Era común, en las transitadas avenidas, en las bancas siempre bien pintadas, en las veredas llenas de hojas de otoño a las cuales soplaba siempre la brisa y hasta dónde alcanzara la vista, observar a un sin fin de parejas deambulando. Conversaban, besaban, abrazaban, reían, planeaban y soñaban por las calles de París, la ciudad luz, la crème de la crème para el amor. Sí, claro.
Sinceramente, algunos se veían más felices que otros pero aquella tarde, la más fría de la estación hasta el momento, ninguna pareja tenía un aspecto más lamentable que la de nosotros. Éramos dos personas que se habían amado con intensidad, en un amor "para toda la vida" según él, y en un amor "a prueba de todo" según yo.
¡¿Qué pasó?! Se preguntarán ustedes, que me están leyendo. Pues la respuesta es simple: Íbamos camino a divorciarnos. Era un hecho. Nos costó más de lo que parece pero la decisión fue tomada, de común acuerdo justamente por eso; no teníamos nada en común.
Común, una palabra con la que empecé este relato, es una palabra algo extraña, un poco indiferente a veces con la escencia del ser humano. Cada persona es un mundo. ¡No! Qué limitado. En realidad cada persona es un infinito Universo.
Para no dar tantas vueltas, iba pensando todo eso cuándo nos detuvimos frente al edificio del juzgado. El mismo que nos había visto contraer nupcias hace tres años, exactamente, el tiempo que dura el amor según los científicos. El tiempo suficiente para saber que Trafalgar D. Water Law era un mujeriego y un drogadicto sin remedio. No sé cómo es que le dieron licencia para ejercer la medicina.
Sus problemas con las drogas comenzaron, principalmente, por culpa de sus estudios. Rayos, esa siempre fue su justificación y como estúpida se lo creí. Gracias a las drogas se mantenía despierto por largas horas pero iba matando el poco respeto que me quedaba hacia él.
— ¿¡Quieres hacer el favor de dejar eso!? Ya llegamos — Él seguía tecleando en WhatsApp quién sabe qué cosa —. ¡Law, te estoy hablando!
— Ya te oí — chasqueó la lengua fastidiado.
— Bien, nos esperan en el décimo piso
— Cómo digas... — Soltó una risa al ver un meme que seguramente era estúpido.
Entramos y abordamos el elevador. A mitad de camino, sentimos una vibración fuerte y extraña. El ascensor se detuvo en el acto y las luces se apagaron, se encendió una luz roja de emergencia.
— ¡Pero qué demonios...! — Trafalgar apretaba botones sin resultados —. Llamaré al número que aparece aquí — marcó el número de mantenimiento que estaba escrito en el panel, su celular no tenía señal —. Me lleva el diablo...
— Pues habrá que esperar — me miró exasperado —. Espero que no te entre el síndrome de abstinencia. Además me gustaría que los cables del ascensor no se corten y no terminemos hechos puré en el sótano...
— ¿Podrías dejar de hacer esas estúpidas bromas?
— Pues antes te gustaban, ahora prefieres la cocaína. Mil veces peor que mis chistes
— Bien dicho, antes... Y deja de sacarme en cara mis vicios — Se sentó en el piso a pasar el rato en un juego de su móvil —. Nunca tendrás idea de lo que es estar despierto por treinta y cinco horas seguidas o más...
Resignada, lo imité sentándome a leer un artículo de arqueología en mi móvil. El tiempo pasa de forma muy diferente cuando estás molesto o aburrido. No sé por qué, pero me equivoqué al elegir en el menú y abrí mi galería, al bajar por ella pude ver una foto de hace unos cuantos meses, cuando nos unía el amor, supuestamente.
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Perdón [One-shot]
FanfictionEn las calles de París, la cuidad del amor, Robin y Law se enfrentarán a una penosa decisión. Es una historia simple, quizá la historia de muchos, pero es algo difícil de contar. El perdón, el dejar ir, será un desafío para ambos. Personajes de Eiic...