—¿Realmente tienes que fumar cada momento del día? —Dijo Marion a Dean, muy molesta, el humo de cigarrillo le daba náuseas.
—En este mundo debe haber un escape, y el mío es éste, aun con él, tú me amas.— respondió, dando una gran calada y exalando el humo por la nariz.
Marion no tuvo más opción que tragarselo, porque aunque no lo quisiera, él tenía razón, lo amaba con locura.
A pesar de eso, siguieron con su noche, envueltos en la oscuridad y su única fuente de luz eras las millones de estrellas en el cielo.
Ella comenzó a entrelazar su mano con la de él, y era perfectamente correspondido, al mismo tiempo, hundió su cara en el pecho de Dean.
Se dio cuenta que no necesitaba a nadie más, aunque sonara loco, ella era inmensamente feliz cuando estaba con él, era su mejor amigo hace ya algunos años y en algún momento estuvo enamorada de él, parecía una locura, pero con el tiempo cayó en la realidad que no podría ser posible, él la veía como lo que es, su mejor amiga.
Cada fin de semana, sino pasaba nada, se perdían en la grandeza de la carretera, llevaban provisiones, comida, bebidas, golosinas, una bocina y sentimientos que desahogar.
Llegaban a donde el viento los mandara y eran felices.
—¿No estas cansada? —le pregunta Dean a Marion— esto es terrible.
Ella se vuelve a él con una cara de confusión, no comprendía lo que trataba de decirle.
—No entiendo de qué hablas —contesta.
—Este lugar, nuestras casas, nuestras familias, la escuela, todo es tan repetitivo. Nuestro único momento de paz son los viajes los fines de semana.
Marion estaba aún más confundida, ¿qué trataba de decir Dean? Se suponía que ellos estaban bien, porque se tenían el uno al otro, ella nunca pensó que pensara así.
—A decir verdad... Me gusta esto, me gusta donde estamos, justo ahora.
—Debes estar de broma, ¡es horrible! Creo que deberíamos escapar a otro lugar.
Ella no podía creer lo que escuchaba, Dean, su amigo de toda la vida queriendo irse por estar... ¿Aburrido? ¿No era feliz?
—Pensé que estábamos bien, nunca pensé que querrías marcharte.
—Estamos bien, solo que nuestra vida es tan repetitiva que me gustaría respirar otros aires, conocer más gente, visitar lugares diferentes a lo que estoy acostumbrado.
Marion comenzó a creer que la tomaba del pelo, ¿conocer más gente? Demonios, la cosa iba en serio.
—Créeme que nadie te trata de detener —responde Marion, con un tono de voz firme, para este punto, ya había soltado la mano de Dean.
Él queda atónito, ¿realmente ella estaba molesta? Eso nunca sucedía, pero no se puso en sus zapatos, su mejor amigo le estaba diciendo que no era suficiente todo lo que han vivido.
—Sé que nadie me está deteniendo, pero siento que aún algo me mantiene atado aquí.
Marion trata de contener una lágrima que está por salir ¡no! ¿Cómo era posible que eso estuviese sucediendo? ¿Acaso no era suficiente lo que tenía?
—Pensé que estábamos bien —dijo ella.
—Lo estamos, Marion, solo que he estado aquí toda mi vida, quiero ser libre.
—Vete, si en verdad lo quieres largate de una vez por todas y deja de solo decirlo.
Ella se dio la vuelta, cerró los ojos y guardo silencio, esperando que él lo interpretara.
Dean quedo sorprendido por la respuesta de Marion, nunca la había visto así, tan molesta, explosiva, él conocía a la chica linda, tierna, delicada, pero esa noche se había convertido en todo lo contrario. Solo le quedaba dormir y aclarar sus ideas.
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Apaga tu cigarrillo
RomanceLa madre de Marion falleció cuando ella tenía 14 años de edad, a causa de un cáncer de pulmón, provocado por el tabaco y desde entonces ella se prometió nunca fumar uno en su vida. Ahora ella trata que su mejor amigo, Dean, deje de fumar, ya que...