Capítulo 17

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Los pasillos de la universidad están llenos, pero para mi es como si todo estuviera desierto, sin voces ni cuerpos chocando unos contra otros. Mis pensamientos están en lo que últimamente está pasando.

Me siento perdida, siento que todo se está cayendo de nuevo, como si en todo este tiempo no he podido lograr nada. Y aunque sé que he logrado mantenerme de piel, puedo caer en cualquier momento.

Entro al primer baño de mujeres que vi, hay algunas chicas pero por suerte paso desapercibida y logro entrar en unos de los cubículos.

Me siento sobre la tapa del escusado y escondo mi rostro en mis manos, mientras que mis codos están sobre mis rodillas. Y sin darme cuenta empiezo a llorar, así como mis lagrimas salen, también vienen los recuerdos de esa noche.

Donde lo perdí todo.

Lloro en silencio, pero no es suficiente para sacar todo lo que quiero. Quiero golpear algo, sacar este enojo y la impotencia por no hacer nada, por haber salido y no quedarme con mi madre para esperar a mi padre y a mi hermanita. Hubiese preferido morir junto a ellos.

Respiré hondo para salir de aquí, aprovecharé que tengo esta hora libre para caminar un rato. Solo espero que Alec no esté afuera porque no quiero verlo, su fría actitud me irrita.

Pero claro, no podemos cambiar su naturaleza.

Una vez lista comienzo a caminar a la salida, solo quiero sacar todo este dolor que me consume, esta tormenta que tengo y la cual no me de tregua alguna para sentirme en paz. No sé cuánto duré en el baño pero ya los pasillos están desiertos.

— ¡Cass! ¿Donde vas, Cassie? —la voz de Ken hace que me pare en seco, no quiero que me vea así—, ¡ya te vi, Jenkins. No huyas de mi, cariño! —quiero seguir mi camino pero no puedo.

Di la vuelta pero sin alzar la mirada, para ocultar que estuve llorando, aunque ¿para que se lo oculto? El es mi mejor amigo.

— No estoy huyendo de ti, Kenny.

Estoy huyendo de los malos recuerdos.

— Umm, entonces... ¿de qué huyes?

Los dos nos sentamos en el piso, quedando nuestras espaldas pegadas a la pared.

— De monstruos que existen en estas instalaciones —me recosté en su hombro y éste comenzó acariciar mi cabello, como lo hacía mi madre.

— Seguro es Dr. Hardscrabble. Yo también huiría.

— Si, por supuesto.

— Hablando enserio... ¿qué tienes, Cassie?

Y de solo recordar me ahogo en los recuerdos, siento que no puedo seguir respirando porque si lo hago explotaré.

— Creí que... que todo estaría bien pero no. Quise ser una ignorante ante todo lo qué pasa y ahora... solo no puedo —me puse de pie llorando amares. Luego sentí los brazos de Ken rodéame con fuerza, pero sin hacerme daño.

— Estoy seguro de que tú...

— No, por favor no digas que yo soy fuerte y que puedo superar esto porque no lo soy, y no lo es porque soy débil, una cobarde ¡UNA ESTÚPIDA QUE CREE QUE TODO ESTARÁ BIEN! —grité, sacando parte de mi enojo y sé que no debo gritarle—. Lo siento... — ya no podía articular palabra.

Lo abracé y luego salí corriendo de allí, sé que Ken me entiende. Él sabrá que quiero estar sola, pero vi preocupación en sus ojos y quise hacerle ver que todo estaba bien, pero ¿cómo? Si yo no estoy bien.

Por suerte Alec no estaba, lo último que quiero es verlo.

Siento mis ojos hinchados y rojos, y el poco frío qué hay hace que lo sienta más en mi cara, ya que está tan mojada por las lagrimas que todavía salen. Y no quiero parar, quizás me desahogué un poco.

(.....)

Tres tumbas frente de mi, y el nudo es tan grande que no puedo hablar, pero tengo que hacerlo. Quizás ellos me estén viendo con una sonrisa triste y sus ojos llenos de lagrimas por no poder despedirse.

— No saben las ganas que... tengo de volver a verlos. De ver sus sonrisas, escuchar sus voces... oh Dios... — cerré mis ojos, recordando esos momentos lleno de tanta felicidad, esos días que no se podrían llegar a comparar con otros porque fueron únicos—. Lo siento tanto —me puse de pie.

Caminé a la salida sintiendo que no podía respirar, y cuando vi una silueta en la oscuridad sentí escalofríos, siento que me está mirando pero no puedo ver su cara porque está oculta.

Pero lo que más miedo me da es que tengo que pasar  por su lado, tengo miedo de que me haga daño. Caminé rápido tratando de pasar desapercibida para esa persona, pero no lo logré. Agarró mi brazo con fuerza, y pude sentir como sus dedos se enterraban en mi brazo; a través de mi suéter. Eso hizo que soltara un quejido.

— Huye lejos porque la maldad te está persiguiendo.

— Me está lastimando... —susurré casi sin voz, sus dedos se presionan con más fuerza en mi brazo, haciendo que me retorciera de dolor.

— Estás advertida —dijo soltándome y yéndose al mismo tiempo que las gomas de un auto rechinarán con fuerza.

El desconocido desapareció ante mis ojos, perdiéndose en la oscuridad y desoladas calles, dejándome completamente perdida y miles de preguntas rondando en mi cabeza.

En El Olvido ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora