Jungkook rasgaba unos pocos acordes finales, permitiendo a las últimas triste notas hacerse eco desde su shamisen. Colocó el instrumento sobre la esterilla del tatami al lado de su almohadón y alcanzó el abanico de papel que se reclinaba sobre el punto más bajo de la pulida mesa que se encontraba ante él.— ¿Eso es todo?
Al otro lado de la mesa, el viejo músico del castillo levantó una de sus espesas cejas hacia el joven. — ¿Esa es la canción que vas a interpretar esta noche para el señor Fujiwara?
—Sí—, respondió Jungkook, con un tono apático en su voz.
El anciano gruñó. —Esas notas sombrías no sientan bien con él en absoluto. Le gusta que su entretenimiento sea alegre y agradable.
—Pero es lo mejor que puedo interpretar—. Jungkook se animó a sí mismo, negándose a encontrarse con la mirada del anciano. Cómo odiaba esta pequeña y congestionada habitación, tan cerca a las cocinas, donde el calor de los hornos de piedra fácilmente hacía su camino a través de las paredes de madera y papel. No sólo tenía desagrado por el kimono de seda que llevaba, sino también en el almohadón acolchado en el que descansaba, en este castillo -todo. Jungkook mordió su labio inferior al retener un suspiro de frustración y miró hacia su izquierda.
Una parte estrecha en las ventanas reveló un rincón de los jardines, bañado por la luz del sol de la tarde. Flores de ciruelo se movían con la brisa de principios de verano, mientras que las mariposas bailaban a través del aire, alardeando de su libertad con cada aleteo del hermoso blanco y oro de sus alas. La vista, le hizo añorar su casa en las montañas de Kyushu, al sur de donde se encontraba. Era sólo un niño la última vez que vio las tierras de su padre, pero recordaba lo suficiente como para apreciar esos días despreocupados que había pasado jugando bajo el sol.
—Eres un mocoso ingrato—, el anciano resopló. Luego apoyó su taza de té sobre la mesa. —Considérate afortunado de estar en manos de un propietario nuevo tan fino. Él les da un buen uso a los jóvenes con talento para la música.
—Estoy seguro—, Jungkook mencionó amargamente. —Lord Fujiwara se preocupa sólo por las artes.
Pasada la mayor parte de un mes, Jungkook no había sido nada más que un preso dentro de estos muros del castillo. Por supuesto, Fujiwara lo proclamó simplemente como un huésped -no obstante, permanente. Antes de esta ―cita‖ con el jefe militar de la corte, Jungkook había sido parte de una pequeña y humilde banda de músicos que viajaban sin aspiraciones reales para la grandeza. El grupo de hombres jóvenes poseía un amor verdadero por la música y una estrecha amistad. Esto les ayudaba a permanecer juntos en el camino.
En su camino a través de la campiña para llegar a la capital, el grupo se detuvo para pasar una noche de descanso en esta localidad en particular. Celebraron una pequeña actuación para ganar su estancia en una posada y terminaron teniendo bastante audiencia dentro del establecimiento en el piso inferior de la zona común.
Los huéspedes salían fuera de sus habitaciones y se apoyaban sobre la baranda para escuchar la música. Docenas de nuevos clientes ingresaban al interior, la posada se hacinaba con tanta gente a pesar del calor oscuro de la tarde. El propietario y sus tres hijas corrían hacia atrás y hacia adelante entre la cocina y las mesas con las tazas de té y pasteles de melón, echando miradas elogiosas hacia Jungkook y sus compañeros debido al alza que estaban provocando en el negocio.
—Toquen otra canción para nosotros, — alguien en la audiencia exclamó.
— ¡Sí!— varias otras voces se agregaron al pedido hasta que la exclamación se encontró en los labios de todos los presentes.
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On Wings of Blue.🦋
Teen FictionUn mundo de distancia y de siglos pasados, nada en este reino feudal es ordinario... especialmente el amor. Jungkook es un joven músico itinerante cuya habilidad con el shamisen atrae a casi tantas consortes aspirantes como lo hacen sus hermosos ras...