CAPÍTULO 20 ( Pasta )

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JiMin estaba sentado en el gran salón de los Jeon.

JungKook estaba al frente de él, con MinJi a su lado mientras esperaban a la señora Jeon y se miraban incómodos entre sí. La tensión latente por los aires, la mirada intensa de JungKook que no parecía querer terminar y el ceño fruncido con el que MinJi observaba la escena y por ratos cambiaba a uno de dulzura tratando de llamar la atención de Jeon quién no parecia notarlo por más que este lo acariciaba, estaba volviendo loco a JiMin.

Pero a pesar de que toda la incómoda estadía le estaba costando, no podía permitir que eso lo controlara. Él debía seguir mirando hacia otros lados, evitando esos ojos tan atrayentes de JungKook y así poder ser fuerte para aguantar el dolorcito que crecía en su pecho al ver como MinJi estaba siendo tan expresivo con sus caricias hacia el pelinegro.

Fue entonces Jeon Tae Hee, su salvadora.

La mujer bajó por los escalones haciendo resonar sus tacones, presentándose con una elegancia innata y un porte de dama. En cuanto vio a JiMin, corrió hacia él dejando atrás  su elegancia y convirtiéndose en una niña que abrazaba y mimaba al rubio.

—¡Jiminnieee! Ay mi niño precioso, ven aquí —le decía abrazándolo aún más y dándole el afecto que su madre no le había dado, haciéndole sentir querido y formando en su corazón una calidez única—, tía Tae Hee te ha extrañado, ahora que estás aquí vendrás todos los días, es más, deberías vivir aquí.

—No tía, dudo que mamá me dejaría, aunque me escaparé para verte todos los días —le dijo haciendo un puchero y haciendo que la mayor se enterneciera aún más.

Y es que Tae Hee en verdad había extrañado mucho al pequeño JiMin. Cuando este se fue, su hijo sufrió tanto y ella tuvo qur trabajar demasiado para arreglar los sentimientos de su hijo, sin darse cuenta que a ella también le había dolido demasiado el que JiMin se fuera. Cuando llegó a vivir a Busán, los Park se convirtieron en sus mejores amigos, haciendo que crearan un lazo inigualable y tan fuerte como el de la familia.

El lazo que une a la verdadera familia no es el de la sangre, si no el del respeto y la alegría por la vida de cada uno de ellos.

Así que los Park se habían convertido en su familia. Tae Hee aprendió a querer a los pequeños gemelos como si fueran sus propios hijos y la conexión se había hecho tan fuerte que se dio cuenta sólo cuando lloró una noche desconsoladamente al extrañar a JiMin. Al día siguiente fue con Park Ye Na para hablar con ella tras meses de haber estado peleadas. Volvieron a interactuar, a ser las familias de antes pero ahora sin dos miembros importantes como lo eran Song Jae y JiMin.

Fueron los de antes, pero no los que juraron ser siempre.

Por eso se encontraba abrazando al niño que tanto había extrañado, incluso si eso era muy empalagoso, ella lo estaba haciendo. Se sentía tan diferente a MinJi, ciertamente Tae Hee quería a MinJi, lo había visto crecer y ser un joven exitoso, pero JiMin siempre tuvo un lugar especial. Incluso ahora que su hijo tenía un noviazgo con MinJi, ella no estaba de acuerdo de todo pues aún no entendía como JungKook había decidido algo así. Si hubiera sido JiMin el que hoy sostendría la mano de su hijo tal como lo estaba haciendo MinJi delante de ella, las cosas habrían sido diferentes.

Siempre pensó que JiMin y JungKook estarían juntos a pesar de que el rubiecito se haya ido. Siempre tuvo la esperanza de que volvería.

—Oh... hola MinJi, no te había visto —saludó—, y es que la emoción por tener a este bebito aquí me nubla la vista de todo —dijo apretando los cachetitos de JiMin y sonriendo antes sud mejillitas rosadas.

—Tía buenas tardes —respondió educadamente, con una sonrisa tan falsa como él mismo.

—Y dime pequeño JiMinnie ¿a qué se debe tu visita mi vida? ¿Qué puedo hacer por ti cariño?

ʟᴀʙɪᴏꜱ ᴄᴏᴍᴘᴀʀᴛɪᴅᴏꜱ ➳ [ ᴋᴏᴏᴋᴍɪɴ ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora