Esto es Berk.
Ya no es aquella isla que habíamos custodiado durante siete generaciones, pero este lugar lo convertimos en nuestro nuevo hogar. Esta isla se encuentra más hacia los mares del oeste, pero en realidad no era tan diferente de nuestra vieja isla; el frío continuaba azotando igual que siempre, acompañado de granizo o nieve, la vista hacia al atardecer seguía siendo igual de hermosa y todas las casas eran nuevas.
Casi nada había cambiado.
Solo había un pequeño detalle un tanto diferente: el acantilado. Si te colocas al borde de ese acantilado te golpeará una poderosa ráfaga de viento que te elevará por los aires, o al menos así se siente. A nosotros nos gusta visitar ese acantilado de vez en cuando debido a esa sensación. Esa sensación que nos recordaba a nuestros dragones.
Esta mañana me levanté gracias a un par de estruendos que sacudían mi casa
-¡Papá, despierta!- gritó una niña de cabello castaño rojizo, detrás de ella un niño con cabello rubio que sostenía un dragón de peluche entre sus brazos, muy parecido al que yo alguna vez tuve cuando era un niño.
La niña me sacudía de un lado a otro con intención de despertarme. Yo luchaba para mantener mis ojos abiertos. Miré a mi izquierda solo para descubrir que mi esposa continuaba dormida.
Hoy me toca, ¿no?, pensé.
Me levanté con dificultad y los párpados pesados mientras mis hijos me tiraban de los brazos hasta la sala. Desayunamos para recobrar la energía (aunque no es como que los niños la necesitaran) y nos preparamos para salir. Los niños corrían de un lado a otro jugando con el dragón de peluche y un hacha de madera; yo los seguía a mi propio paso.
Caminamos colina abajo, saludando a uno que otro vikingo madrugador, hasta llegar al acantilado. Yo traía mi cuaderno de bocetos y un lápiz en mi bolsillo. Cruzamos la hierba alta hasta llegar al borde. Mis hijos saltaban entre la maleza de forma que me recordaba a cierto reptil gigantesco de escamas como la obsidiana que me acompañaba a todos lados.
Una vez en el borde, dando la cara al horizonte, los tres nos sentamos y tarareamos una melodía que mi padre solía cantar y que mi madre le enseñó a los niños; a ellos les encantaba. Luego, empezaron a hacerme preguntas acerca de los dragones.
Mis hijos, a diferencia de mí, suelen correr por la aldea a socializar con casi todos los vikingos, así ellos lo quieran o no, y dejan que su curiosidad fluya. Desde el día que encontraron el viejo libro de dragones que guardo en mi casa no han dejado de preguntarme al respecto. Tienen una gran curiosidad.
-¡Dibújanos un dragón!-, suplicaban repetidamente, cosa que ya se había hecho una rutina mañanera mas o menos diaria.
-Claro-, respondí mientras sacaba mis utensilios para empezar a dibujar. -Díganme mis queridos clientes, que les puede ofrecer este humilde dibujante
-¡Un cremallerus espantosus!- exclamó Nuffink, el niño a mi derecha.
-¡Sí, dibuja ese, quiero verlo bien!- exclamó Zephyr, la niña a mi izquierda.
-¡Perfecto! No sabía que les gustaba los dragones terroríficos-, dije jugando con ellos. Empecé a bocetear las cabezas y los largos cuellos del dragón mientras los niños observaban mi lápiz con atención. -Tacio y Tilda solían montar uno de estos-, comenté mientras dibujaba.
-Los gemelos, ¿de verdad?-, preguntó Nuffink.
-No creo-, dudó Zephyr, -Ellos no pueden dirigirse la palabra sin quebrar un casco o dos; ¿por qué se pelean tanto?-, comentó ella entre risas.
-Y eso que viven uno al lado del otro-, añadió Nuffink
-¡Lo digo en serio!-, exclamé con una sonrisa en el rostro, -Preguntenle a Brutacio acerca de Eructo y a Brutilda acerca de Guácara.
De la nada sonó un cuerno desde el centro de la ciudad: Ya era hora de empezar a laborar. Le mostré a mis hijos el dibujo y los llevé de vuelta a casa. El sol ya cubría a la isla así que no nos perderíamos.
Nuevo día, nuevo comienzo.
(Editado 30/04/2021)
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HTTYD/CEATD: Dragones y Humanos
FanfictionEl líder del nuevo Berk, Hipo, junto con su familia, se enfrentará al mundo y a una nueva amenaza con la esperanza de que este cambie para que algún día en el futuro pueda volver a ver a su mejor amigo y volar con él otra vez.