Dobuita y le saludé. Ella se notaba algo nerviosa, pero me saludó de una manera adecuada. Pronto llegó la comida, y ella se rindió a comer lo más rápido y la cantidad más grande posible. Era como ver a un calamar gigante alimentarse. Era majestuoso. Ella era perfecta. Debía de tenerla. Ella era lo que estaba buscando desde que la soledad se había convertido en rutina. Pero no tenía idea de como hacerlo... no sabía como hacerla mía. Tal vez ella no era lesbiana. O tal vez ella creería que soy alguien rara, y le diría a los medios acerca de mi fijación sexual.
La conversación continuo. Las chicas hablaban del pasado, y Dobuita comía ignorando todo lo que le pasaba a su al rededor. Era como si solo nos hubiera invitado para verla. Como si estuviera introduciendo una nueva versión de ella. Andrea miraba a Dobuita con un rostro algo asqueado. Ella era quien mejor se llevaba con Dobuita, por lo que creó le causaba mucho impacto el ver como ella se había convertido en una ballena. Cada movimiento de Dobuita causaba que su cuerpo se moviera como gelatina. Su propia respiración sonaba más pesada, y había comenzado a tener un acento algo raro. Era como si su nueva forma de vida la estuviera transformando en alguien más. Si no fuera porque me fascinaba, entendería totalmente la reacción de Andrea. Este es un cambio de nivel Kafkiano. Dobuita era algo que nadie quería ser. Dobuita era la mujer más gorda del lugar... y no parecía sentirse mal respecto a ello. Parecía que su gordura le causara una especie de orgullo.
Andrea y yo nos sentamos al lado de Dobuita. Podía regocijarme viendo como la comida pasaba por sus manos como si fuera nada. Su panza se inflaba cada que tomaba soda. Era hermosa... al menos para mí, ya que Andrea no opinaba lo mismo.
- ¿Dobuita?... ¿No crees que es peligroso que comas de esa manera? - dijo Andrea mirando a mi bella Dobuita. Ella no contestó y siguió comiendo - ¿Dobu...? ¿Te pasa al...?
- Come amiga, no le hagas caso a los demás - no pude evitar más que responder. Andrea estaba tratando de apagar mi calentura y excitación. No quería que continuara, así que fui algo directa. Dobuita me miró sonriente y se acomodo el cabello. Era una señal buena. Dobuita me comenzaba a apreciar.
Andrea se dio la vuelta algo triste, y siguió conversando con el resto de las chicas. Yo no pude. Ver a Dobuita era algo único. Era la mujer que había buscado toda mi vida. Era la chica de mis sueños. Mientras me absorbía en mis pensamientos, pude sentir como una mano acariciaba lentamente mi pierna. Era una mano grande y gorda. Agache mi mirada, y vi la mano de Dobuita acariciando mi pierna.
- Gracias Rebe - dijo Dobuita mientras masticaba su comida - Tu si entiendes - su mirada me llamaba. Parecía que entendía lo que yo quería. Parecía que hoy me saldría con la mía. Dobuita sería mía. Dobuita sería mía.
Le tome la mano y sonreímos. Ella comía, y comenzamos a conversar acerca del pasado. Se expresaba de una manera única y preciosa. Hablaba con su boca llena y se acariciaba la barriga cada cierto tiempo. Me platicó acerca de su retiro, y de como esta nueva vida le agradaba. Tenía el cerebro lavado. Se estaba convirtiendo en una cerda ignorante, y eso me cautivaba mucho más de lo que debería. Dobuita y Pukú eran las dos personas que más deseaba en ese momento. Eran bellas. La reunión había valido la pena, y no me arrepentía de haber ido, ya que había descubierto y visto cosas que no creí poder ver en toda mi vida.
Cuando todas nos levantabamos para irnos, me le acerque a Dobuita. Debia de conversar con ella de nuevo... la necesitaba en mi vida;
- Oye, Dobu... me preguntaba si, ¿Quieres salir conmigo el próximo fin de semana? - los nervios me invadieron, y ella se sonrojo. Había una tensión sentimental y sexual que nunca había creído sentir. A pesar de que no había ocurrido nada, ella podía sentir esa fuerza sexual de la misma manera que yo, por lo que acepto.
Mientras ella se iba, pude ver su gordo y gigante trasero. Ella era la indicada. Ella era por quien daría mi vida.
------------------------------------------------------------------------------------------Rebeca era diferente. Algo en ella estaba captando mi atención más de lo que otras personas lo han hecho. Nunca sentí algo así por una mujer. No era amor, ni atracción sexual... era algo diferente. Ella era algo diferente. Nunca imagine que mi vida se vería conectada con ella una vez más, y mucho menos de esta manera.
Pukú y yo caminábamos en medio de la noche. Me recargue en su brazo y caminamos. Debía de encontrar una manera para deshacerme de Alán... y tal vez Rebeca era la solución.
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La Atleta (Un Relato Fetichista)
RandomPaso de ser una chica atlética campeona en la liga femenil de basquetbol, a ser una mujer gorda campeona en concursos de comida. Esta es la historia de Dobuita Mori; la mujer más gorda de todo Brooklyn. Inspirado En La Historieta Corta; "She Had It...