Después de que la luz se fuera todo parecía llegar a su fin. Sin luz no hay esperanzas. Nadie podría ser capaz de sobrevivir en un terreno tan hostil sin luz, las calles ahora eran trampas mortales. Pero algunos intrépidos se aventuraban a estas sin temor alguno, algunos los llamarían locos por saber el destino al que se enfrentan, yo sé que lo que buscan es ese destino inevitable. ¿Para que vivir si el miedo te aterroriza? Con el miedo en tu cuerpo te vas a morir. Aceptas tu destino o ese destino se convertirá en algo que te persiga a lo largo de tu vida. Cuando la niebla llego todo el mundo seguía con sus vidas normales, era una niebla aguantable. Todo el mundo salía a trabajar, a estudiar e incluso algunos a hacer pellas, pero salían. Era una niebla suave, que no impedía la vista al 100% ¿Quién se imaginaba que solo era causar tensión? Buenos tiempos, ahora todo el mundo es un gallina, prefieren morir en sus casas que a salir durante un segundo. Cobardes que merecen la muerte ¿No eres ni si quiera tan valiente para enfrentarte lo que te a quitado todo? Es cierto que nadie que sale vuelve a entrar a sus casas, pero por lo menos descansan, aún que sea por ultima vez. Cuando la gente empezó a tener miedo y empezó a encerrase en sus casas, otro pensamiento surgió. El de irse muy lejos y no volver atrás, una idea aventurera y arriesgada, una pena que fallará. Nadie consiguió llegar al aeropuerto con vida, e incluso se rumorea que nadie tuvo el tiempo de subirse a ningún avión. Pobre de ellos. La gente ya no quiere moverse, veo como evitan mirar a afuera, como tienen miedo de descubrir lo que se ha llevado todo. A veces incluso veo como están acurrucados en una esquina viendo el tiempo pasar y ver como va a acabar todo. Con un abrir y cerrar de ojos. Ahora que la luz se ha ido y el silencio reina las calles, todo parece más tranquilo, más calmado. Las personas que salen ahora saben que no volverán, que nadie les recordará y que solo serán una victima más. Pero ellos sabrán que se enfrentaron contra lo que hay en el fondo de la calle, detrás de esa cortina de humo y oscuridad. Esperando en el silencio y que el sonido de tus pisadas paren, que el silencio te engulla. Y tú, esperando a que todo acabe. En un abrir y cerrar de ojos.
