Érase una vez

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Hola! Os cuento, entre 34 autoras del fandom hemos decidido hacer un proyecto basado en escribir un One Shot a partir de una fotografía. Esa de ahí arriba es la de mi grupo, pero no os dejéis guiar por ella. ¡Eso sí! Antes de leer, necesito que miréis bien esta otra foto de aquí 👀 ya que es el escenario más importante de la historia, ya lo entenderéis.

 ¡Eso sí! Antes de leer, necesito que miréis bien esta otra foto de aquí 👀 ya que es el escenario más importante de la historia, ya lo entenderéis

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¿Ya? ¡Bien! pues solo espero que tengáis ganas de echarle imaginación, espero que lo disfrutéis. 💛

                                      ***

- ¡Haz los deberes, Nerea!

- ¡Sí, mamá!

- Rápido, rápido –susurra Miriam– a vuestros puestos

El choque entre la goma de los zapatos de Nerea y la madera barnizada de las escaleras era un sonido para ellos mágico, que esperaban durante todo el día.

- ¡Hola chicos! –sonríe al entrar en el dormitorio y cerrar la puerta tras de sí– tenía ganas de veros, ¡ups! perdóname Ricky te debí tirar al suelo esta mañana –se lamenta, cogiendo a su muñeco soldado, que al no darle tiempo suficiente  para volver a su sitio y permanecer inerte; prefirió quedarse tirado en cualquier punto de la habitación. Lo observó un momento, antes de llevar la vista a su mochila, e ignorando la promesa que había hecho hace a penas un minuto a su madre, decidió que por jugar un minutito no pasaría nada.

Quitándose los zapatos (de una manera en la que, si su madre la viera; le regañaría) y dejando al soldado Ricky, (quien era tan diminuto que cabía en su pequeña mano sin dificultad) arrastró la escalera amarilla que usaba para subir a su cama, esta vez para bajar de las estanterías a sus muñecos más grandes, los que eran más o menos del tamaño de una Barbie. Tomó a su muñeca Miriam, una de sus favoritas, sin duda, porque tenía un traje de domadora de leones de color rojo y negro, y un pelo que, aunque con dificultad, amaba peinar. También cogió a Roi, explorador intrépido de las selvas más recónditas en las que los dinosaurios aún viven en paz, de los que tiene que huir dos o tres veces por día. Sacó de la estantería a sus vaqueras Mimi y Amaia, y ya tuvo que bajar de la escalera porque entre sus brazos no cabían más muñecos.

- Venga chicos, nos sentamos para la clase. Cada uno a su sitio –ordena colocando sus muñecos de dos en dos delante de la pizarra– ay Ricky, que te quedas solito... y ¿Alfred? –se pregunta yendo a buscar a su oveja de peluche a la cama– Alf... ah, ¡si estás ahí! –exclama cogiéndolo de una de las estanterías– me da un mal rollo cuando te mueves solo... –admite sentándole junto a Ricky– ¡perfecto! Bien, hoy vamos a aprender a multiplicar por tres –les explica tomando entre sus finos dedos una tiza de color azul, con la cual escribe un número tres en grande, ligeramente torcido.

Fixing |Ragoney| Donde viven las historias. Descúbrelo ahora