Desperté tumbada en el suelo de una habitación bastante oscura con una pequeña lampara en la parte superior que se movía lentamente de un lado al otro, aquel lugar era bastante pequeño y muy caluroso en el lateral derecho vi que había una puerta metálica cerrada, y unos pequeños altavoces que colgaban de cada esquina del techo, la habitación no era lo suficiente oscura para que no pudiera darme cuenta de que no estaba sola. Con migo se encontraban unas veinte personas levantándose poco a poco del suelo tan confundidas como yo de no saber que hacían en aquel lugar con aquella ropa tan extraña, ya que todos hombres y mujeres llevábamos una especie de camisetas blancas de tirantes con un símbolo circular que en el interior contenía una especie de flor de lis roja en la parte de delante de la camiseta, y unos pantalones cortos manchados por la suciedad del suelo en el que me encontraba tumbada; de aquellas personas que vi al principio me llamó la atención una mujer de pelo oscuro como la noche, unos ojos verdes que llamaban la atención aun estando en la oscuridad de aquel cuarto, aproximadamente tendría unos veinte años; además de ella, se encontraban un par de hombres más al fondo de la habitación, uno de ellos era de aspecto robusto, cabello rubio largo que no le llegaba del todo a los hombros, bastante alto desde el suelo donde aún no me había levantado, ya que mis piernas seguían dormidas sin yo saber el porque, aquel hombre rubio tenía unos ojos color avellana; el otro chico que se encontraba a su lado era algo misterioso, ya que entre todo el barullo generado de gente asustada en aquella habitación, era el único que no estaba sorprendido de estar allí, él era alto, de cabello castaño claro y unos ojos azules tan oscuros como el mar al anochecer en verano. De pronto sonó un largo pitido que salía de los pequeños altavoces de las esquinas, antes de que finalizará el sonido yo ya había conseguido levantarme de aquel suelo húmedo y frió, de repente aquel pitido tan estruendoso paro de producirse en seco y todas las personas de esa habitación se callaron de inmediato dejando un silencio estremecedor que se vio destruido por las palabras de un varón que comenzaron a reproducirse por los altavoces.
- Queridos ratones de laboratorio vosotros sois la nueva humanidad, este experimento os ha salvado de una guerra mundial producida por los jefes del planeta, vosotros habéis sido seleccionados por vuestro pasado para que creéis un nuevo destino para esto que es llamado humanidad. La puerta que se está abriendo en estos instantes detrás de vosotros será vuestro nuevo hogar. Tras la guerra no queda nada fuera de la cúpula que rodea las murallas de la ciudad en la que viviréis. Lo único que no podréis hacer es incumplir las normas de lo que hemos llamado paraíso vuestro nuevo hogar, y deberéis dirigiros hacia el centro de este. Y por cierto siempre recuerden "nadie puede escribir otro final, pero si cambiar su destino".
Nada más terminar aquel hombre de hablar por los pequeños altavoces todo el mundo se dirigió fuera de la habitación en busca del paraíso para descubrir que hacen aquí y quien son, la ciudad se encontraba pasando un grandioso bosque que conducía al paraíso por un pequeño sendero de tierra, aquel camino tenía una vegetación que parecía irreal y maravillosa incluso se podría decir que era algo que no había sido creado por la naturaleza, al mismo tiempo, por el camino la gente se asombraba al verla, ya que nadie recordaba haber visto nunca nada semejante en toda su vida. Hasta que entramos en una especie de ciudad, una zona muy luminosa con unos edificios que podrían llegar a medir más de cincuenta metros, aunque algo extraño que me llamo la atención es que no sabía de donde salía la luz que reflejaba en los edificios blancos como el mármol recién pulido, ya que no había un sol que produjera la luz sino que el cielo de la cúpula era el que se iluminaba.
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Nada es lo que parece
Teen FictionUn experimento creado por los líderes de los países después de una guerra mundial observan si es posible que la tierra pueda ser un lugar perfecto llendo de paz para que no vuelvan a ocurrir las masacres ya cometidas por el ser humano.