Después de ayer no me quedaba ninguna duda ya, de que el amor de Gabriel si era una realidad.
Cómo dije, me sentía como una varita mágica moldeada de madera de palisandro, con un nuevo núcleo de fibras de corazón de dragón.
Otra vez haciendo referencias potterheads Natalia...
Me encontraba leyendo un poco en mi cama, pues me había levantado demasiado temprano y aun no tenía que iniciar con mis cosas, ni bañarme ni preparar nada. En ese momento Gabriel ya estaba tan presente en mi vida como el mismísimo aire.
Ya lo sentía aún sin el estar cerca de mi, aún sin estar cerca lograba hacerme vibrar fuertemente. En eso pensaba mientras alistaba mi ropa para ese día, un traje violeta de falda línea A, blusa blanca, para ese día elegí mi perfume favorito: Anais Anaís.
Estaba apenas poniéndome los zapatos cuando de repente miré hacia arriba, y el estaba mirándome fijamente, como hacía eso.
- Eres bellísima Nathalie, si así eres de hermosa ahora, no me imagino en diez años.
Me sonroje hasta la raíz del pelo, me temblaron las manos, y ya no pude terminar de ponerme las zapatillas. Entonces se acercó y lo hizo por mi.
- Checa que no las haya dejado muy apretadas preciosa.
Las cheque y no, estaban bien. Le sonrío y se lo digo, el me mira largamente con sus ojos grises azulado, tiene una mirada aparentemente fría, pero él, es tan cálido y perfecto, que sinceramente, no precisa ser dulce todo el tiempo, además mi naturaleza era templada también.
Me sentí entonces demasiado enamorada, mi cuerpo parecía sacudirse ante el, llevado por la pasión, aunque quien me viera juraría que estaba tan quieta como una tabla.
Puso entonces, sus manos sobre mis rodillas, mirándome largamente, cuando menos esperaba, quitó entonces, mi zapato derecho, besando cada dedo de mi pie, por encima de las medias, después mi pierna, haciendo que me estremeciera ante esa adoración a mi pie derecho.
Entonces, de improviso, subió a mí rostro, quitando levemente mis anteojos, poniendo sus ojos grises frente a mis azules, como queriendo nadar en mi iris, paladeando lo negro de mis pupilas, arrastrándome lentamente al frenesí, un frenesí que no conocía un límite en ese instante. Mi corazón empezaba a latir violentamente, cuál tambor africano enmedio de ritual vudú.
Mi corazón latía tan fuerte que invadía mis oídos.
Después, invadió mis labios con los suyos, haciéndolos danzar en un beso increíble, un beso que parecía mas bien un himeneo.
Me solté un poco de su agarre, recargando mis manos en la cama, y sacudiendo nerviosamente mi cabeza, haciendo que mis negros cabellos golpetearan el sobrecama de terciopelo rumano.
Entonces me fue recostando en la cama, y siguió besándome, tanteando suavemente las curvas y diagramas de mi cuerpo, sin invadirlos sexualmente, pues el acuerdo no lo permitía. Pero sin embargo, haciendo propiamente, un cuento erótico sobre mi piel con cada caricia.
Así estuvimos largamente, mi núcleo vibraba al son del suyo, el era invadido de mi núcleo de cabellos de veela, y yo, de fibras de corazón de dragón.
Si bien, aún no nos unia una relación meramente sexual, si nos unia la pasión de dos corazones amantes, dispuestos a entregar y a apostarlo todo.
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De assistant à épouse d'un millionnaire
RandomSpin-off de La muñeca de Gabriel. La vida de Nathalie Sancoeur desde sus primeros años hasta que conoció a Gabriel Agreste. Ya sabemos su vida de casada y pocas cosas de su infancia por lo que ella ha mencionado, pero ahora iremos más allá de la vid...