Capítulo 24

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Un hombre sin propósitos.

Todo en mi vida es en blanco y negro, la soledad es mi compañía en mi casa, ¿alguna mascota? ninguna, soy cirujano en un hospital público, no tengo tiempo para cuidar a una criatura dependiente, ¿pareja? ninguna, ¿hijos? tristemente no, ¿alguien de lazos sanguíneos? estoy solo, quienes me criaron murieron por el ciclo de la vida, ya tenían una edad muy avanzada, creo que vivían solo por mi mis preciados abuelos.

¿Amigos? Una vez los tuve, pero hace quince años me alejé de ellos, o me excluyeron porque hice algo que jamás me arrepentiré.

Caminar por la calle me ayuda a recordar que existen más personas en el mundo, pero verlos recuerdo que estoy solo ¿es por qué soy introvertido? siendo franco, cuando ella me dejó, se llevó mi corazón y solo me dejó con sus dulces y a los dañinos recuerdos.

Es gracioso, pero yo era el maltratado, y ¿qué hacía yo contra eso? estúpidamente nada, mi amigo lo sabía y se burlaba de mi, después de todo según él yo como el hombre debía ser quien la dominase, pero ¿cómo hacerlo? la amaba demasiado para herirla, era mi todo, jamás podría hacerle algo así...

En cambio ella era lo opuesto, me gritaba y golpeaba, me decía inútil... era su perro con correa, su juguete, me usaba como le diese la gana, y yo aceptaba inmediatamente ¿soy idiota por eso? noches en vela pensaba y pensaba de que ella cambiaría, que debía demostrar mi amor cada vez que pudiese, ¿Soy una vergüenza como hombre? ¿Soy poco hombre por no hacerme respetar?

Reaccioné al escuchar la voz delicada de la psicóloga, al momento de la primera consulta me pregunté si era lo suficientemente capacitada, tan solo tiene treinta y un años, nueve años menor que yo, pero al ver su postura y esa armonía que transmitía esa mujer, supe que podía ayudarme.

Ella es de estatura promedio y delgada, su cabello es corto y castaño cobrizo, y el iris de sus ojos eran de un hermoso color chocolate, y su personalidad me hacía sentir en confianza, después de todo me ha sacado muchas palabras guardadas en mi corazón en tan solo seis meses.

-Señor Bakugo, si usted quiere relatar cualquier cosa de su vida recuerde que yo soy una tumba- Sonríe de forma amable y sin hipocresía.

Me senté en el diván y me acomodé, hoy iba ser una consulta difícil, tenía planeado decir muchas cosas que me atormentaron en mi último sueño, lo peor es que no son pesadillas, son recuerdos que me persiguen mientras duermo.

-Señorita Sosaki, estoy listo...- Observé fijamente a la castaña y ella asintió, solté un suspiro y dije nervioso -La historia es...-

Mi historia es aburrida, un cliché de un niño solitario que vivía en el campo, sus padres murieron y se fue a vivir con sus abuelos paternos a la capital, la tediosa capital donde su martirio inicia...

Recuerdo a la peliverde de Inko, era muy tierna y amable, ella era mi mejor amiga, la primera en saludar al niño campesino cuatro ojos que hablaba con acento, o al menos era así como me decían en la escuela... luego me insultaban y humillaban por tener mejores calificaciones.

Sus burlas eran tan constantes que empecé a mentir y a decir que me iba mal en clases.

Después de todo no me gusta ser el centro de atención, detestaba ser bueno en los estudios, pero no quería reprobar y hacer pasar malos ratos a mis abuelos.

Tenía ocho años y ya todo era tan difícil y confuso, lo único que quería era volver a mi antigua casa, y que mis padres me abrasasen.

Tenía un amigo, íbamos en el mismo salón junto con Inko... como odio a ese bastardo, desearía nunca haberlo conocido.

Rescataré tu sonrisaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora