Besos Color Camelia

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¿Alguna vez te has sentido en algún lugar, en el que estás en tierra firme, y a la orilla del abismo a la vez?

Bueno, yo sí, y no sé cómo sentirme al respecto.

Hay algo que no me deja tranquilo. Mi corazón late, más rápido de lo normal; Se enciende, juega en mi interior, dentro de él hay un sentimiento desconocido, y la verdad, ese sentimiento, ruego porque sólo sea confusión.

Me pregunto por qué siento esto...
No debería, no tendría por qué, y aún así, aquí está...
Y no se va.

Caigo en cuenta de que no se irá, no fácilmente al menos. O tal vez, jamás lo haga. Lo que me queda es vivir con ello, preguntándome si será pasajero, si será ligero, si sólo será una etapa, algo que deberé olvidar.

Tengo la sensación de que no es algo del todo malo, pero para los demás, sí podría serlo, y temo por ello. No lo puedo dejar salir, no lo puedo hablar, y sobre todo, no lo debo sentir, no lo puedo permitir, no lo debo ni pensar...
Pero no puedo desaparecerlo, y eso sólo me causa más frustración.

Trato de olvidarlo, juro que trato, pero simplemente, al más mínimo pensamiento, ahí está, y se hace presente en mi mente como si estuviese tatuado sobre mis pupilas, y dondequiera que vea, cambia mi perspectiva, de una manera que nunca imaginé ver todo lo demás...
A los demás...

Repitiéndolo mil veces como si de una canción se tratara, aferrándome a esa idea como un pequeño se aferra a su almohada. Las crecientes emociones y sus incesantes susurros: "No te escondas. Vamos amigo, cada cabeza es un mundo". El mío colapsa y espero nadie lo note, pues como si de un espejo se tratara, el cristal se hace añicos, y todo lo que esos fragmentos alguna vez reflejaron, al reconstruirlo, lo harán otra vez, pero con diferente percepción, pues ahora todo es al revés.

Estoy desesperado. Acciones que antes eran normales, ahora tienen un gran impacto en mí. Al más leve roce o a la más simple expresión, la sangre amenaza con subir peligrosamente hasta mis mejillas, donde el tono carmesí hace un intento por revelar lo que tanto debería estar oculto.

La inseguridad se adueña de mi rostro. Lo que antes eran risas, ahora es estrés, incomodidad, preguntas sin respuestas, las cuales, sé que no llegarán. Perdido cual marinero en un océano, intentando pescar lo que tanto anhela, pero al ver su red vacía perdida en el vasto cuerpo de agua, la angustia lo consumió, y poco a poco, la luz de su mirada se perdió.

Preocupados los ángeles del estado del mundo, bajaron a la tierra y me llevaron por un segundo. Dijeron con voz dulce y divertida a la vez: "Ven a nuestro reino, ahí estarás a salvo". Guiado por esas promesas, con ellos me fui, y al llegar, ese sentimiento seguía ahí.

Risas, abrazos, juegos y alcohol. Lanzados unos a otros, relajados en un sofá, cuando la novena botella queda vacía, y se les ocurrió la idea de "reciclar". Jugando como niños dicen: "esto es inofensivo", mientras que en el centro del universo, gira una flecha, y donde sea que apunte, la verdad se revelará, y si se niega a ella, un acto de valentía se probará.

La flecha apuntó a la luna, que no podía estar más fría y escondida, mientras que al otro extremo, estaba el sol, que irradiaba felicidad, amor y alegría. Las estrellas esperaban a su encuentro, más curiosas que suplicantes, de que la obscuridad y la luz fuesen uno solo, y así, la luna avanzó, y el sol sin más, emanaba asombro y confusión.

Cuando los astros iniciaron el acto, el sol dejó una chispa, que la luna luego notaría, que no podía apagar. Como si por reflejo hubiese sido, el universo mantuvo silencio. Las estrellas se apagaron, y el sol se alejó con rapidez de la luna, dejando a esta sola y distante, y ahora, en su superficie fría y pálida, la chispa se notó. Sin poder ocultarla, la luna se resignó, y ahora la atención del universo, sobre ella cayó.

El asombro en los rostros conocidos, se convierte súplicas que no pueden ser lanzadas al aire. Las miradas, en un intento fallido de ocultar lo que sienten en realidad. Observando con detenimiento, se podrá apreciar la tristeza, el asombro, la inquietud y me atrevo a decir que hasta decepción que llevan consigo.

Unos callan, otros voltean, y los demás, simplemente no lo aceptan. Un ser extraño al que ellos jamás vieron, un fantasma que quedó en el olvido, un deseo que se llevó el viento y un amor que nunca será correspondido.

Uno, dos, tres...
Seguidos uno del otro, llega la angustia, la furia y la ignorancia, soltados sin parar y estrellados en las delicadas paredes del templo, llevándose con ellos los defectos e inaceptables pensamientos, y dejando tras sí besos del color de las camelias, extendidos por la superficie del alma en pena, que no puede hacer nada más que verlas florecer.

Esquivando las balas enemigas, en la guerra de vida o muerte, el soldado corrió por su vida, aunque el enemigo lo tuviera de frente. Sin parar sus pies avanzaron, adoloridos por el esfuerzo y distancia, y de sus mares las aguas se desbordaron, llevando consigo la alegría y la paz, que alguna vez tuvo presente tiempo atrás, y que ahora, no eran más que aguas corredizas, que sus manos limpiaban con dificultad, pues era tanto el dolor derramado, que en vez de mar, un océano podía formar.

El tiempo pasó sin avisarle, y la factura no tardó en llegar, pues aunque no tuviera deudas, la vida le exigía pagar. Acostumbrado a los besos del color de las camelias, que pasados el tiempo se convertían en florecientes lilas, aquél hombre endeudado con la vida, ya había aprendido a soportar las heridas cual cuchillo las palabras formaban, y el incesante acoso de los ángeles en que confió, los cuales se percató no eran más que demonios, a los que ese sentimiento de protección, de él arrebataron sin piedad y razón.

En busca de ayuda y compasión, el pobre animal abandonado no pudo avanzar más. Sus patas le traicionaron y el peso de sus problemas no pudieron soportar.

Echado en la soledad y en lo obscuro del abismo, el moribundo animal se dijo para sí mismo: "No eres normal, carga con la culpa, o deshazte de ella, y duerme con tranquilidad. Que peor es el dolor que llevas ahora, al que sentirás cuando atrás todo quieras dejar."

Creyente en esas palabras y con el ardor a flor de piel, la pluma plateada pasaba sobre ella, dejando cosquillas a su roce, que en poco tiempo dejó de sentir y una sonrisa formó. Olvidando el sufrimiento causado e ignorando la lluvia color carmesí que caía al suelo pasando por su brazo, formando un pequeño lago en el cual sus problemas se ahogaban, y que por primera vez en mucho tiempo, se perderían con él. Pues al cabo de unos minutos, sus ojos se cerraron sin más, y dejó atrás todo lo que alguna vez le atormentó, liberando su alma, sin poder volver jamás.

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Escrito original hecho por Andrea A.M
Usuario: @MiunA_mo2

Hasta Luego.

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