Capítulo III

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Mimi y yo estuvimos hablando mucho, de hecho, perdí la noción del tiempo. Mimi resultó ser una persona de lo más encantadora, aunque esta mañana no precisamente demostró serlo... Pero bueno, borrón y cuenta nueva.

-Entonces... ¿Eres de Granada? - nos encontrabamos en el salón, una al lado de la otra, muy cerca. Ya había oscurecido y la única luz que iluminaba la habitación era la de la tele.

-Exacto - me sonrió. Yo miraba atenta sus preciosos ojos que, aunque se veían poco con la poca luz que había. Con cariño agarré un mechón de su melena rubia y lo enredé en mis dedos.

La luz del salón se encendió y rápidamente solté su pelo separándome de ella. Entrecerre los ojos poco acostumbrada a la luz e intenté enfocar.

-¿Que hacéis con la luz apagada? - preguntó Míriam sentándose entre nosotras rompiendo todo el ambiente que habíamos creado Mimi y yo.

-Pues... Estábamos viendo la tele y hablando - respondí despreocupada.

-Ya... Bueno, en nada vamos a cenar. Alba mañana tiene que irse a la guarde y nosotras a trabajar. Mimi, ¿te quedas con Ana y le enseñas un poco la ciudad? Luego por la noche tenemos una cena en casa - nos explicó

-Por mi vale - Respondí

-Por mi también - sonrió Mimi. Míriam la miro y luego a mi.

-Ana, ¿te acuerdas de Roi y Crislo? - yo asenti efusivamente

-¡Pues claro! Y de su hijo, Bruno, seguro que está super grande! - conocía a Roi y a Crislo de cuando Míriam, Mireya y yo salíamos e íbamos a bares y discotecas, eso fue hace 4 años por lo menos...

Dos años más tarde , Roi y Crislo tuvieron un hijo.

-Pues por eso vamos ha hacer la cena, para que los veas - yo sentí alegre.

-¡Que bien! - dije emocionada.

-¿Cuando empiezas la universidad?- me pregunto Míriam.

-En dos semanas- ella asintió y esta vez miró a Mimi.

-Tu vas a tener que llevarla a donde quiera ir porque alguien te tiene que tener vigilada a ti y a Ana seguro que le gustaría conocer Madrid a fondo - le dijo Míriam apuntandole con el dedo

-Está bien, no hay problema - Mimi levantó las manos y Míriam y yo reímos ante el gesto.

-Venga chicas, voy ha hacer pasta para cenar. Ayudadme a poner la mesa - dijo Míriam apagando la tele para después irse a la cocina. Yo miré a Mimi quien rió levantándose también. Imité su acción con una sonrisa.

Mientras Míriam hacía la pasta, Mimi y yo pusimos la mesa. Poco después Mireya bajó con Alba en sus brazos, quien bostezaba dejando ver sus dos únicos pequeños dientes.

-Mimi, Ana, ¿podéis cortar el tomate y el aguacate para la ensalada? - nosotras asentimos

-¿Tomate o aguacate? - dijo cogiendo ambos en sus manos sonriendo. Creo que me quedé más de la cuenta mirándola totalmente empanada.

-Aguacate porfis - ella me lo pasó y dejó un beso en la cúspide de mi cabeza. Habíamos conectado mucho en nuestra charla de 6 horas en el sofá.

-Terminamos de hacer la comida y nos dispusimos a cenar.

-¿Que tal la tarde chicas? ¿Habéis descansado? - nos preguntó Mireya

-Si, hemos visto una serie y hemos estado hablando - bueno, lo de la serie... Osea, si, estaba puesta pero... Mucho caso no le habíamos hecho.

-¿Os lleváis bien entonces? - volvió a preguntarnos.

-Muy bien. Mimi es un amor - le sonreí y está miró a su plato sonrojada. Míriam la miraba con los ojos entrecerrados.

-Mimi, ¿que tal tu "amiga" Laura? Es muy mona ¿no? - preguntó enfatizando las comillas en la palabra 'amiga'. Sentí una pequeña punzada en el pecho...

-Pues... Bueno, si lo que me estas intentando preguntar es que si me gusta pues... La respuesta es no - una sonrisa apareció en mi cara, que, rápidamente camufle metiendome en la boca un pedazo de aguacate, aunque por poco me ahogo...

-¿Anita estás bien? - me pregunto Mimi dándome pequeños toquecitos en la espalda.

-Si si, perfectamente - bebí agua y escuche como la pequeña de la casa se reía.

-Alba, pero no te rías - le dijo Mireya y la niña le hizo una pedorreta.

-¡Oye! Eso a Mami no - le reprendio la leona.

-Ma - mi - repitió la niña.

-Si, mami - la niña sonrió.

Se me hizo muy tierno ver esa escena y parece que a Mimi también quien se estaba riendo por lo bajini.

Cuando llegó la hora de dormir vi a Míriam entrar en la habitación de Mimi cerrando la puerta tras ella.

-Mimi cariño, descansa - logré escuchar a través de la puerta.

-Si, es solo que me duele un poco la cabeza. No te preocupes Míriam, en serio, estoy bien - le respondió Mimi. Tenía ganas de entrar en esa habitación y cuidarla yo. Siempre hacía eso cuando alguien estaba enfermo en mi casa.

-Pero igualmente tienes que descansar, y en cuanto a Ana... - me sorprendí al escuchar mi nombre.

-Que si Míriam, que si, no pretendo tener nada con ella - esas palabras me dolieron un poco, pero me hice la digna. ¿Que tendría yo para que Miriam dijese eso?

-Ya lo sé Mimi, pero es que no quiero que sufráis ninguna de las dos, ¿entiendes? - pero... ¿Por qué iba yo a sufrir por estar con Mimi? Claro, en el caso de que me gustara, por supuesto.

-Lo sé Míriam, es algo irremediable - su voz se escuchó débil y entrecortada.

-Créeme, que yo tampoco quiero nada de esto - escuché como la voz de Míriam también se rompía.

-Lo sé - dejé de escuchar su conversación y volví a mi habitación con miles de preguntas en mi cabeza

¿Por qué sufriría estando con Mimi? ¿Podría hacerme daño de alguna manera estando con ella?

¿Qué era ese algo que la impedía enamorarse? ¿Alguien del pasado? ¿Algún trauma?

Mi cabeza echaba humo.

¿Por qué se supone que no puedo enamorarme de ella?

Aun que no tenía intención... ¿verdad?

Te llevo en mi corazón (Warmi) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora