II Temporada Capítulo 20. Noche Desenfrenada

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POV Vegeta

Ella aún está bajo efectos del afrodisíaco y comienza a ingeniarse cosas que jamás hubiese pensando. Toma mi miembro en sus manos y comienza a merodear con su lengua alrededor de el. Lo hace como si tuviese la mayor experiencia. Yo aún sigo manejando e intentando concentrarme en la vía para no cometer una locura.

―No te estaciones, sigue manejando ―musita mirándome con perversidad.

―Maldición... ―musito intentando controlarme.

―Mmm... me encantan tus fluidos. ―dice mirándome de reojo.

De pronto mi móvil comienza a timbrar. Lo observo y veo la pantalla rápidamente.

~Llamada entrante Kakaroto~

―Demonios... ―lo tomo y contesto. ―Kakaroto...

―¡Vegeta! ¿Dónde estás? No te veo...

―Ve a casa con Milk, ella creo que estará bien... ―digo con dificultad.

―La debo llevar a un hospital, esta como loca, besándome y tocándome.

―¡Maldición, Kakaroto! Si, son efectos de ese fármaco. Llévala a casa. ―le ordeno y cuelgo sin poder soportar más.

Bajo mi mirada por momentos para observarla y regreso a la vía, vuelvo a mirarla y mi glande está entre sus labios, lamiéndolo como a una barquilla, me mira con perversión, ella sabe que me encanta verla hacer eso.

―Por... dios... Mujer... ―muerdo los nudillos de mi mano mientras que intento controlar el volante con la otra.

―Llévanos a otro lugar, quiero ser tuya ésta noche, quiero ser distinta a otras veces. ―dice con voz provocativa.

―Pero que di...dices... demonios... detente... ―casi no soporto.

―Llévame a un motel, Vegeta ―me ordena.

―Amor ¿segura no quieres ir a un hospital? ― pregunto queriendo seguir su juego.

―No, tranquilo. Quiero aprovechar esto... ―expresa abriendo mi camisa y subiendo por mi abdomen con sus labios.

***
Hemos llegado al mejor motel de la ciudad y pido una suit desde el auto.

―Hmm... ¿Aquí traías a alguien más antes de volver a Japón, cierto? ―pregunta.

―No. Tuve muchas invitaciones a éste lugar pero pensar en ti saciaba mi sed. ―confieso mientras espero el registro.

―Pervertido... ¿Te masturbabas pensando en mí? ―pregunta a la vez que desabotona suavemente cada botón de mi camisa.

―Tenga señor, que disfrute la estadía ―me dice la promotora entregando una llave.

―Gracias... ―avanzo.

―Esa chica te miraba con deseo. ―dice.

―No me importa... ―respondo mientras encuentro el town house suit.

―¿Y si la invitamos para formar un trío? ―pregunta entre risas.

―Hermosa, si que estás imaginandote muchas cosas ¿No?

―Sabes muy en el fondo que te gusta lo que digo.

―Si, si... Me gusta, pero contigo. ―le digo tomándola por su cabeza y acercándola a mi para luego morder sus labios.

***

Entramos al estacionamiento privado. La miro y ella se sube sobre mí y comienza a besarme con desenfreno. Se mueve con intensidad, sus dedos se enredan en mi cabello, yo acaricio sus piernas, siento su intimidad acalorada ante la fricción, de pronto la escucho gemir.

―Así... Así... Si... Ah... ―jadea.

Su cuerpo se estremece de tal manera que me provoca arrancar su hermoso vestido y hacerla mía aquí mismo. Intenta recobrar la respiración luego de aquel orgasmo que acaba de tener. Se repone y me besa con más pasión. Y yo continúo soportando para no perder la cordura con ella aquí.

―Espera, vamos a bajar. ―abro la puerta y la ayudo a reponerse para que baje.

Salgo del auto, al cerrar la puerta me toma con gran fuerza y me golpea contra éste...

Demonios, esta mujer está muy agitada.

―Bulma, cálmate. Ven, vamos a subir. ―le digo tomándola por los brazos.

―No, mi amor. Espera, acabo de tener un orgasmo, y vendrán muchos más.

―Lo sé, princesa. Pero debemos entrar.

Comienza a besarme con gran deseo y yo casi no puedo controlarla, pues, de por sí, sin necesidad de ello me enloquece.

―Bu... Bulma, princesa. Espe... ―comienza a desabotonar el resto de los botones de mi camisa.

¡Maldición! intento controlarla y por primera vez se me escapa de las manos.

―Vegeta, déjame hacer esto. Estoy bien... ―me susurra.

―Mujer, me estas volviendo loco y no voy a controlarme. ―le digo.

Ella acaricia mi pecho con sus delicadas manos, y comienza a bajarlas hasta mi miembro.

―Demonios, Bulma no lo hagas. No voy a responder si sigues...

―¡Escúchame! ―me toma del mentón para que la mire ―Soy tu zorra, trátame como a una... ―me indica. La miro a los ojos y sus ojos brillan más de lo normal.

―¿Ah sí? Tú me lo pediste.

La tomo por las piernas, la cargo sobre mi hombro y me dirijo abrir la puerta que da acceso al town house suit.
Entramos a una sala blanca iluminada, en el centro hay unas escaleras de cristal alrededor de un acuario.

―¡Vegeta, bájame! ―dice entre risas.

La bajo para que pueda observar. Subimos al segundo piso que nos muestra una habitación semi iluminada con luces de neón, en una esquina ay un espacio con un gran sofá, en el centro la cama, y al otro lado un gran jacuzzi. Presiento que lo que queda de noche será inolvidable.

Un Amor Inesperado en InviernoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora