Capítulo 1: Centro comercial.

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Mi vida es un completo desastre, en serio, un completo desastre, y más desde que esa horrible persona, que para mi desgracia es mi vecino de enfrente, me hace la vida imposible desde que entramos en el instituto.

Parece mentira que antes de entrar en la pubertad éramos los mejores amigos que se pueda encontrar en el planeta tierra, uña y carne, inseparables, pero desde que se metió al gimnasio y entramos en el instituto todo pegó un giro de 180 grados, dejó de hablarme radicalmente, no existía para él, era invisible, hasta que todo empeoró, dejé de ser invisible a ser la burla de todo el instituto, y todo lo provocó él, ese demonio con cara de ángel.

Doy gracias de tener a mi única y mejor amiga junto a mí, Verónica, ella no se deja intimidar por nadie, debería de aprender un poco de ella la verdad, yo por el contrario no me defiendo, simplemente paso, ya me he acostumbrado a las burlas diarias y las risas cada vez que paso por los pasillos.

Todo esto va a terminar este año cuando nos graduemos, si he podido aguantar todo este tiempo así en un año más no creo que vaya a pasar nada del otro mundo.

—Tenemos que comprarnos ropa nueva, es nuestro último curso y tenemos que causar buena impresión cuando entremos el lunes, Chloe.

—Qué más da causar buena impresión a estas alturas ya, Verónica... —respondo sin ningún tipo de expresión en el rostro.

—No seas tonta, además, este año estás genial, mucho mejor que cuando entraste a primer año.

—Cuando entré a primero era un bollito redondo con piernas, Vero. —comienzo a reírme a carcajadas.

—Y este verano te has quedado genial, pero con esa ropa no se nota nada lo que tienes ahí. —señala mis pechos, acto seguido los tapo avergonzada.

—Mejor, así no se fijan los salidos del instituto. —ella suspira.

—Eres un caso perdido, vamos igualmente al centro comercial, yo necesito comprarme ropa urgentemente. —exclama cogiéndome del brazo feliz.

Nos subimos en su coche y nos dirigimos al centro comercial.

Hemos estado prácticamente toda la mañana de tienda en tienda, yo solo quiero ir a comprarme algo de comer, pero Verónica está como loca mirando ropa de aquí para allá.

—Voy a comprarme algo de comer, Vero, no tardo mucho, te espero aquí fuera, ¿vale?

—Sí, sí, tu tranquila, que de aquí no me voy a mover, la ropa está genial. —dice sin mirarme a la cara mirando y toqueteando la ropa de la tienda.

Suspiro y salgo de la tienda, no sé porque tengo que acompañar a esta mujer cada vez que se va a comprar ropa, siempre se queda todo el día aquí metida y yo me aburro como una ostra, a mí me gusta ir tres días al año contados a comprar ropa y me apaño, o va mi madre y me la compra, cosa que agradezco bastante aunque sea muy bochornoso y más con mi edad.

Me dirijo a un McDonald que está dentro del centro comercial, miro la hora y ruedo los ojos, tengo ganas de irme ya a mi casa y comenzar a leer algún libro o a ver alguna serie nueva o película.

Escucho unas risas y unas voces por detrás que me resultan muy familiares; cuando me doy la vuelta me encuentro con los gorilas sin cerebro números uno del instituto, Peter y su pandilla, Peter antes era mi mejor amigo, ahora diría que es justo lo contrario o peor, me hace la vida imposible cada vez que puede en el instituto, él pone a todos en mi contra, y por su culpa recibo comentarios e insultos a todas horas, es un maldito desgraciado, todos los años rezo para que le pase algo y se marche de aquí o se cambie de instituto, pero ningún año pasa nada y tengo que tragármelo con patatas, además de que es mi vecino, pero gracias a que mi madre y su madre son amigas en el barrio nunca me hace ni me dice nada, simplemente pasa como si no existiera, ojalá hiciera siempre eso.

—Mirad a quién tenemos aquí, nuestra amiga, la rata fea. —cierro los ojos al escuchar a Peter decir eso, me doy la vuelta con los brazos cruzados.

—Estamos en un sitio público, baja la voz y no me hables así.

—Vaya, parece que la fea tiene algo de carácter. —exclama Daniel, el mejor amigo de Peter, todos comienzan a reírse.

—Te vamos a hablar como nos dé la gana, Holmes. 

Peter se acerca a mí, yo miro al suelo con los brazos cruzados, él coge mi mentón para que lo mire a los ojos, no sé porque ese gesto hace que me ponga algo nerviosa y avergonzada.

—No la toques, no vaya a ser que te pegue algo.

Alex, su otro amigo, se acerca a Peter, pero él solo me mira serio sin decir nada, sus dos amigos comienzan a reírse aún más, la chica de recepción me llama y gracias a Dios me alejo un poco de ahí.

—Buenos días, un helado por favor. —pido amablemente y sonriendo.

—Si sigues comiendo así vas a explotar, gorda. —exclama Alex riéndose bien a gusto junto a Daniel, yo hago caso omiso de sus palabras.

—Va a entrar rodando este año al instituto, os lo imagináis, si ya de por sí es fea imaginaos con unos cuantos kilos más, ¡cuidado, la masa viene y nos comerá a todos! —me doy la vuelta furiosa y fulmino a Daniel con la mirada.

—¡Callaros de una maldita vez! —digo ya muy harta, la gente se me queda mirando.

—Aquí tienes, tú helado, que lo disfrutes.

—Gracias. —respondo muy seria y a punto de llorar.

—Si lo va a disfrutar sí. —dice Alex entre risas, le echo una última mirada de odio y salgo de ahí.

Cuando llego a la tienda comienzo a comerme mi helado, aunque no me apetece nada... se me ha cerrado el estómago y tengo un gran nudo en la garganta, no debería de afectarme este tipo de cosas ni esos comentarios, pero no puedo evitarlo, son muchos años ya, y cada vez tengo menos paciencia, una cosa es en clase, pero también en sitios como estos...

Una lágrima se me escapa y rápidamente la quito de mi mejilla.

—¿Te encuentras bien?

Cuando echo la vista al frente me encuentro con un chico moreno, alto, con un muy buen cuerpo, espalda ancha y fuerte, parece bastante amigable, y además tiene una preciosa sonrisa y unos ojos verdes que hipnotizan.

—Sí... No es nada. —intento sonreír-. Gracias por preguntar.

—No puedo ver a una chica así y no preguntar. —sonríe mostrando sus perfectos dientes-. Soy James, James Carter, ¿tú cómo te llamas?

—Chloe, Chloe Holmes, encantada de conocerte James. —sonrío tímidamente.

—¿Y porque estabas llorando, Chloe? ¿Te ha dejado tu novio o algo así? —comienzo a reírme.

—¿Novio? No sé qué es eso, ¿se come? —él me mira con cara divertida.

—Bueno, sí, sí que se come, hay parejas que les va eso, a la mayoría. —dice con las cejas alzadas y sonriendo, yo sonrío nerviosa y agacho la mirada—. Bueno, ¿y porque estabas llorando?

—Son cosas privadas... —vuelvo a agachar la mirada—. Pero hay mucha gente demasiado estúpida que no debería ni de existir. —menciono con asco.

—Eso es que alguien te ha hecho algo o te ha dicho algo fuerte —se pone serio—. Mira, no te conozco y no sé qué te habrán dicho o hecho, pero sí que te puedo aconsejar que pases de todo eso, es gente mierda, y tú de esas personas tienes que pasar, aire, ¿entiendes? —asiento con la cabeza algo triste—. Y no llores por favor, eso sería caer muy bajo, esas personas son mierda y nadie llora por una mierda, ¿a qué no? —me río ante su comentario—. Ves, así me gusta, ¿te han dicho alguna vez que tienes una sonrisa preciosa?

—No... Nunca la verdad. —sonrío y él toca mi mejilla dulcemente.

—¿Que estás haciendo amor? Nos tenemos que ir ya, tu madre nos espera para comer y no vamos a llegar tarde, ¿qué pensaría mi suegra de mí si llegamos tarde?

Miro hacia la derecha y me encuentro con Peter, mirándonos con cara de pocos amigos a los dos, sobre todo a James, le está mirando como si le quisiera asesinar lentamente.

¿Me acaba de llamar amor? ¿Pero que mosca le ha picado?

Me fui, pero a tu ladoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora