—Joven Min, por favor, no se vaya. Es uno de los mejores inquilinos— suplicó la señora de unos cuarenta y tantos años, dueña de los pequeños apartamentos en los que Gi vivió durante los últimos tres años.
Y es que ahora, en su penúltimo año de universidad y con ayuda de sus ahorros y varios premios monetarios obtenidos en concursos de rap de talla nacional, el chico por fin había comprado una casa sencilla cerca a la universidad donde estudiaba producción musical. Un espacio suyo y solo suyo en el que ya no tenía que estar pendiente de no molestar a su compañero de cuarto ni de pagar cánones de arrendamiento.
—Muchas gracias por todo, señora Jang. Cuide su salud, por favor.
YoonGi le entregó las llaves del apartamento a la mujer y con una sonrisa se despidió, abandonando la edificación para así tomar un taxi y dirigirse hacia su nuevo hogar.
Para el joven músico, el haber conseguido una casa era considerado un gran logro, pues el metro cuadrado no es muy barato que digamos, pero estaba dispuesto a pagar con tal de tener un espacio que solo fuese de él y no le debiese nada a nadie.
Increíblemente consiguió una oferta de una casa situada a unos cuantos kilómetros de la Universidad Konkuk, en la que estudiaba. Era un lugar tranquilo, aunque en sí apenas estaba en camino a conocerlo, ya que sus padres fueron los que movilizaron sus cosas debido a que se encontraba en los parciales del primer corte.
En otros términos, sí, Min YoonGi aún no conocía el sitio en el que iba a vivir. Tan solo se dejó guiar por el anuncio en internet, su madre se reunió con el gestor de bienes raíces y él hizo el pago mediante banco.
¿Quizá fue algo irresponsable?
A Gi no le importó aquello en absoluto. Simplemente pasó sus manos por las hebras oscuras de su cabello mientras la felicidad lo embargaba, más aún al pensar en el asunto como un paso más en su independencia.
El taxi entró al vecindario, el cual resultó curioso debido a que, a diferencia de los barrios en esa ciudad, en este las casas no subían progresivamente sino que el orden y el diseño de las viviendas era muy occidental, siendo que incluso estas estuvieran en fila a lado y lado de las aceras.
—Parece una película de esas de Estados Unidos. ¿Cierto?— el taxista habló por primera vez.
—Es muy diferente a lo tradicional.
—Eso es porque este vecindario solía ser ocupado por un grupo numeroso de inversores norteamericanos. Era una compañía global de comercialización de frutas que no solo trajo a sus trabajadores sino también a las familias de estos. Ocuparon esta zona mientras llevaban a cabo sus labores hasta que un día los mismos coreanos comenzaron a tomar campo en su materia y poco a poco les restringieron al punto de tomar el control en la producción y comercialización de frutos y hacerse incluso con este barrio.
Gi asintió al tiempo que veía pasar las calles a través de la ventana.
—¿Desde hace cuánto viven los coreanos acá?— quiso saber.
—No lo sé con exactitud. Creo que desde hace unos veinte años.
El pálido no dijo más nada y en cambio se fascinó e intrigó por la historia que tenía el lugar. Viviría, por así decirlo, en una zona con sentido histórico y fuera de lo común.
Varios niños jugaban y una que otra tienda aparecía en diferentes esquinas. Daba una impresión agradable, lo que lo hizo sentir satisfecho de manera previa. Ya quería llegar.
Todas las casas tenían la misma apariencia, más bien el sector se asemejaba a un conjunto residencial, pues los hogares contaban con el mismo patrón: dos pisos, pintadas de colores neutros como blanco y champaña, tejados rojizos y porches en madera; sin olvidar que contaban con múltiples ventanas, de las que una en específico se mantenía igual y era la del segundo piso que daba a la calle.
—Joven, aquí es su destino según la dirección que me dio— anunció el taxista.
YoonGi se asomó por el vidrio y visualizó a su madre barriendo el característico porche mientras que su padre y su hermano ingresaban lo que parecía ser el último sofá.
Antes de bajarse, pagó al chofer y le agradeció por los datos dados. Acto seguido, se acercó a su madre y le abrazó por haber mudado sus pertenencias.
—Ya está todo acomodado adentro. Tu papá y tu hermano han trabajado duro armando cada cosa— señaló la mujer, la cual trató de mostrar su mejor cara ante la adquisición de su hijo.
Los susodichos salieron del inmueble justo en el momento en el que la fémina decía aquello. Ambos con expresiones de cansancio que no ocultaron.
—Min YoonGi, la próxima vez tú mismo moverás tus cosas— sentenció el hermano del mencionado, a lo que todos rieron por la queja.
—Tranquilo, GeumJae. Te lo compensaré con un par de cervezas. ¿Te parece?— sugirió Gi con su típica sonrisa gingival.
—¿Un par? ¡Una caja, más bien!
—Hecho— concedió el menor entre los dos, a lo que Geum aceptó y continuó:
—Vale. Ahora ven acá que necesito darte unas palabras de hermano a hermano.
YoonGi no quiso cuestionar lo que su familiar querría contarle, así que hizo caso y dejó que este le pasara el brazo por el hombro antes de alejarse unos pasos pronunciados de la posición de sus progenitores.
—YoonGi, te diré la verdad. Papá y mamá no lo harán pero yo sí.
—Mch. ¿Qué sucede?
—No nos gusta la casa.
Gi puso sus ojos en blanco y procuró no desatar el enojo. Entonces contraatacó:
—A mí me gusta y eso es lo que importa. Fue mi dinero el invertido, no el de ustedes; y el que tiene la plata hace lo que se le da la gana.
GeumJae soltó una exhalación y se colocó al frente de su hermano, posando sus manos en los hombros de aquel en el proceso con el propósito de captar su atención.
—Yoon, no es por la fachada ni por su distribución porque por ese lado está muy bien, pero el ambiente deja mucho qué decir.
—No entiendo a qué te refieres con ello.
—Mira, pasa algo muy peculiar, y es que a pesar de que aquí fuera esté soleado, allá dentro se siente muy frío sin ningún aire acondicionado, como si fuese otra dimensión dispareja a esta. Incluso aquí el aire entra libremente a mis pulmones; por el contrario, allá dentro es demasiado pesado. ¿No crees que el precio bajo tiene una justificación?
—GeumJae— YoonGi mantenía una expresión neutra—. ¿Mamá te ha pedido que me metieras cuentos de terror para que volviera a vivir con ustedes?
El mayor contuvo el impulso de agarrarse a golpes con su semejante, tal como lo hacían cuando eran niños. Respiró pausadamente y cuando estuvo a punto de refutar el menor le interrumpió.
—No respondas, no es necesario. No cambiarán mis planes, así que si me disculpas iré a darle un vistazo a mi casa.
Sin esperar respuesta del contrario, Yoon se volteó y dirigió sus pasos a la entrada de la edificación. Sus padres captaron su intención y no le detuvieron. Nadie lo hizo. Y Gi lo celebró internamente; sin embargo, el festejo y su suficiencia se disiparon apenas puso un pie dentro.
No había rastro de brisa en el ambiente, pero él podría jurar que una vez se asomó, una suave ventisca helada golpeó su cuerpo y con ello sus vellos se erizaron.
No le dio la razón a su familia. Se negaba a dar un paso atrás en su vida e incluso perder la inversión.
Min YoonGi se quedaría en ese lugar aún cuando apenas estuvo dentro supo que algo fuera de lo normal ocurría allí.
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SAVE ME (YoonSeok)
FanfictionHoSeok necesita recibir ese amor que nunca tuvo. Lo necesita si quiere descansar en paz; y el nuevo propietario de la casa en la que su alma vaga representa su última oportunidad para lograr el anhelado objetivo. ¿Será capaz Min YoonGi de salvar la...