Capítulo 12: Yin y Yang

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Narrador: Dayana

Desperté de un salto al sentir como el suelo se movía con tanta euforia logrando que la camilla en la que me encontraba empezara a bailar al son del terremoto. Parpadeé un poco atontada, me sentía un poco mareada, pero tenía cordura y eso era lo que me importaba.

Bajé mi vista hacia mi pie derecho que con unas esposas estaba atado a la camilla, mientras que mi brazo izquierdo estaba atado igualmente, impidiendo si quiera poder pararme.

Me encontraba en la enfermería eso estaba claro ¿Acaso me había desmayado? Oh, no, mierda. Sabía que por lo menos tenía que tomar siestas de 30 minutos, pero yo muy terca... Me di una abofeteada interna para concentrarme en mi problema. Supongo que era normal que me hayan atado a la camilla por "precaución".

Miré un poco desesperada la habitación buscando si quiera algo para poder zafarme de estas esposas, pero solo pude ver una pluma, comida y descubrí que por lo menos mis zapatos con plataforma seguían en mis pies, pues en vez de ropa normal, tenía un viejo vestido blanco.

- Al parecer despertaste – Achiné los ojos al escuchar esa voz para nada familiar, pero la figura estaba tan lejos y a la oscuridad que no podía diferenciar sus facciones. Estúpida luz que no está encendida cuando más la necesito, y estúpido será quién me ató a la cama y estúpida escena cliché.

- Disculpe, no sé quién es usted, pero ¿Me podría desatar? Tengo todavía cosas que hacer, por favor.

- O claro que te desataré, pequeña – El hombre avanzó hasta quedar enfrente mío.

Era un hombre viejo sin duda, pero pude distinguir el típico traje militar que usaban los Generales de la Zona A, y por lo que sé, solo hay cuatro Generales; Jack, Anthony, Rocky, que él ya no estaba con nosotros, y el General Brown.

- ¡Así que usted es el General Brown! – Intenté no parecer incómoda con la situación; Una chica atada totalmente desprotegida, y un viejo que parece un depravado – Un gusto.

- El gusto es mío – Cuando estuvo suficientemente cerca de mí, se acercó a mi oído para susurrarme – Mi Reinita Querida – Mi boca hace una gran "O" y lo fulmino con la mirada.

- ¡Eras tú el contacto! – Espeto con asco esas palabras.

- Daban buena paga, era lo que se esperaba de un hombre con sentido de la lógica y con claros indicios de supervivencia – Se excusa haciendo que más asco me dé su presencia.

- Traicionero.

- Lo dice la chica que traicionó a todo su reinado por unos simples sentimientos hacia unos chicos cargados de testosterona – Tuve que cerrar los ojos pues el hombre apenas hablaba, sino escupía un millón de babas, qué asco es estar a un paso de convertirte cenizas - ¡Ahora muere!

Me lanzó una cuchilla que me rozó la mejilla y me atrapó el cabello. Yo indignada empecé a tirar de él con la mano que tenía libre pero mi cabello no cedía.

- Estúpida, mi cabello, idiota – Seguí tirando, pero otra cuchilla hizo que me quedara quieta – Eso estuvo cerca – El hombre se fue acercando claramente con el propósito de hacerme picadillitos así que aproveché en la posición en la que estaba – Creo que hay algo... - Levanté rápidamente mi pie izquierdo que tenía suelto y se lo estampé en sus partes sagradas – ¡Tus bolas en mi zapato!

El hombre empezó a retorcerse en el suelo con las manos en el lugar afectado y yo aprovechando el momento con mi mano libre saqué el cuchillo que tenía atrapado mi cabello y con él rompí las esposas y las cadenas que tenían mi otra mano atada.

Amor Psicópata~Donde viven las historias. Descúbrelo ahora