Capítulo I

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Un taxi me dejó en frente de la enorme casa de mi mejor amiga Míriam y de su novia, Mireya. Vivían allí con su hija Alba. Se ofrecieron para que me quedase en su casa para así no tener que comprar un piso allí en Madrid, ya que, al acabar la universidad volvería a mis Islas Canarias

Lo único pasaba por mi cabeza en ese momento era que al entrar, Míriam me dejara usar su ducha, era Septiembre y me estaba muriendo de calor en la calle...

Toqué el timbre y no pasaron más de diez segundos cuando una rubia alta de pelo largo, con unas piernas largas y unos abdominales tonificados abrió la puerta.

-Hola, guapa, ¿buscas a alguien? - me miró con esos grandes ojos verdes que brillaban por los rayos de sol.

-Hola... me llamo Ana y he venido porque Míriam es amiga mía y me ha dicho que podía quedarme aquí, es esta la casa ¿verdad? - miré el nombre que había en el buzón nerviosa por si acaso me había confundido.

-Mmmm, no me ha comentado nada de eso, ahora mismo no están en casa ni Míriam ni Mireya - se apoyó en el marco de la puerta haciendome un escaneo rápido con sus ojos mordiendo su labio inferior levemente.

-Oh vamos, me muero de calor y hablé ayer sobre esto con Míriam, ¿quien eres tú? - me estaba alterando un poco, lo único que quería era entrar y darme una ducha fresquita y que ella solo llevase puesto un top negro y unos banqueros cortos apretados no ayudaba nada...

-¿Me estás mirando las tetas? - carcajeó y yo me sonrojé al instante

-¿Que? ¡No! ¡Por supuesto que no! estaba... Pensando - intenté sonar convincente, pero creo que no sirvió de mucho...

-Ya claro... Voy a llamar a Míriam... - y me dejó en la puerta, con todo el calor. Menos mal que la puerta estaba abierta, se notaba algo el fresquito que venía de dentro de la casa...

La rubia no tardó más de 5 minutos en volver a aparecer

-Está bien puedes pasar - se apartó dejándome paso y agarrando una de mis maletas para ayudarme a subirla

-Gracias - Le dije cuando dejó la maleta ya en el suelo de la que sería mi habitación

-De nada guapa, tienes toallas en el baño y luego puedes bajar a comer algo si tienes hambre, Míriam llega dentro de nada - yo asentí y ella se fue de la habitación guiñandome el ojo cosa que yo decidí ignorar.

Me di una ducha fría, algo que me calmó bastante. Después de hacerme una coleta alta, me puse unos shorts, una camisa de tirantas y mis vans. Bajé las escaleras de la casa para ir a la cocina donde estaba la chica rubia con un bebé en sus brazos.

-Madre mía - dije acercándome a ellas con una sonrisa - hola pequeña - acaricie su pequeña mano y sonrió.

-Es por esto que no te dejaba entrar - dijo ella sonriéndole al bebé - ¿Quieres cogerla? - asentí y me la pasó con cuidado

-Te entiendo, pero es que fuera hacía un calor... - ella rió

-Por cierto, soy Míriam, pero prefiero que me llamen Mimi, ya que en esta casa hay dos y así diferenciamos- reí al igual que ella. Me  fijé en que le salían unos  hoyuelitos debajo de la barbilla, que bonita...

-Ya te dije antes pero, soy Ana, es un gusto - Le sonreí y antes de que ella pudiera decir nada la puerta se abrió dejando pasar a Mireya y a Míriam

-¡Ana! ¿¡Que tal estás amiga!? Estás muy guapa - me abrazó con cuidado la leona, ya que tenía a su hija en mis brazos.

-Muy bien, tu también estás genial - ella me sonrió y Mireya se acercó a nosotras.

-¡Hola Ana! ¡Cuanto tiempo! - me dio dos besos - supongo que ya habrás conocido a mi hermana, Mimi - yo asentí aún sonriendo.

-Si, he conocido a las dos - dije mirando a la bebé que mordía mi camiseta dejando un rastro de babas.

-Dejamela, ya es hora de comer, ¿os apetece comida china? - preguntó señalandonos a Mimi y a mi

-Por mi vale - accedí encogiendome de hombros

-Por mi también - me sonrió y yo a ella algo ruborizada. Míriam miraba sería a Mimi, cosa que me extrañó.

-Mimi... Luego tu y yo vamos ha hablar ¿vale? Necesito que entiendas algunos puntos - vi a Mimi asentir con una mirada un poco triste, soltó un suspiro largo y fué camino hasta la que creo que es su habitación, Mireya también parecía triste cuando su mujer le entregó a su hija para ir donde Mimi.

-Perdona, es... Es algo de lo que preferimos no hablar en público - yo asentí un poco perdida.

-Está bien, no te preocupes - me sonrió algo triste y cogió el teléfono para llamar al restaurante

-Voy a mi habitación a por mi móvil ahora vuelvo - ella asintió y subí rápidamente encontrándome a una triste Míriam bajando

-¿A donde vas? - preguntó intentado esbozar una sonrisa

-A mi habitación... Tengo que coger el móvil... - ella asintió

-Baja ahora, la comida no tardará mucho en llegar - yo asentí siguiendo mi camino

Mimi salió de su habitación, con los ojos rojos, parecía que hubiese estado llorando, en cierto modo, verla así me dolió bastante, nunca me gustó ver a la gente triste...

-Mimi... Estás... ¿Estás bien?- me acerqué a ella pero enseguida aceleró el paso.

-Si, muy bien - siguió su camino dejandome algo perdida allí.

¿Qué acaba de pasar?

Te llevo en mi corazón (Warmi) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora