Capítulo 9: Caminos divididos

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- Despierten par de mocosos – Recibí una abofeteada poco bonita en la mejilla haciendo que diera un salto y reaccionara.

- ¡¿Ah, a qué vino eso?! – Pregunto exaltado, pero ahí me di cuenta en la postura que me encuentro junto con Jack – ¡Bájanos! - Estábamos atados de cabeza hacia el suelo colgando de unos árboles un poco... Débiles, ya que se movían como gelatina cada vez que nosotros agitábamos un pelo.

En ese momento una pregunta empezó a incomodarme en la cabeza. Desde ya un tiempo que los Zombies sabían dónde atacarnos, como fue esta vez, sabían dónde mandaríamos nuestras tropas, nuestros grupos, y siempre acabábamos con más bajas de lo normal. Y el saber dónde nos encontrábamos era nuevamente una clara razón de que saben sobre nuestra organización de ataque y salidas de expedición.

- Lo que faltaba, uno que no sabe en la posición en la que está – La azabache me dio otro golpe con un palo y después a Jack para que despertara – Los buscan la señorita, siéntanse agradecidos.

- ¿Cómo es que cambiaste tanto? – Pregunta mi amigo cuando por fin vuelve a la cordura – Antes eras menudita, con lentes y muy bien presentada, ahora eres... - Ahora mismo la chica no llevaba los lentes, tenía el cabello negro suelto en muchos rizos, usaba ropa de militar un poco sucia y tanto su tono de voz como la forma de actuar cambiaron – ¿Eres más ruda?

- Cállense – Nos vuelve a golpear – La señorita no tiene paciencia, así que guarden silencio y colóquense estas cosas – Nos extiende unos esmóquines cogiéndolos por el palo – Bájenlos – Los otros acataron su orden. Y la chica nos entregó la ropa.

Nos dieron privacidad y nosotros nos pusimos la ropa, extrañamente el de Jack era de un blanco y su corbata era celeste, combinando muy bien con su cabello y ojos, y el mío era rojo pálido, con la corbata del mismo color que Jack, al parecer estaban especialmente hechos para nosotros.

- Mierda – Rayos, rayos, rayos.

- ¿Qué pasa? – Pregunta Jack mientras se ordena la corbata.

- Perdí mis lentes – Empecé a buscarlos con la mirada, aunque no con mucha ganancia.

- Tranquilo, son de descanso al igual que los míos – Se ordena los lentes y me mira – No te harán mucha falta.

- Pero es que sin los lentes me duelen los ojos – Hago un puchero de niño chico, por lo que el albino me ayuda a buscarlos.

- ¡Apúrense, mocosos lentos! – Grita la chica desde el otro lado de la puerta y empieza a golpearla impaciente – La señorita se está enojando.

- No están, Anthony – Se detiene su búsqueda y se acerca a la puerta – Ya no importa.

- Está bien – Resoplo un poco enojado y nos dedicamos a seguir a la de rizos.

- Señorita – Dice cuando estamos frente a una gran puerta. Al parecer esta no es la casa de Dayana – Ya trajimos a los individuos.

- Pasen – Grita desde el otro lado de la puerta y nosotros así hacemos.

Lo primero que veo es el extraño lugar en el que nos encontramos; Era como un palacio y, como todo palacio, al final del pasillo estaba el trono donde se encontraba Dayana con un vestido de gala. Y casi sonrío inconscientemente al poder oler el rico perfume a chocolate que hay en la estancia.

La chica a penas nos vio se paró de su asiento y pude ver cómo le brillaban los ojos, creo que los míos también comenzaron a brillar.

- Dayana – Grita Jack al verla acercarse, La loquita que nos escoltó se fue, dejándonos solos.

Amor Psicópata~Donde viven las historias. Descúbrelo ahora