Tras el cuento de hadas I

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Espero que lo disfruten

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Su mano era tibia y sus caricias protectoras a pesar del caos a su alrededor.

—Está bien. —Escupió sangre.—Mi pequeño...

Decía usando sus últimas fuerzas para controlar al pequeño en sus brazos. Los dos temblaban, madre e hijo mientras el carmín manchaba sus ropas y su pálida piel.

—Arthur...

Sus ojos llenos de terror miraron su rostro. El pequeño, esperaba ver desprecio, horror, confusión, algo, una pizca de tristeza tal vez. Pero sus cristalinos orbes, sólo pudieron contemplar lo que una madre puede sentir por quien daría la vida sin pensarlo.

—Te amo.

Su último gesto antes de desvanecerse fue una bella sonrisa.

Arthur no se movió. Su mirada se perdió y la oscuridad comenzó a envolverlo.

La habitación era un desastre, el caos de las sombras bailarinas que producía el fuego de la chimenea y el brillo de los pequeños charcos de sangre de los dos cuerpos escenificaban un cuento de terror. Uno en el que Arthur era el protagonista y pronto el villano.

<< ¿Que? ¿Qué sucedió?>>

—¿Madre?

Arthur miró el cuerpo de su madre a sus pies y entonces el golpeteo de su corazón comenzó a ser más fuerte en sus oídos.

—¿Padre?

No hubo respuesta y Arthur sintió como algo resbalaba de sus labios. Fresco y con sabor a hierro.

—No...

Su corazón acelerado y asustado le hizo recordar lo sucedido.

—No....

Como había perdido el control, como su hambre lo llevó a comer como si fuera un animal con rabia.

—No no no no no no no... ¿¡Mami?! ¿¡Papi?!

Las lágrimas comenzaron a brotar y la sangre en su rostro fue arrastrada por estas.

<<Yo no quise, yo no quería>>

La desesperación y confusión comenzaron a marearlo y por un instante Arthur se sintió observado.

No por el par de orbes esmeraldas que compartía con sus hermanos, si no por aquella masa de oscuridad que habitaba en su interior.

El corazón que habían prometido que lo salvaría, estaba corrompiéndolo de nuevo y Arthur no podía hacer nada para evitarlo.

—¿Arthur?

Su nombre proveniente de su hermano mayor le apretujó su pecho, quería gritar, decirle a Scott y a sus hermanos que se alejaran, que salieran corriendo, pero sólo un ronco y gutural gruñido brotó de su pecho adolorido.

Olvidando su humanidad, los orbes esmeraldas de Arthur brillaron como los de un depredador en caza, sus alas oscuras brotaron sanguinolentas de su espalda rasgando su ropa bajo su capa verde musgo. Garras plata nacieron y medio rostro se tornó desfigurado por las escamas de dragón que comenzaban a aparecer por todo su cuerpo.

—¿¡Arthur?!

Scott le llamó de nuevo dubitativo y desesperado.

— ¡Aléjate te él!—gritó su segundo hermano mayor Dylan quien leyendo los movimientos de su hermano menor notó que estaba a punto de atacar.

Cría de DragonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora