Scandal in the office *TERMINADA*

Capítulo 22

  Ella se pasó la mano por el pantalón para estirarlo. Se sentía como si sus ojos la estuvieran marcando a fuego. Llevaba un conjunto que le gustaba mucho: un blusón azul cielo, pantalones negros de seda y zapatos de Christian Louboutin, pero aun así se sintió incómoda y expuesta.

Para ocultar su nerviosismo, señaló la mansión que tenían ante ellos.

-No imaginaba que vivieras en un sitio así.
-Deja que adivine -él esbozó una sonrisa lenta, acercándose-. Esperabas un típico ático de soltero.

Ella asintió.

-Recuerdo que mi padre mencionó hace un tiempo que tenías un piso en el centro.
-Renuncié al ático hace un par de años -se encogió de hombros-. Buscaba un cambio. Y este lugar me permite celebrar fiestas a gran escala. Pero aún no está reformado del todo.
-¿Hace dos años? -repitió ella-, ¿No fue más o menos entonces cuando te ascendieron a director ejecutivo de Tremont HI?

Era una impertinencia por su parte implicar que era el dinero de los Tremont lo que le permitía pagarse una mansión en Pacific Heights, pero no pudo evitar hacerlo.
Habría hecho cualquier cosa para evitar el calor de su mirada. Se sentía como si estuviera a punto de estallar en llamas allí mismo.

-Digamos que el mercado inmobiliario iba muy bien en ese momento -repuso él con ecuanimidad-. Para Inversiones Evgat y también para Tremont HI.
-Suponía que un ático de lujo estaría más de acuerdo con tu estilo -comentó ella con tono conciliador-, Debes de perderte en una casa tan grande.

El esbozó una sonrisa enigmática.

-¿Tenías la esperanza de que mi elección de vivienda demostrara que no soy de los que están dispuestos a asentarse? Siento decepcionarte.
-Lo cierto es que pensé que disfrutarías de las vistas desde un ático, viéndonos a todos los humildes mortales desde arriba -contraatacó ella.

El soltó una risita.

-No creo que tengas la más mínima idea de lo que me haría disfrutar, ______ -murmuró.

______ comprendió que ya no hablaban de propiedades inmobiliarias, ni tampoco de la seriedad de su propuesta matrimonial.
La visión de ellos dos practicando el sexo entre sábanas revueltas asaltó su imaginación. Reflexivamente, sacudió la cabeza para apartarla.

-¿Algo va mal? -preguntó él, con expresión divertida y demasiado perspicaz.
-Necesito ir a supervisar la cocina, no tenemos mucho tiempo -se alejó de él-. Estoy aquí para planificar una fiesta, ¿recuerdas?
-Claro -murmuró él mientras se alejaba-. ¿Por qué ibas a estar aquí si no?

El críptico comentario casi la llevó a detenerse, pero se obligó a seguir andando.
« ¿Por qué iba a estar ella allí si no?», la pregunta se repitió en su mente.